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Navarra. Historia

(-226 a -202 antes Cristo). Ambos Imperios, cartaginés y romano, se disputan el dominio del mundo entonces conocido, cuando suenan por primera vez los vascos, los vascones. Cartago representaba una civilización africana en tanto Roma actuaba como heredera de la cultura helénica. El contacto lo tuvieron al fin, bajo la forma de un formidable choque militar precedido de relaciones y tratados diplomáticos de mutuo respeto en el arco que va desde el estrecho de Gibraltar hasta los Alpes suizos. La primera fase de las peripecias cartaginesas en la Península Ibérica acaba con el asesinato de Asdrúbal por un celta que vengaba la muerte de su jefe. Después de varios tratados, entre ambos bandos imperiales, se llegó a concertar el "Tratado del Ebro" (hacia -226) en el que se fijaba este río como línea de máximo avance de la expansión cartaginesa. En consecuencia los cartagineses establecen un primer contacto con los vascones de la parte de Cascante y su comarca.

Al cruzar los cartagineses el Ebro rompen su compromiso con Roma el año 218 a.C. El poeta Silio Itálico nos habla ya del "vasco insuetus galeae ferre arma morati", del "vasco que desdeña el yelmo, acostumbrado a llevar las armas". En esta época no hay más vascos que los vascones ya que los de la costa se denominan caristios, vardulos y autrigones. Un abigarrado ejército al mando del cartaginés Aníbal pasa por el país y llega a los Alpes en busca de Roma. Se presenta a los vascones como un conjunto de mercenarios voluntarios, a los que se suman grupos de los mismos. Caen los cartagineses sobre las campiñas romanas después de infligir a los romanos una tremenda derrota junto al lago Trasimeno. El año 207, en la batalla de Metauro, muere Asdrúbal y sucumbe la mayor parte de su ejército. La aventura vascona junto a los cartagineses había terminado.

Alianza vascona (-202 aC). La penetración romana en Navarra tuvo lugar de este a oeste desde el Mediterráneo. Precedió a la llegada de los romanos a Vasconia la lucha sucesiva de éstos contra los suessiones, jacetanos e ilergetes viniendo, Ebro arriba, desde las costas mediterráneas. Solamente la pequeña comarca de los sausetanos, en las cercanías de la actual Sangüesa, se había aliado a Roma para evitar mayores males. Ello le trajo la enemistad de los vascones jacetanos, hostiles a Roma. Hacia el año -153 a.C. los romanos ya habían desbordado el río Gállego y ocupado la cuenca del bajo río Aragón y cercano Ebro. Vasconia permaneció neutral. Andando los años los jinetes vascones lucharon en Ascoli (Italia) en la guerra social bajo las órdenes de Cneo Pompeyo Estrabón. El 18 de noviembre del 90 a.C. se les concedía la ciudadanía romana a los "equites" de la Tunna Salluitana.

La llegada de los romanos acercó a los vascones del sur y del norte ya que los romanos conforme avanzaban iban creando su sistema de calzadas eficaces y sólidas. Según Estrabón (I aC) la vía desde Tarraco a los últimos Vascones "que están junto al Océano" pasaba por Pompaelo y Oíasoûna, término de la gran vía de Augusto, teniendo una longitud de 2.400, lo que viene a coincidir con las trescientas millas que fija Plinio para el mismo recorrido (cfr. Estrabón. Geografía de Iberia. Ed. Schulten, fasc. VI de Fontes Hispaniae Antiquae, Barcelona 1952, p. 245).

Posición de los vascones (-81 a -72). Cuando Sertorio llegó a la Citerior venía ya con la intención de adoptarla como segunda patria pues creía inminente la implantación de la dictadura en Roma. Una de las primeras acciones de Sertorio fue sorprender al lugarteniente de Sila obligándole a abandonar la provincia Citerior. Su escaso ejército fue engrosándose con los naturales hasta formar un cuerpo de unos nueve mil soldados y una regular flota. Logra congraciarse con los pirenaicos e ibéricos más orientales. Se apresta para la defensa. De un momento a otro han de llegar los ejércitos de Roma en su busca. Para ello aposta 6.000 hombres en los Pirineos orientales al mando de L. Livio Salinator. El, entretanto, se instala entre el Ebro y la cordillera dispuesto a atender donde hiciere falta. Si queremos valorar en su justa medida la relación de los vascos con Roma hemos de situarlos en el seno de los acontecimientos mismos. La Euskal Herria de este tiempo comenzaba en los cerretanos y seguía por los ilergetes montañeses para continuar en los vascones y aquitanos. Así es que estos acontecimientos que hoy nos parecen tan apartados del suelo vasco ocurren en sus mismos lindes y aún dentro de él en ocasiones y son protagonistas anónimos muchos de los soldados vascones del ejército sertoriano.

Es el año -79 cuando llega el cónsul Quinto Cecilio Metelo con el encargo expreso de combatirlo. Temen su triunfo y su probable marcha de Roma. Por este tiempo el procónsul de la Citerior contaba con un ejército considerable que reunió desde ese momento al de Metelo haciendo un total de mas de cien mil hombres contra menos de diez mil de Sertorio y, tras repetidas victorias de éste y sus gentes, logra instalarse en la Citerior que ha de ser, en adelante, su fuerte definitivo. La conquista de la Citerior, iniciada por Hirtuleyo, tuvo un momento culminante en la batalla de Ilerda (Lérida) donde son derrotados el lugarteniente de la Citerior, Calidio, y el de la Galica, Manlio, que había venido en su apoyo con 20.000 hombres.

El sertoriano Hirtuleyo les obliga a evacuar Lérida y repasar el Pirineo. Huesca es la elegida para capital romana donde piensa ir, poco a poco, apoderándose de todas las provincias y caer al fin sobre Roma y su dictador. Apoyándose en la zona vascón-ilergete Calahorra- Lérida-Huesca, ciudades fidelísimas a toda prueba. Claro que no toda Euskalerria es afecta al representante de las libertades populares; algunas ciudades vasconas como Cascante y la celtíbera Graccuri, afectas al poder constituido, deben ser tomadas por las armas el año -76. Luego pasa a Calahorra, acampa en la frontera de los berones y atraviesa la tierra vascona, per vasconum agrum ducto exercitu. Sertorio establece su cuartel en tierra de berones. Emisarios de confianza salen en busca de trigo y provisiones, de caballos y jinetes y hasta soldados rasos hacia las tribus celtibéricas amigas. El punto de concentración es Contrebia Leucada que debió de estar, según Bosch, donde ahora están las ruinas del castro de Cervera del Río Alhama desde donde podía acudir a donde quisiera. Metelo, en nombre de Roma, opera por el S. hacia la Lusitania, y Pompeyo debe de llegar, de un momento a otro, por el Pirineo oriental.

Pompeyo, instalado en Emporión, planea coger a los ejércitos sertorianos en un movimiento de tenaza desde las riberas del Ebro y desde Cartagena donde deben desembarcar fuertes contingentes suyos. Tras varias peripecias de victorias y derrotas, Sertorio obliga a Pompeyo y Metelo a repasar el Ebro. La lucha se corre, Ebro arriba, al interior de la Celtiberia. Pompeyo, que depende de los aprovisionamientos que le han de suministrar desde la Galia, elige como cuartel de invierno un centro estratégico en tierra francamente afecta: Iruña. Allí permaneció las dos invernadas del -75, y -74, fecha en que, tras tanto éxito, comenzó a declinar la suerte de su rival. Apiano nos da cuenta de la situación general del Imperio y de las peripecias del cerco de Palencia, la retirada de Pompeyo al campamento de Metelo y cómo Sertorio cae sobre sus enemigos cerca de la vascona Calahorra y les mata tres mil hombres. Después de este sangriento encuentro, Metelo se vio obligado a retirarse a la Hispania Superior y Pompeyo a la Galia quedando de momento Calahorra libre del asedio. Un año más tarde, en el -73, Sertorio solamente poseía con firmeza su famoso núcleo entre Calahorra, Huesca y Lérida. Las sucesivas derrotas trajeron consigo las defecciones y luego, las represalias; finalmente ocurre el asesinato de Sertorio el año -72 por su subordinado Perpena, en medio de un banquete engañosamente preparado en Osca. Derrotado también Perpena por Pompeyo, el ejército se desbanda. Con parte de él organiza el vencedor las civitas de Convenae.

Las luchas civiles entre los dos rivales, César y Pompeyo, hace que las Galias sigan al primero y las Hispanias, al segundo. Pompeyo tenía muchos partidarios en Vasconia, o sea, la Navarra actual, cuya ciudad más importante Iruña, la había engrandecido notablemente a raíz de su alianza con los vascones. Se suele referir a ese hecho el que a la ciudad de los vascones se le comenzara a llamar Pompeiluna o "Ciudad de Pompeyo". Los puertos del Pirineo los guardaba el legado Lucio Afranio que con tres legiones guarnecía la Hispania Citerior. En el ejército de la Galia a favor de César venía la flor de Aquitania y de las montañas confinantes. Las peripecias de la guerra tienen lugar lejos de Vasconia, junto al Segre. Los generales pompeyanos son vencidos en Lérida, Ilerda (-49 a.C). Afianzado César en el poder se muestra generoso p. e. restaurando Calahorra.

(Años -14 a siglo III). Durante el reinado de Tiberio, entre los años -14 al 37 se construyó una obra gigantesca de comunicación que atravesaba diagonalmente Euskalerria uniendo a autrigones, caristios, várdulos, vascones y tarbellis del otro lado del Pirineo (vía Asturica-Burdigala). Con Claudio (41-54) Navarra fue incluida en el Conventus cesaraugustano. El año 69 tuvieron los vascones un actuación espectacular. Ocurrió que Claudio Civil, alemán de nación, se había conjurado con los alemanes contra Vespasiano reuniendo un ejército de varias naciones, según decía, para liberar su tierra y las Galias de los romanos. El ejército romano se hallaba entonces en Gelduba, sobre el Rhin, ignorante de lo que se tramaba. La arremetida de Civil y sus gentes contra los romanos fue repentina e imprevista. La caballería romana quiso repeler el ataque pero lo hizo en forma tan desordenada y confusa que se vio obligada a emprender una precipitada retirada. En esta situación angustiosa llegaron las cohortes vasconas que había reclutado Galba en su tiempo, acometiendo al enemigo por la retaguardia, con tal ímpetu, que creyeron que caían sobre ellos todas las tropas romanas acampadas en Magundia o Noveso. Rehecho el ejército con este episodio lograron una memorable derrota del enemigo.

La toponimia y la arqueología -muy estudiadas en los últimos años- atestiguan el gran desarrollo del ager navarro que debido a las novedades tecnológicas -arado, acueductos, tracción animal, cereales, olivo- experimentaría un gran avance demográfico y urbano (Pamplona, Calahorra, Cascante, Falces, Liédena, Santacara, Villafranca, Funes, Tudela, etc.) y una transformación importante del sistema gentilicio vascón que abre el paso, en esta zona, a un ordenamiento terrateniente de base esclavista. El inmenso Imperio se apoya en las ciudades, y en la red de calzadas romanas (Tarragona-Asturias y Astorga-Burdeos más transversales), en un derecho elaborado ad oc y en una intrincada y eficaz actividad comercial y financiera.

La ruralidad queda relegada a zonas no asimiladas, venidas a menos, paganas y bárbaras. La penetración cristiana afectó a la vida individual y de relación de grandes sectores romanos pero no trascendió a las relaciones de la metrópoli con los pueblos del Imperio. El Ebro habría sido el eje de penetración de la romanización cultural y comercial basada en una red de comunicaciones viarias y en un río navegable hasta Vareia, cerca de Logroño. La "pax" romana comienza sólo a verse alterada hacia la mitad del s. III, época en que el Imperio entra en crisis, pero sus casi dos siglos de duración permitieron una floración de la agricultura -vid, olivo, trigo, hortalizas, regadío-, la minería -plata, mármol, hierro, plomo-, el comercio y las ciudades -Cascantum, Gracurris, Calagurris- ribereñas del Ebro. El contraste entre el saltus y el ager se acompaña con una pérdida de la lengua privativa en la zona más romanizada de Navarra.

Durante el siglo III comienzan a moverse los pueblos bárbaros circundantes del Imperio, principalmente alemanes y francos que invaden las Galias. Desde el año 253 los generales de Valeriano se enfrentaban a ambos pueblos en la Galia. Pasando el Pirineo, Tarragona es tomada el año 255. Tal vez Pamplona fuera incendiada entonces. A pesar de las medidas represivas de Aureliano en 273 contra alamanes y francos no puede impedir que unidos los germanos arrollen todos los obstáculos en su marcha. El año 276 fue el año de la catástrofe, con la destrucción de 60 ciudades incluidas las aquitanas Poitiers y Burdigala y la llegada al Pirineo vascón, hoy diríamos navarro. Todo lo que se sabe de la invasión en tierras vasconas se debe a las fechas de las monedas encontradas en tesorillos escondidos que proceden de años anteriores y a las excavaciones del área pamplonesa. De este orden son las monedas encontradas en las excavaciones de Liédena y la línea del paso por Roncesvalles, las de Clunia y los tesorillos de Briscous y Barcús al norte del Pirineo.

En Liédena, junto a Sangüesa, se encontraron juntos 105 denarios, repartidos, según Taracena, como sigue: 1 de Octacilia Severa, mujer de Filipo (249-249), de Trajano Decio (249-251), 9 de Valeriano (253-260), 42 de Galieno (253-268), 6 de Saloninas (268-270), 2 de Quieto el Rebelde de Oriente (261-262), 13 de Claudio II (268-270) y 28 inclasificables. Estas monedas acreditan que el incendio que destruyó el almacén y quién sabe si el mayor tramo de edificios, ocurrió pocos años después del 270. El paso del Pirineo por estos bárbaros habría tenido lugar hacia el año 276. Todo se sume en la inquietud y el desorden. Avieno habla ya de "inquietos vascones". Nada tendría de particular que existieran auténticos bandidos en las tierras despobladas y lugares montañosos alejados e interiores. Una lápida de Oteiza habla ya de bandoleros en la zona de Estella. Pero, por lo general, se trata de montañeses pobres y míseros, que asaltan las ricas tierras de la llanura en busca del botín.

En el siglo IV se produce la barbarización del Imperio: establecimiento de pueblos godos en el mismo y el sometimiento de la autoridad imperial a la Iglesia, reconocida por Constantino, que proscribe a las religiones paganas y al arrianismo. Aparece también la incursión organizada "oficialmente" por la tribu. Y es ahora cuando se inician las primeras revueltas políticas y toman la iniciativa los oscuros buruzagis y campesinos pobres. El tránsito por algunas vías romanas se hace peligroso. El rincón del Bidasoa por ejemplo se halla cercado de guarniciones romanas estratégicamente colocadas en Veleia (Iruña de Alava), Pompaelo (Pamplona) y Lapurdum (Bayona). Vascos rurales de un lado y otro del Bidasoa, unidos, incursionan en un extenso radio de acción poniendo en peligro equipajes y bienes. En este estado de cosas van llegando las primeras complicaciones con la aparición de tribus germánicas infiltradas a través del inmenso Imperio colonial romano. El año 395 muere el emperador Teodosio dejando el Imperio a sus dos hijos, a Arcadio el Oriente, y a Honorio el Occidente.

(409) Roncesvalles. Los primeros sucesos consisten en el paso del Rhin por los bárbaros en 406 camino del Pirineo a donde llegan después de haber cruzado el Loira y el Garona sin encontrar resistencia alguna. La Novempopulania fue devastada de lado a lado. En el Pirineo no había destacamentos militares romanos de ninguna índole, corriendo la defensa de los pasos a la iniciativa privada. Desde los primeros intentos de invasión los jefes de las milicias romanas, reunidos en Pamplona, se habían dirigido al Emperador Honorio exponiéndole la difícil situación de las defensas. A mediados del 408 contestó, desde Roma, estimulándoles a defenderse. En la carta se concedía a las guarniciones locales honores, aumentos de sueldos y el derecho de Hospitium o sea de alojamiento en las casas de los vecinos.

En 409 los vándalos, álanos y suevos rompen la resistencia pirenaica de los nobles Dídimo y Veriniano cruzando el Pirineo por Roncesvalles. La operación tuvo dos fases: ocupación por los honoriacos y su deserción dando paso a los bárbaros. Del Pirineo descienden por los valles y por Pamplona derramándose por la cuenca del Ebro. Los vínculos con Roma quedan rotos y el país queda a merced de los jefes locales. Comienza a hablarse de "vascones" solamente, pues la tribu vascona (Navarra) se ha impuesto desapareciendo las denominaciones de caristios, várdulos y autrigones. En adelante (siglos V, VI y VII) va a hablarse de una Vasconia indómita en lucha contra toda clase de invasores. Las instituciones romanas llegan casi a desaparecer; así la vida municipal de los núcleos urbanos vascones que, en opinión de Caro Baroja, no pudo "tener continuidad normal a partir del siglo V", aunque tal vez se conservaran, según Caro, determinados caracteres, como el episcopal y la antigua división por valles o pagi.

BEL