El caserío se encuentra en una suave ladera, encajada en un recodo del río y de la propia carretera. Las casas, casi todas de los siglos XIX y XX, presentan ya rasgos comunes con lo que vamos a encontrar en la parte septentrional del valle de Salazar, con tejados de acusada inclinación y con utilización de teja plana que sustituye a las primitivas cubiertas de tablilla. Junto a la carretera encontramos algunas construcciones modernas, muy cuidadas, y en el barrio situado a lo largo del río se suceden algunas casas adaptadas al desnivel. Una de ellas presenta planta cuadrada y tres alturas. Los muros van encalados, y los vanos son rectos, coronándose con un empinado tejado en pabellón, cerrado con teja plana antigua. Siguen varias viviendas adosadas que repiten características, salvo el perfil del tejado, que es a doble vertiente. Otra casa, con planta en "L", se abre con un portalón de dintel adovelado, propio de fines del XIX o principios de la siguiente centuria. Otras viviendas presentan volúmenes más imaginativos y cuidados, que denotan reformas recientes.
Cruzando la carretera encontramos una placita presidida por una fuente con dos pequeñas pilas y pilar central troncocónico, rematado por una veleta. Una placa informa: "PARA BIEN DEL PUEBLO/ EL AYUNTAMIENTO DE ORONZ/ TRAJO ESTAS AGUAS/ EL AÑO 1913".
Subiendo hacia la iglesia vemos una casa de planta rectangular bien desarrollada y tres alturas, con tejado a doble vertiente con grandes limas en los extremos. Los muros van encalados, y los vanos son rectos y van bien ordenados. La puerta corresponde a un estilo muy común en la zona norte de Navarra en el siglo XIX. Su perfil es rebajado, y las dovelas juegan con una policromía alterna que afecta también a los sillares de las jambas. La clave lleva la inscripción "AÑO DE 1854", mientras que dos de las dovelas llevan decoración figurando sendas llaves cruzadas, y las jambas de la puerta lucen cajeamientos. La fachada va presidida por un escudo moderno que representa las armas del valle de Salazar, así como una cinta en la que se lee: "POR LA GRACIA DE DIOS ME IZO MANUEL TOMÁS CARRICA". Otra casa de similares características luce un portalón muy similar, obra sin duda del mismo taller, y encima una inscripción superior informa: "J. CRUZ/ ARGEDAS/ AÑO 1886". Cerca ya de la iglesia vemos varias fachadas en sillería, dispuesta a hueso, con accesos diseñados igualmente con arcos rebajados
- Parroquia de San Cosme y San Damián
La iglesia constituye un ejemplo del modelo de templo protogótico que tanto proliferó en Navarra en el tránsito del siglo XII al XIII, aunque con algunas ampliaciones realizadas en el siglo XVI. Consecuentemente la planta, adaptada al terreno, consta de una única nave, dividida en cuatro tramos, más corto el de los pies, y de los cuales el último ejerce como cabecera, rematada en testero recto. El acceso se sitúa en el lado de la Epístola, a la altura del segundo tramo, y va protegido por un pórtico al que luego haremos alusión. En cuanto a la sacristía, se adosó a la cabecera por el lado del Evangelio, y es una estancia de planta rectangular.
Los muros son de sillarejo y mampostería concertada, de tamaño muy menudo, aunque en algunas de las zonas correspondientes a las ampliaciones del XVI se muestra una sillería de muy buena factura y formato tendente al cuadrado. Al interior estos muros van enlucidos. Se perforan por una única ventana, situada en el muro meridional, a la altura de la cabecera. La puerta de acceso a la sacristía, situada en el tercero de los tramos, es un sencillo arco rebajado, y a los pies de la nave se levanta un coro alto realizado en madera.
La nave se cubre con una bóveda de cañón de directriz apuntada, propia de la época de construcción del templo, reforzada por tres arcos fajones del mismo perfil, que apean en el arranque de la bóveda en una imposta que recorre todo el perímetro interior de la nave. A modo de capiteles, la moldura se destaca con unos bilóbulos rematados con cimacios que llevan labra de retículas y rosetas.
Al exterior, la torre apoya sobre el primero de los tramos de la nave, y consta de un fuste corto y macizo, que sobresale muy poco del resto de los volúmenes adosados a la fábrica. Se perfora por un óculo de buenas dimensiones, así como por dos medios puntos para alojamiento de las campanas. Remata con un tejado en pabellón coronado por la caja de un reloj moderno. El acceso va cobijado por un pórtico de piedra, cerrado y macizo, al que se entra por una puerta rematada con arco apuntado compuesto por siete dovelas que llevan una media caña labrada en la rosca. Parece obra del siglo XV. Al interior de este pórtico se sitúan las escaleras de acceso al coro y a la torre, y una reja separa un ámbito destinado a albergar una capilla bautismal. Se cubre todo este espacio por una bóveda de cañón apuntado, dividido en dos tramos por un arco fajón que apea sobre ménsulas bilobuladas. La puerta del templo consta de un arco apuntado y abocinado, cuyo derrame se salva mediante tres arquivoltas molduradas, que apean sobre una imposta que hace las veces de capitel corrido, sobre pies derechos sin decoración.
Al interior del templo, el presbiterio va ocupado por un retablo barroco, ejecutado en el año 1616 por el ensamblador sangüesino Juan de Echenagusía. La traza consta de banco, dos cuerpos de tres calles y ático entre aletones y con frontón triangular en el remate. Conserva el sagrario original. Se articula mediante una superposición de órdenes jónico y corintio, con hornacinas de medio punto y cajas rematadas con frontones triangulares. En cuanto a la escultura, se realizó en relieve en el banco y en bulto el resto. En el banco figuran los Cuatro Evangelistas, agrupados de dos en dos, San Marcos y San Juan a la izquierda, y San Mateo y San Lucas a la derecha. En el primer piso aparecen la Virgen del Rosario y Santa Catalina de Alejandría, y en el segundo Santa Bárbara, San Ramón Nonato y la imagen titular de los santos San Cosme y San Damián. En el ático se desarrolla el Calvario, con el Crucificado entre María y San Juan. Conforme a la contrastada calidad del autor, las figuras están dotadas de una belleza y armonía de corte clásico, con ropajes armónicamente trabajados, que no ocultan el suave movimiento ni el equilibrado "contrapposto" de los cuerpos. Los rostros, de expresividad serena y contenida, son igualmente bellísimos.
En el pórtico vemos un Crucificado gótico del siglo XIV, representado ya muerto y con la cabeza reclinada. El tratamiento de la anatomía es algo geométrico y esquemático, con la disposición de las piernas algo forzada, y paño de pureza desmesuradamente grande. Se han señalado las analogías de este Cristo con el de la cercana localidad de Sarriés. Una reja del siglo XV da paso a la capilla de San Sebastián, situada en el lado oriental del pórtico y que ejerce como capilla bautismal. Un retablo del siglo XVII, conformado por elementos reaprovechados, alberga la talla titular de este ámbito, que es una escultura de bulto redondo de San Sebastián, de filiación moderna, y una imagen de la Virgen del Rosario, barroca del XVII. Vemos igualmente una pila sacramental medieval, conformada por un fuste cilíndrico, liso y sin basa, y copa troncocónica decorada con sogueados.
En la sacristía se custodian algunas imágenes traídas de la ermita de San Pedro, góticas del siglo XIV, que representan a San Blas, San Gregorio y San Martín de Tours. Se guarda también la talla de bulto de San Pedro, titular de la citada ermita, del XVI, y varias piezas de orfebrería.
- Ermitas
Pérez Ollo señala dos, la de la Santa Cruz, que es hoy capilla cementerial, y la de San Pedro, situada poco más o menos a un kilómetro del casco urbano, en dirección a Ezcároz y sobre un promontorio. Se trata esta última de un edificio de gran sencillez, con planta rectangular y acceso en el muro de la Epístola. Lleva una estancia de planta cuadrada adosada a la cabecera, a modo de sacristía. Los muros, de sillarejo, se perforan por un tragaluz situado en el muro meridional, y por el acceso, que remata con un sencillo arco de medio punto. A los pies de la nave hay un coro de madera. La nave se cubre con una curiosa techumbre de madera, que imita el efecto de una bóveda de cañón con arcos fajones. Al interior se encuentra una pila aguabenditera, obra probable del siglo XVII, y la mazonería de un retablo tardobarroco, de la segunda mitad del siglo XVIII, cuyas esculturas fueron trasladadas a la parroquia.
- CARO BAROJA, J. La casa en Navarra, Pamplona, vol. III, C.A.N. 1982, pp. 291.
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- GARCÍA GAÍNZA, M.C. (et. alt.). Catálogo Monumental de Navarra, vol. IV**, Merindad de Sangüesa, Jaurrieta-Yesa. Pamplona: Gobierno de Navarra, Arzobispado de Pamplona, Universidad de Navarra, 1992, pp. 251-256.
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JAS 2011