Territoires

Bizkaia. Educación y cultura (version de 1999)

Las escuelas de barriada.

Las Escuelas de barriada, creadas por la Diputación vizcaina a raíz de la Moción Gallano de 1919, constituyen una obra educativa de enorme relieve, destinada a suplir la ausencia estatal; trataban de corregir en el fondo el desajuste educativo-cultural, reflejado, sobre todo, en las zonas rurales y los barrios mineros e industriales. Entre los factores impulsores de la obra podemos destacar: La necesidad de corregir los altos grados de analfabetismo (debido tanto a las cuestiones geográficas y el alejamiento de los caseríos de las escuelas próximas, como de las cuestiones de la lengua vasca), el desarrollo del pensamiento escolar y la conciencia cada vez más clara y exigente en punto a los niveles culturales en la línea de los países más cultos de Europa, el pensamiento e ideología del nacionalismo en alza y la relativa riqueza del país a estas alturas del s. XX. Todo ello entendido en el marco de un empuje autonómico total. Para aspirar a tener estas escuelas, las barriadas debían cumplir las siguientes condiciones: Debían contar con más de diez vecinos, sus viviendas debían distar, por lo menos, un kilómetro de la escuela más próxima y, por último, la barriada o el ayuntamiento debían proporcionar un local adecuado. La Diputación, por su parte, se comprometía a costear el necesario material escolar y el sostenimiento de los maestros. Asimismo la corporación provincial se encargaba de proporcionar los planos de la construcción escolar. La Ponencia ejecutiva nombrada para tramitar los primeros pasos de su organización estaba formada por E. Landeta, L. Eleizalde y los diputados P. Aránsolo y Juan Gallano. Con relación a la organización, correspondía reglamentariamente a la Diputación, y en su caso a la Junta de Instrucción Pública, todo lo referente a la orientación de las escuelas tanto en el régimen y funcionamiento como en la línea pedagógica. Era función de las Juntas locales todo lo referente a la vigilancia de la asistencia escolar, la limpieza e higiene de las escuelas. Las escuelas fueron levantándose e inaugurándose de forma acelerada; ya antes de 1930 se había completado el número prefijado del centenar y a partir de 1931 se acordó añadir 25 escuelas más al anterior plan de construcciones, suprimiéndose al mismo tiempo media docena de centros, creados con anterioridad a los años treinta. Las escuelas se hallaban repartidas por toda la geografía provincial, con especial incidencia en las comarcas de Markina, Durango, Arratia y Encartaciones. Al final de todo el período constructivo, el número de alumnos escolarizados era superior a los seis mil en cada curso escolar, y para su atención se contaba con más de 162 maestros. El profesorado, mayoritariamente femenino y elegido a través de una depurada selección entre los aspirantes, se caracterizaba por una gran homogeneidad tanto en los niveles de formación como en la obtención de buenos rendimientos escolares; conformaba, en general, un escogido cuadro de enseñantes caracterizados por un alto interés docente y una verdadera vocación y entusiasmo. Entre las muchas figuras destacadas de este magisterio, cabe mencionar a la maestra y escritora Julene de Azpeitia, en cuyos numerosos escritos subyace una notable preocupación pedagógica en la línea de la educación bilingüe. Luis de Eleizalde, el inspector de las escuelas, quería tener unas verdaderas escuelas vascas y lograr una educación bilingüe, de ahí su afán por la elaboración de textos euskéricos, editándose rápidamente en euskera varios libros de geografía del País Vasco, historia, aritmética, lectura y un pequeño silabario; también se publicó, con destino a las escuelas primarias de Bizkaia, el catecismo euskérico. Desgraciadamente, con la llegada y establecimiento de la Liga Monárquica en el seno de la Diputación, como una fuerza españolista y de nacionalismo español frente al nacionalismo vasco, se abandonó la educación bilingüe desde finales de l92l, y se permitió en adelante el uso del euskera sólo como medio o vehículo de enseñanza. El pretexto en que se basó esta decisión de la autoridad era que los textos euskéricos y los materiales escolares contenían ideas contrarias a la unidad nacional, y que servían a la labor separatista. Durante la Dictadura se acentuó la marginación de la lengua vasca y en la II República se abandonará la enseñanza religiosa y se aplicará el laicismo escolar. A pesar de todas estas precedentes modificaciones, la institución de las Escuelas de barriada tenía una evidente personalidad. Aparte de su peculiar arquitectura y su particular organización, contaba con una adhesión popular envidiable. La arquitectura de las escuelas se encuentra muy bien adaptada al paisaje, tanto por la configuración externa del edificio como por los materiales utilizados y la solidez de la construcción; son escuelas que forman parte del paisaje natural, ajustándose a las normas de la arquitectura regional, en la línea y estilo propio del caserío. En cuanto al segundo de los aspectos, fue verdaderamente admirable el apoyo popular otorgado a estas escuelas: La barriada entera quiso tomar una parte directa y activa en su construcción. La mayoría de las escuelas fueron construidas por los ayuntamientos, pero una buena parte de ellas fueron construidas directamente por los vecinos, y eran, por ello, propiedad de los vecinos. En una valoración global de las Escuelas de barriada no pueden olvidarse los siguientes hechos y resultados positivos: La reducción del analfabetismo, la instauración de la educación bilingüe y la apertura de las barriadas a un mundo de relaciones humanas, sociales y culturales. Con todas las limitaciones ya conocidas, se había reservado al euskera un lugar que antes no había podido encontrar. Todo esto fue antes de 1937. A raíz de la guerra civil se convirtieron las escuelas en Escuelas Nacionales de barriada (1938) y la enseñanza se caracterizó por un estado de deterioro general, como fruto de la ordenación rígida del momento, el desmantelamiento de la organización educativa y cultural, la depuración de los maestros y la escasez de los recursos económicos, entre otros factores. En torno a los setenta comenzó la concentración escolar que afectó también a las Escuelas Nacionales de barriada; la mayoría de ellas se cerraron desde entonces.