Lurraldeak

Lapurdi

Sobre una superficie de 859 kms.² se asienta según los estudios estadísticos realizados en 1982 por el INSSE (Institut National de la Statistique et des Etudes Economiques), una población de 189.594 habitantes, lo que equivale a una hipotética densidad media de 220,7 hab/km.² El largo proceso evolutivo de la población vascofrancesa ha dado como resultado una irregular distribución de la misma en el territorio, de tal manera que a medida que nos trasladamos al Este, en el límite del territorio histórico de Baja Navarra, la población desciende de manera considerable con respecto a los valores y stocks humanos del Laburdi litoral. La dicotomía entre el área litoral y las zonas interiores rurales, será en este territorio semejante a la de cualquier provincia de las del País Vasco Peninsular (Euskadi Sur). Estas diferencias de las áreas litorales e interiores que se han acentuado de manera alarmante en el siglo actual, tienen su origen hace varios cientos de años, ya que en el siglo XVI se tienen noticias de importantes flujos migratorios de las áreas interiores del País, a pesar de la introducción del maíz como cultivo exclusivo.

Esta situación contrasta de manera considerable con la pujanza económica y demográfica que muestran las áreas litorales al amparo de las actividades pesqueras (ballena) y de La construcción naval. Fruto de esta coyuntura favorable sería el importante potencial humano de San Juan de Luz que en 1578 censaba 12.000 residentes. (A título comparativo señalaremos que en la moderna historia demográfica de San Juan de Luz la comuna censará más de 10.000 habitantes en 1946 y que el cantón superará los 15.000 residentes en 1968). Los conflictos bélicos del XVII (Guerra de los Treinta años), sociopolíticos (revueltas rurales y urbanas), técnicos (colmatación del río Nivelle) y la pérdida de las colonias americanas (Paz de Utrech en 1713), junto con los problemas derivados de las enfermedades epidémicas hacen que el rumbo ascendente de la demografía vascofrancesa del siglo XVI se estrangule en siglos posteriores. Si en 1718, en treinta y seis comunas de Laburdi se calculaba un potencial humano de 65.000 personas, un siglo después (1820) las mismas tenían un volumen demográfico estimado en 52.000 personas.

La referencia puntual de esta situación se refleja perfectamente en San Juan de Luz, que frente a los 12.000 residentes de 1578, pasó a 2.443 en 1820, tras haber censado un stock humano de 4.800 personas en 1728. Será a partir de 1820 cuando la dinámica demográfica de Laburdi vuelva a marcar una curva ascendente: las características propias de una demografía del Antiguo Régimen (tasas de natalidad y mortalidad elevadas y crecimiento natural reducido) dan paso a otras sustancialmente diferentes que incidirán en un crecimiento en un principio bastante acelerado, que posteriormente reduciría sus valores. Los desequilibrios espaciales de los asentamientos humanos del litoral e interior se verán favorecidos por dos hechos concretos: los movimientos migratorios y el turismo, fenómeno social éste de nueva y reciente aparición. Se confirmarán de esta manera las áreas puntuales del desarrollo poblacional de Laburdi. Bayona, Anglet y Biarritz, ya en 1876 con sus 37.039 habitantes, representan el 40,55 % del total de los labortanos (91.322 habitantes). El siglo XX marcará definitivamente las terribles diferencias que se aprecian hoy día en los territorios históricos de Iparralde. Laburdi consolidará su primacía demográfica, a la vez que en torno a la desembocadura del Adur se irá germinando el gran eje socioeconómico sobre el que gira la actividad económica de gran parte de Euskadi Norte e incluso de algunas comunas del departamento de Las Landas.

Si en 1901 la población del territorio de Laburdi venía a suponer el 59,68 %, el último refrendo estadístico de la población del departamento de los bajos Pirineos Atlánticos señala que el volumen de labortanos sobre el total del País Vasco Continental se ha elevado al 80 % tras haber significado el 70,83 % en 1954. Ello es claramente significativo de la progresiva concentración humana en los límites históricamente asignados a Laburdi. Desde el nacimiento del siglo tenemos noticias referentes al estado de la población vasco- francesa en los años acabados en "1" y "6" hasta 1936, ya que la anómala situación que vivió el país francés en los años cuarenta (conflicto bélico de la Segunda Guerra Mundial) supuso una ruptura con la periodicidad de la confección de los censos, ya que tras el "recensement" de la población de 1946 pasaron ocho años hasta un nuevo estudio estadístico (1954). A partir de esta fecha se han realizado "recensements" en 1962, 1968, 1975 y 1982.

A lo largo del presente siglo, según los datos ofrecidos por el INSEE se recogen a continuación en estas cifras:

AñoPoblaciónAñoPoblación
1901104.3231954138.405
1911112.3871962159.442
1921112.7921968168.619
1931135.6761975176.805
1936129.9361982189.594
1946134.536

La curva de la gráfica es suficientemente expresiva como para hacer en el presente siglo una diferenciación en el comportamiento de la demografía Lapurdina. De una parte el período comprendido en la primera mitad de siglo y de otra los veinte años del período iniciado en 1960. Los primeros treinta y seis años del siglo (1901-1936) están caracterizados por un comportamiento bastante monótono y de exiguo crecimiento. Tan sólo son de destacar las variaciones registradas entre 1921 y 1931, con un crecimiento medio anual del 2,02 % y los cinco años posteriores. Entre 1931 y 1936 la población de Lapurdi descendió en algo más de 5.000 habitantes (incremento anual de -0,84 % anual). Será precisamente aquella fecha de 1931 la que registre el mayor potencial humano en el territorio en esta primera mitad de siglo. A partir de los años treinta se observa una ralentización en el incremento de la población. Si en el segundo decenio la conflictiva situación del Estado francés (Primera Guerra Mundial) redunda de manera negativa en su proceso demográfico, en los años treinta y en la antesala de la Segunda Guerra Mundial se perciben sus efectos con una natalidad que forzosamente debe ser reducida como consecuencia de los escasos jóvenes nacidos con los años del primer conflicto europeo.

Si a ello añadimos que Lapurdi, especialmente sus zonas rurales, no se había recuperado de la terrible "sangría demográfica" del siglo XIX se comprenderá perfectamente el curso seguido por la curva poblacional de su territorio hasta bien entrada la década de los cincuenta. Luis Etcheverry señala que entre 1832 y 1891 los territorios históricos vascos perdieron un potencial humano de 79.262 personas debido a la emigración que en su mayoría se dirigía a América. Por su parte Lapurdi, si se excluye a Bayona, Anglet y Biarritz, perdió entre 1876 y 1901 un total de 4.284 personas como consecuencia de la pérdida de población registrada en el 50 % de sus comunas. Quiere ello significar que ya desde principios de siglo la vitalidad demográfica del territorio ha estado directamente ligada a la de las tres comunas que han constituido el B.A.B. A partir de 1954 la dinámica demográfica de Lapurdi toma un rumbo claramente ascendente. El crecimiento natural se verá reforzado por los flujos migratorios provenientes de las zonas interiores de Iparralde. Este incremento prácticamente se concentrará en su totalidad en la franja costera del territorio y más en particular en torno a la desembocadura del Adur. Los escasos 135.000 moradores del territorio, según los datos del INSEE en 1946, pasarán a ser casi 190.000 en 1982, tras haberse superado la barrera de los 150.000 en 1962 y la de 175.000 en 1975.

La franja litoral que se extiende desde Bayona a Hendaya concentra casi el 75,15 % del total de la población. Contrariamente los asentamientos del interior, pierden representatividad en el colectivo global de Lapurdi. Anglet, Bayona, Biarritz, Hendaya y Boucau tienen densidades superiores a los 1.000 hab./km.², con un máximo en Biarritz de 2.281 hab./km.²; mientras las comunas orientales próximas al territorio histórico de B. Navarra, Bardos, Guiche y Macaye, no alcanzan los 30 hab./km.² Estos desequilibrios igualmente se aprecian en el conjunto de los cantones litorales e interiores. Lógicamente en Biarritz y Anglet, al corresponderse el cantón con las comunas homónimas, tienen las densidades más elevadas (2.281,11 y 1.126,17 hab./km.² respectivamente). A continuación, con valores sensiblemente inferiores, irían escalonados de mayor a menor densidad los restantes cantones. A saber: Bayona (537,80 hab./km.²), Saint-Jean de Luz (311,80 hab./km.²), Hendaya (288,8 hab./km.²), Ustaritz (71,19 hab./km.²), Espelette (58,97 hab./km.²), Hasparren (56,09 hab./km.²) y Bidache (25,68 hab./km.²). En ambos casos, tanto al referirnos a cantones como a comunas, la graduación de los valores alcanzados desciende de manera considerable al trasladamos hacia el Este del territorio.

Población
(Hab.)
Superficie
(Km².)
Densidad
(Hab./Km².)
ANGLET29.82226,481.126,12
BAYONA58.502108,78537,8
BIARRITZ26.59811,662.281,13
BIDACHE17.31167,3925,68
ESPELETTE10.629180,4358,9
HASPARREN6.689119,2556,09
HENDAYA22.35677,08290,03
LABASTIDE-CLAIR2.53329,8484,88
SAINT-JEAN-DE-LUZ19.01460,98311,8
USTARITZ11.722177,1166,18
LAPURDI189.595859220,71

La peculiar división administrativa vascofrancesa y los desequilibrios existentes entre el interior y el litoral nos obligan a diferenciar claramente la estructura demográfica de estos dos colectivos humanos. En el primero se engloban a la conurbación litoral Hendaya- Saint-Jean de Luz y la aglomeración de Bayona y en el segundo se incluyen a los cantones de Hasparren, Espelette y Bidache. Los mismos socioeconómicamente tienen características semejantes a las de B. Navarra y Zuberoa y por tanto sustancialmente diferentes a las de Lapurdi. Los cantones de Hasparren y Bidache tienen algunas comunas que están enclavadas en lo que tradicionalmente se ha delimitado como Baja Navarra. El proceso evolutivo de la demografía vascofrancesa en general ha llevado al colectivo social de Iparralde a un progresivo envejecimiento, cuya intensidad es más acusada a medida que nos alejamos de los asentamientos litorales. Las divisiones anteriormente señaladas serán las unidades analíticas que diferenciarán la estructura poblacional de ambos grupos.

El paulatino envejecimiento de la población vasca norpirenaica es consecuencia de dos hechos bien concretos. De un lado la emigración de las áreas interiores que se traduce en una progresiva adultización y de otro lado el reducido crecimiento natural, incluso en las áreas más desarrolladas económicamente (BAB), muy vinculado a la escasa participación porcentual de los grupos jóvenes en el total (a título comparativo señalaremos que en 1975 en Euskadi Sur los menores de 20 años significaban el 33 por 100 del total y en la aglomeración de Bayona, el área más dinámica de Iparralde, este colectivo menor de veinte años es el 27,96 por 100. Contrariamente los mayores de 65 años eran el 8,27 por 100, y el 18,78 por 100 respectivamente). Los flujos migratorios y el descenso del crecimiento natural ha llevado a las áreas interiores de Lapurdi a registrar exiguos crecimientos de su población cuando no descensos como en el caso de los cantones de Bidache y Hasparren. Ambos entre 1936 y 1982 han perdido un volumen de 991 personas, lo que sobre los 9.411 residentes censados en los años treinta viene a significar un descenso medio anual del 0,22 %.

El exiguo crecimiento vegetativo de la población (tasa de natalidad sobre el 13 por mil e índice de mortalidad muy próximo a ese valor, e incluso superior) hace que la evolución demográfica de estos cantones esté supeditada al rumbo de sus movimientos migratorios. Este exiguo crecimiento natural de la población aumenta ligeramente en las áreas litorales, aunque sus valores siempre estén acordes al comportamiento general de la demografía francesa y disten mucho de la dinámica poblacional vasco-peninsular. Sin embargo, si en el interior de los movimientos migratorios limitaban el reducido aumento de su población, en la costa los mismos tienen un efecto contrario al reforzar las escasas diferencias entre el número de nacidos y el número de fallecidos. Estos movimientos migratorios se corresponden en su mayoría con personas pertenecientes a la tercera edad que se asientan de manera definitiva o casi definitiva en algunas de las comunas del litoral: Biarritz, Saint-Jean de Luz, etc.

En consecuencia se produce un aumento de la población que conlleva un envejecimiento de la misma; de tal manera que ya en 1975 en torno al BAB había casi un 20 % de jubilados. Caso especial es el de la comuna de Cambo-les-Bains en el cantón de Espelette que en pleno interior de Lapurdi se ha convertido en un centro de atracción para la gente anciana en virtud de la instalación de centros especiales (sanatorios, balnearios, etc.). Es por ello que el aumento del número de habitantes lleva tras de sí una elevación porcentual en el grupo mayor de 65 años. Esta dinámica demográfica ha traído como consecuencia un colectivo social envejecido con un alto índice de personas dependientes. En Lapurdi, según se expone a continuación, todos los cantones tienen más del 15 % de sus respectivos potenciales demográficos encuadrados en el epígrafe de "gente anciana" (más de 65 años). La participación porcentual de los tres grupos preestablecidos:población joven, menos de veinte años; adulta, entre veinte y sesenta y cuatro años, y ancianos, más de sesenta y cuatro, es la siguiente:

0-1920-6465
%%%
ANGLET29,154,516,4
BAYONA27,953,318,8
BIARRITZ23,25125,8
SAINT-JEAN-DE-LUZ y HENDAYA28,75417,3
USTARITZ32,851,715,5
ESPELETTE28,75219,3
HASPARREN26,452,820,8
BIDACHE25,753,920,4
LAPURDI28.253,418,4

Como se aprecia, algunos cantones presentan sensibles diferencias con los valores registrados a nivel del territorio histórico. Son los cantones del interior (Bidache, Hasparren y Espelette) y Biarritz. Aquí el importante porcentaje de población anciana está determinado fundamentalmente por su carácter turístico y la imposibilidad de desarrollo de la comuna. Casi el 15 % de la población son antiguos asalariados del sector privado (jubilados). Este porcentaje viene a significar el doble del existente en las otras dos comunas del BAB (Bayona y Anglet).

De las cuarenta y un comunas en que se encuentra dividido el territorio histórico de Lapurdi, 17 tienen población superior a los 2.000 habitantes, por lo que a efectos estadísticos son consideradas como urbanas. De ellas dos (Hendaya y Saint-Jean-de-Luz) tienen población superior a los 10.000 residentes, otras dos (Anglet y Biarritz) superan los 25.000, y una (Bayona) supera los 40.000. El resto de las comunas tienen valores comprendidos entre los 200 habitantes de Bonloc y los 6.295 de Ciboure. Quiere ello decir que el 40 % de las comunas son consideradas como urbanas aunque sus características sean sustancialmente diferentes a las de los territorios vascos del Sur, donde se catalogan como urbanos a aquellos ayuntamientos que superan los 10.000 habitantes. A título comparativo señalaremos que en los otros dos territorios históricos de Euskadi Norte, Baja Navarra y Zuberoa, tan sólo dos comunas (Saint- Jean-Pie-de-Port y Mauleón-Licharre), sobre un total de 117, superan los 2.000 habitantes pero en ningún caso alcanzan los 5.000.

La distribución espacial de la población en Lapurdi ha dado lugar a un progresivo grado de urbanización de la costa en detrimento de las áreas interiores. El INSEE señala en el departamento de los Bajos Pirineos dos aglomeraciones urbanas, la aglomeración de Pau y la aglomeración de Bayona, única del País Vasco Continental que supera los 50.000 habitantes. La misma comprende las comunas de: Anglet, Arcangues, Bassussarry, Bayona, Biarritz, Bidart, Boucau, Guethary, Mouguerre, Saint- Pierre-d'Irube (todas ellas pertenecientes a Lapurdi) así como Ondres y Tarnos (departamento de Las Landas). Esta unidad urbana acoge a los 117.004 residentes vascofranceses de las comunas Lapurdinas más a los casi 10.000 habitantes de Ondres y Tarnos. Junto a esta aglomeración reconocida por las divisiones administrativas del Estado francés, existe la pequeña conurbación de Saint-Jean-de-Luz y Hendaya que prácticamente a lo largo del litoral forman un continuo urbano (Hendaya, Sokoa, Ciboure y Saint-Jean-de- Luz).

La misma prácticamente viene a unirse a Guethary, perteneciente a la aglomeración de Bayona, lo que hace que el litoral vascofrancés sea prácticamente una unidad urbana que une la frontera de Hendaya con la desembocadura del Adur. A su vez este conjunto prácticamente se une con la pequeña conurbación de Hondarribia e Irún con la que son frecuentísimos los movimientos pendulares entre ambos lados del Bidasoa. La autopista Bilbao-Behobia-Bayona ha servido para unir más las relaciones entre -principalmente- la capital donostiarra y Bayona con movimientos frecuentes que antaño quizás fueran más limitados como consecuencia de las dificultades existentes en el tráfico por carretera. Las diecisiete comunas que superan los 2.000 habitantes y por tanto pueden ser denominadas urbanas son las siguientes: Anglet, Arcangues, Ascain, Bayona, Biarritz, Bidart, Boucau, Cambo-les-Bains, Ciboure, Hasparren, Hendaya, Mouguerre, Saint-Jean-de-Luz, Saint-Peesur-Nivelle, Saint-Pierre-d'Irube, Urrugne y Ustaritz. Una rápida visión del mapa de Lapurdi permite comprobar cómo, de las citadas comunas, sólo dos, Cambo-les-Bains y Hasparren, están situadas en el interior de Lapurdi.

Esta progresiva urbanización del litoral es un hecho claramente relacionado con la vitalidad económica de la costa, cuyo origen habría de situarse paralelo al nacimiento del turismo en Biarritz y por extensión en el resto del Lapurdi litoral, ya que el despoblamiento de las comunas del interior es un hecho bastante relacionado con el progresivo desarrollo demográfico y por ende urbano de las comunas situadas en el extremo occidental del territorio. De las cinco comunas que en función de su población han adquirido carácter urbano en el presente siglo cuatro pertenecen a la aglomeración de Bayona, a saber: Arcangues, Bidart, Mouguerre y Saint-Pierre-d'Irube, como consecuencia del desarrollo urbano de las tres comunas principales de Lapurdi que forman el B.A.B.

PPS

El examen de los materiales antropológicos sugiere que la Aquitania descrita por César sea asociada no sólo al País Vasco actual sino también a las regiones cuyo carácter vasco está verificado en los albores de los tiempos modernos: Rioja y las montañas que la rodean (Merino Urrutia, 1962). Desglosar de estos materiales las características antropológicas de los Lapurdinos resulta casi imposible, por lo menos hasta nuestros tiempos. Dadas las grandes similitudes del arte magdaleniense cantábrico y pirenaico y el de Perigord, puede deducirse necesariamente que hubo estrechos contactos entre poblaciones de hábitats diferentes y, de ello, un cierto parecido físico, pero las pruebas óseas son escasas. El cráneo de la edad del hierro hallado en Sara (1967) se diferencia de sus vecinos landeses, etc., por un mayor volumen y por una neta elevación del índice craneal. P. Marquer recoge en su tesis las medidas de todos los cráneos vascos de la época moderna conocidos y los compara:

GipuzkoaBizkaiaAlava
150 H50 H33 H
Longueur du crâne184,7188,4180
Largeur du crâne143,7143146
Indice crànien77,775,981,2
Hauteur basio-bregmatique130,3129,3131
Indice de hauteur-longueur70,568,972,7
Frontal minimum9797,496
Hauteur naso-alvéolarie72,671,870
Bizygomatique130,1130,8133
Indice facial supériuer55,654,552,9
Hauteur orbitaire33,833,332
Indice orbitaire80,780,878,8
Hauteur nasale45,647,347,8
Indice nasal45,647,347,8
(Stature restitué)1625?1629

Se puede consignar una diferencia interesante de los Lapurdinos respecto a los demás que tendrían un índice craneal más débil, un índice altura-largura más débil, un índice nasal más débil y un índice orbital más elevado. Si se suman las tres grandes dimensiones del cráneo (largo, ancho, alto) la suma es mayor en los guipuzcoanos y vizcaínos que en los Lapurdinos que se orientan, discretamente, hacia las características más generales en Francia. La estatura es casi la misma. El índice cefálico es relativamente bajo en Lapurdi (81 ,2); por medidas de detalle se encuentra un gradiente decreciente que parte de Gers (83,4), Zuberoa (83,2), Baja Navarra (82,2), Lapurdi (81,2), Guipúzcoa (78,1), la montaña de Navarra (77,1) y Alava (76,9). Los vascos parecen haber conservado la nariz más estrecha de todo el Sudoeste francés. (Ref. Riquet, 1981).

En el caso de Laburdi disponemos de un documento especialmente instructivo, fechado en 1718. En esta fecha, Lespés de Hureaux, teniente general de la Senescalía de Bayona, redacta un informe sobre la ciudad y el país de Laburdi, informando con todo detalle sobre la situación en esa época. Una "Relación de las parroquias y aldeas del país de Laburdi" es llevada a cabo. El autor enumera 24 parroquias y 17 aldeas que reagrupan un total de 10.176 hogares. De Hureaux asigna a cada hogar un coeficiente medio ligeramente superior a 5,5, obteniendo una población de 57.805 habitantes por 41 comunidades, lo que parece algo exagerado. Saugrain cuenta en 1709, 7.341 hogares, a los que una vez asignado el coeficiente 4,5, se obtiene la cifra de 33.034 habitantes por 33 parroquias. En 1726, el "Dictionnaire Universel" calcula la población de Laburdi en 30.406 personas repartidas en 31 parroquias. Si el número de habitantes estimado por Lespés de Hureaux parece excesivo, aunque éste afirma "haber dado una aproximación basada en el número de casas", es probablemente debido a la importancia del coeficiente, más que a un error de cómputo de los hogares. Este funcionario, dada su posición, nos parece estar mejor informado que Saugrain sobre los registros de contribuciones.

Parece ser que aquí también, como en el caso de la Baja Navarra, la media de las cifras propuestas refleja con más acierto el número de habitantes. Desde nuestro punto de vista, Laburdi tenía a comienzos del siglo XVIII unos 45.000 habitantes. Este parecer es confirmado, en parte, si adscribimos el coeficiente 4,5 al número de hogares establecido por Hureaux, obteniendo así la cifra de 45.800 personas, comparable a la media propuesta. Expilly, por su parte, no ofrece ninguna nueva información sobre esta provincia, y recoge textualmente la lista difundida por Saugrain en 1702. En 1791, el censo de los 40 municipios recuenta 46.201 habitantes en Laburdi. Si restamos de esta cifra los habitantes de Guiche (1.277 hab.), no recogidos por Lespés de Hureaux, obtenemos 72 años más tarde una población laburdina equivalente, si no inferior, a la del comienzo del siglo XVIII, con 44.924 ciudadanos contra unos 45.500. En 1820, el déficit se agrava con un censo cifrado en 44.989 personas, Guiche incluido.

Aún y cuando el potencial humano no aumenta, Laburdi es durante el siglo XVIII la provincia vasca del Norte con mayor densidad de población, 61 habitantes por km.² repartidos en 741 km.² Cuatro municipios del interior reagrupan la mayor parte de su población en pueblos de importancia media: Cambo; Ustaritz, cabeza de partido; Hasparren y en menor medida Espelette. El número de habitantes de estas aglomeraciones evoluciona de forma diferente durante el siglo XVIII. Ustaritz disminuye considerablemente; Cambo y Espelette se mantienen estacionarios, mientras que Hasparren prospera y se asienta con cerca de cinco mil habitantes, estableciéndose como el centro urbano del interior de Laburdi. Es particularmente interesante señalar, que en el caso de una pequeña ciudad como Cambo, cuya población no aumenta durante casi un siglo, el balance del movimiento de la población se muestra claramente excedentario. De 1741 a 1791, R. Poupel registra 2.010 nacimientos contra 1.375 fallecimientos, esto es, un aumento de 613 unidades que no encontramos en el censo de 1791. Esta constatación pone en evidencia la existencia de una emigración considerable, que más tarde veremos cómo caracteriza la evolución demográfica de Laburdi durante el siglo XVIII, confirmada por la del siglo siguiente. "En la costa hay grandes villas, mayores que pequeños pueblos", apunta De Besons en 1698. Siete municipios "marítimos" desde Bayona hasta la frontera: Biarritz, Bidart, Guétary, San Juan de Luz, Ciboure, Urrugne y Hendaya. Nogaret afirma que San Juan de Luz reagrupa 12.000 almas y Ciboure 3.000, en el siglo XVII. Si la cifra de Ciboure es admisible, la de su vecina parece sobrestimada. Este mismo autor indica que en los primeros años del siglo siguiente, San Juan de luz pierde cerca de 9.000 almas.

En 1732, la población de las dos ciudades aumenta de nuevo a 13.000 habitantes y en 1736 a diez mil. Parece ser que estas cifras, poco realistas, son el resultado de la lectura de informes comerciales, siempre excesivos debido a su carácter reivindicativo, más que del recuento de hogares o de personas. Goyetche precisa que en 1755, San Juan de Luz y Ciboure cuentan respectivamente con 6.781 y 3.367 habitantes. La media del número de habitantes obtenida a partir de los datos de Saugrain y de Lespés de Hureaux, totaliza una población global, para las siete parroquias marítimas, de 14.427 habitantes hacia 1720. En 1791 el mismo conjunto no reagrupa más que a 9.315 ciudadanos. 1820 ve agravarse este déficit, sólo son tensadas 8.316 personas en esta región de la costa.

Laburdi pierde a sus habitantes. Si el interior de la provincia consigue, gracias a un excedente de natalidad, mantener sus efectivos con un balance prácticamente nulo, la costa, ella, no lo consigue. Tomemos el ejemplo de Ciboure. Tenemos el censo de los "casamientos, bautismos y fallecimientos de la parroquia, desde 1700 hasta 1780, de diez en diez años, sin incluir los años intermediarios", esto es, nueve series de datos.

AñoMatrimoniosBautizosDefunciones
17001788162
1710248766
17201768111
17301672108
17401670127
175086564
176094877
1770126273
1780827113
TOTAL127587901

Siete veces, en 1700, 1720, 1730, 1740, 1760, 1770, 1780, el número de fallecimientos sobrepasa al de los nacimientos. En 1700 se señalan 162 muertos contra 88 bautismos; en 1780, 113 muertos contra 27 nacimientos. En estas condiciones uno no se extraña, al ver este floreciente puerto con más de 2.200 almas en 1700, reducirse a un estado de miseria en 1780, con apenas algo más de un millar de habitantes. Si el estancamiento general de la población de Laburdi tiene su razón de ser en el desmoronamiento de su actividad comercial, el impresionante despoblamiento de las "parroquias marítimas" plantea un problema particular. Ciertamente, las consecuencias de los tratados de Utrecht y de París asestan un golpe fatal a la industria pesquera que practican estos municipios. Pero la existencia de numerosas marismas con su determinismo patógeno, ¿no plantea el problema de la morbilidad en la evolución demográfica de esta zona marítima? En 1779, al finalizar el verano, Ciboure es víctima de una epidemia mortífera, que en aquel tiempo es atribuida a las marismas.

En 1780 se señalan más fallecimientos, debidos a las enfermedades que reinaron ese año. Parece conveniente tener en cuenta, sin exagerar su importancia, el factor enfermedad en los movimientos demográficos de esta región, en esos tiempos. Desafortunadamente, si por un lado podemos señalar la realidad de estos dos factores, por otro lado nos es posible evaluar, con precisión, las consecuencias sobre la vida y la muerte de los hombres. Bayona es la única gran ciudad del País Vasco Norte. En 1726, Saugrain estima su población en 8.000 habitantes. Esta cifra es producto del recuento de 1.448 hogares en 1709. Un informe de 1775, lamentándose de la situación económica de esta ciudad, habla de 22.000 almas en Bayona, en 1713. En 1718, Lespés de Hureaux escribe que la "ciudad de Bayona tiene unas 900 casas habitadas, la mayor parte de dos o tres pisos. Es una de las ciudades mejor pobladas, tiene entre 10 y 11.000 habitantes, un tercio más de mujeres que de hombres, y unos 4.000 niños". Una vez más el número real de bayoneses parece situarse entre el pesimismo de Saugrain y la exageración de Lespés de Hureaux.

Bayona a comienzos del siglo XVIII está habitada por unas 12.000 almas. Si multiplicamos, tal y como lo propone Goubert, la media anual de casamientos celebrados entre 1700 y 1710 en la ciudad, por el coeficiente 114, obtenemos la cifra de 12.654 personas. El cálculo a partir de la media anual de nacimientos en Bayona en el mismo período, da una población de 10.950 personas. En 1730, por motivos desconocidos, se efectúa en Bayona un censo por barrios. Aparte de las valiosas informaciones de carácter socio-profesional que nos ofrece, este documento nos cifra en 10.869 habitantes la población intramuros de la ciudad, que reagrupa 903 casas, de las que 17 están vacías. Se confirma así nuestra primera aproximación. Hasta finales del siglo XVIII, diversos documentos nos ofrecen cifras del número de habitantes que residen en Bayona. Evidentemente, estas cifras hay que tomarlas con muchas reservas, sobre todo teniendo en cuenta que todas ellas son víctimas del mismo equívoco. En efecto, nunca podremos determinar si los datos propuestos se refieren a la aglomeración bayonesa en su conjunto, o a la ciudad intramuros. Hemos reagrupado todos estos datos en el siguiente esquema:

1709: 8.0001745: 14.7201773: 9.632
1791:11.631 1713:22.000 1758:10.417 
1774:9.4521801:13.1901718:11.000
1762:20.0001776:9.8861806:12.424
1730:10.8691764:1.2431778:9.672
1811:13.0001787:11.7771821:13.248

Dejaremos a un lado las desproporcionadas cifras asignadas a los años 1713 y 1762, porque probablemente fueron atribuidas arbitrariamente a toda la aglomeración bayonesa. Igualmente en el caso de la cifra propuesta para 1745. Esta podría corresponder a la población de la ciudad más la del suburbio de Saint Esprit, situado enfrente, en la margen derecha de l'Adur. Del conjunto de los demás resultados parece desprenderse cierta evolución que nosotros creemos poder explicar. Hasta l764, diez a doce mil habitantes residen en la ciudad. En 1773, la población apenas alcanza 9.600 almas. En 1784, la población no llegó a más de 9.000. Sólo en 1787 vuelve Bayona a tener el mismo número de habitantes que tenía a comienzos de siglo. En adelante, el número de habitantes crece regularmente, confirmándose esta tendencia en los censos de la primera cuarta parte del siglo XIX. Durante todo el siglo XVIII, Bayona y Laburdi van a padecer la actuación aunada del rey y de la Ferme, destinada a restringir los privilegios de esta región. Perjudicada, la ciudad pierde mucho de su interés económico. Su actividad comercial disminuye de forma constante durante todo este período. Sólo el excedente del movimiento de población permite compensar una emigración permanente. Hacia 1750, más de 1.200 personas se expatrian; en 1775, más de 2.000 bayoneses forman un barrio nuevo en San Sebastián (Guipúzcoa).

Dos acontecimientos históricos van a ser la causa de dos inflexiones de la curva demográfica bayonesa. El primero de ellos, político, tiene lugar en 1763.En este año el tratado de París da fin a la guerra de los Siete Años. Al ceder a Inglaterra sus colonias, Francia priva a Bayona de sus principales socios comerciales. Esto conlleva una brutal agravación del marasmo económico, cuya consecuencia demográfica nos parece demostrar en nuestro estudio. En 1784 se promulgan despachos reales que restablecen las franquicias comerciales de Bayona, suprimidas unos cincuenta años atrás. Esta decisión viene a añadirse a la de declarar a Bayona "puerto franco" con vista a los intercambios con la "joven América", marcando así el relanzamiento económico de una parte de Laburdi. Casi de forma inmediata, vuelven los negociantes y la mano de obra. La población bayonesa vuelve a recuperar su amplitud de antaño sin dejar de aumentar. Baïlac señala que, "durante la guerra de 1756, el número de nacimientos aumenta a 509, casi igual que en la guerra de Sucesión. Durante los años de paz, la tasa se mantiene por debajo".

El caso de Bayona y de Ciboure necesita ser comparado, puesto que existen diferencias muy marcadas entre ambas aglomeraciones. Sólo dos veces, en 1760 y en 1780, experimenta Bayona un número de fallecimientos superior al de los nacimientos. Recordemos que en Ciboure este fenómeno se constata siete veces. La "capital económica de Laburdi" presenta en los nueve años antes considerados, un exceso de natalidad que alcanza 993 unidades, mientras que Ciboure, en el mismo período, acusa un déficit de 314 fallecimientos. La natalidad de Bayona, netamente excedentaria, es superior a la de Baja Navarra y a la de Zuberoa. La mortalidad de Ciboure, sin ser acompañada por una caída de los nacimientos, se presenta como una "sobremortalidad". Como ya lo hemos visto, las dos causas principales de la despoblación son comunes a Bayona y a la costa laburdina; una actividad comercial en decadencia constante y una morbilidad endémica, inherente a la existencia de marismas, focos de paludismo.

La primera de las causas conlleva un importante movimiento de emigración, la segunda una mortalidad que desafortunadamente no podemos evaluar. Parece que en el caso de Bayona y de Ciboure, las mismas causas producen efectos distintos. Ello tiene su explicación. Frente al descenso de la actividad comercial, la "gran ciudad" resiste mejor que el "pequeño puerto de pesca", aun y cuando éste fuese un gran pueblo. Mientras la evolución del número de habitantes en Ciboure hace intervenir simultáneamente factores económicos y sanitarios, parece ser que sólo la emigración, impuesta por las vicisitudes comerciales, está al origen de la despoblación momentánea y del estancamiento general durante todo el siglo XVIII de la población bayonesa (Ref. Thillaud, P., 1983).