Lexikoa

MAGISTERIO

La escasez de investigaciones históricas sobre la educación en el País Vasco no nos permite, todavía, ofrecer una panorámica general sobre los procesos básicos de alfabetización y escolarización, a partir de los cuales pudiéramos referirnos, con datos precisos, a lo que ha sido el magisterio vasco. Hasta el siglo XIX y debido a la preocupación de los liberales, siguiendo una tradición procedente de los ilustrados del XVIII y a los cambios producidos en la enseñanza elemental, no podemos hablar de la constitución del magisterio como un cuerpo docente. El hecho de que la enseñanza elemental, que consistía básicamente en la instrucción religiosa y las primeras letras, dependiese de los ayuntamientos hacía que la provisión de maestros no se sometiese a ningún tipo de selección, más que la relativa a la mínima instrucción y sobre todo a la reconocida reputación moral. Junto con estos maestros «laicos», que compartían el magisterio con otras dignas profesiones, desde sacristanes hasta barberos, existían las órdenes religiosas, cuya preocupación máxima residía en hacer buenos cristianos antes que buenos ciudadanos, antes el catecismo que la cultura. Por otra parte, no conocemos la existencia en el País Vasco de la Hermandad de San Casiano fundada en 1640 y que, como asociación profesional del magisterio, fue extendiéndose por diversas provincias. Entre otros privilegios esta congregación tenía el de examinar a los maestros. Tampoco tenemos constancia de que se instalaran en el País ni el Colegio Académico (1780), ni la Real Academia de Primera Enseñanza ( 1791 ) continuadoras de la Hermandad, y ante cuyas comisiones se ejercía un control de los conocimientos y preparación de los aspirantes a maestros. Como en tantos otros aspectos, la Constitución de 1812 puso los primeros cimientos de lo que habría de ser toda la política educativa del siglo XIX. Según la Constitución había que asentar los principios liberales sobre educación, desposeyendo a la Iglesia del control que sobre la misma ejercía, pero también organizar el sistema administrativo de la enseñanza. El modelo francés será el punto de referencia. A partir de esta Constitución y de las sucesivas disposiciones legislativas, la centralización, la uniformidad de planes y la secularización serán los ejes que, sobre todo a partir de 1834, irán configurando el sistema educativo, y en el cual se inserta la formación del magisterio, a través de la creación de escuelas normales en todas las provincias del Estado.