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GALLIPIENZO

Gallipienzo se extiende por la pendiente de un cerro de 435 metros. Su silueta destaca la torre de la iglesia de San Salvador sobre la que antiguamente se situó un castillo construido a mediados del siglo XIII, del que únicamente quedan los cimientos. Hoy en día la villa es un conjunto de casas apiñadas que ha ido en aumento desde la Edad Media hasta el siglo XIX cuyas fábricas están muy remozadas. La planta de la villa es bastante regular y se pueden distinguir cuatro partes bastante diferenciadas. La primera lo compone el núcleo central de casas en forma de elipse con su calle circundante en lo más alto. La segunda es otro núcleo que debió de constituir otra elipse hoy perdida por el Sudoeste con un flanco recto. La tercera masa de edificios que envuelve al núcleo anterior es más irregular y la cuarta y última son edificios añadidos posteriormente por el Sudeste.

El barrio más antiguo es el alto que se sitúa en torno a la iglesia de San Salvador. Más abajo, el casco urbano se distribuye en seis calles, varias callejuelas, cantones y dos plazas, de estructura compacta en cuesta, con casas sencillas mayormente en piedra, en sillarejo con tejados a dos aguas de teja combinado con algunas losas, no faltando en alguna de ellas arcos sencillos o amainelados góticos, blasones e inscripciones. Abundan también puertas adinteladas con vigas de madera sostenida por dos ménsulas pétreas y balcones sobre soportes en forma de veneras. Se encuentran también restos de matacanes, testigos de torreones medievales. Las inscripciones de muchos de los edificios los sitúan entre el siglo XVII y XIX.

Existen dos puentes sobre el río Aragón, uno es el llamado Puente Viejo, de piedra, que ha sufrido constantes daños en diversas guerras y el otro es el llamado Puente Melenas.

Seis ermitas se conocen en el término de Gallipienzo que son Santa Elena, San Pelayo, San Sebastián, San Juan Bautista y San Bernardino, San Zoilo y la de la Virgen de la Peña o de la Concepción, situada esta última, en la parte alta del pueblo sobre un peñasco muy escarpado. Salvo de la de la Peña, de estas ermitas no quedan restos. De la ermita de la Peña quedan parte de los muros perimetrales. Presenta planta rectangular con tres tramos y cabecera plana. En el interior se aprecia el arranque de los fajones sobre ménsulas trilobuladas que al exterior se corresponden con tres contrafuertes prismáticos. Los muros son de sillar regular abiertos por estrechas saeteras. Tiene dos puertas, una de arco rebajado situada a los pies y la segunda en el segundo tramo del lado de la Epístola de arco apuntado en el interior y rebajado al exterior. Por estos restos puede datarse la ermita en el siglo XIII. La imagen de su titular es del siglo XIV y se encuentra en la parroquia de San Pedro.

A la iglesia de San Salvador, su emplazamiento en alto y en pendiente, la gran altura del ábside y lo macizo de sus muros le otorgan un aspecto de fortaleza. Se trata de una construcción de grandes dimensiones originariamente protogótica hacia 1200 con cripta que descansa directamente sobre la roca y con ábside gótico abierto con dos columnas con sendos sencillos capiteles, ampliado en la primera mitad del siglo XIV. Este templo ojival del siglo XIV forma parte del escaso grupo de criptas románicas navarras junto con Leire, San Martín de Unx e Irisoain, y que fueron construidas así por imperativo del desnivel del terreno en cuesta. Como otras iglesias navarras del periodo gótico, como Santa María de Olite, San Saturnino de Artajona o Santa María del Popolo de San Martín de Unx, entre otras, San Salvador presenta una amplia nave y cabecera poligonal más estrecha.

La capilla mayor se asienta por el lado de la Epístola sobre la cripta cuyo eje está algo ladeado respecto a la nave gótica. Esta cripta, a la que se accede por una puerta de medio punto lisa y protegida por un pórtico abovedado con canes que soporta la sacristía situada encima, se compone de un ábside pequeño de forma semicircular precedido de un tramo rectangular y se ilumina por una única ventana abocinada situada en el centro del ábside. Un arco fajón apuntado que apoya en dobles columnas con capiteles de volutas simples, separa el ábside del tramo recto que se cubre con crucería simple. La bóveda se cubre con bóveda de paños. Son visibles algunas marcas de cantero. Las bóvedas y la parte alta de los muros se revisten con pinturas fechadas en 1572 que simulan casetones y sillar almohadillados.

En el interior de la iglesia los muros lisos de sillar de gran tamaño se combinan con restos de pinturas murales góticas de la segunda mitad del siglo XV que no fueron trasladadas al Museo de Navarra junto con el resto que allá se exponen. Las que quedan en in situ representan la Última Cena, la Oración en el Huerto y el Prendimiento. Las cubiertas del templo son del siglo XVI y muestran un gran número de claves decoradas, como el anagrama de Cristo entre hojarasca, el Cordero místico.

Al exterior, llama la atención la gran altura del ábside en desnivel salvado por la cripta, el bloque horizontal de la nave y la torre prismática a los pies. Los muros son de sillar regular de buen tamaño, recrecidos en la nave. Tres contrafuertes fijan los muros laterales. Entre dos de ellos, en el muro de la Epístola se encuentra la puerta de entrada gótica formada por nueve arquivoltas apuntadas más un guarda lluvias sobre pequeñas columnas con capiteles lisos y basas poligonales. A esta portada le sigue el volumen saliente de la sacristía y la cabecera poligonal con contrafuertes.

El ajuar de la iglesia se conserva, desde 1975 en la parroquia de San Pedro. Así, las tablas del siglo XVI que formaron parte del retablo mayor.

Mención aparte merecen las pinturas murales que cubrieron el ábside de San Salvador, correspondientes a dos etapas del gótico y que estaban superpuestas la una a la otra. Salvo las tres pinturas arriba mencionadas que permanecen in situ, ambas series se arrancan en 1955 y se trasladan, en lienzos, al Museo de Navarra donde actualmente se exponen en las salas dedicadas al gótico navarro. Estas pinturas murales demuestran cómo un mismo ciclo puede repintarse sobre el antiguo cuando el cambio de gusto estilístico o las posibilidades económicas así lo aconsejan. Un panel lleva por tema el Nacimiento y otro la Anunciación, otro la Presentación en el Templo y otro, peor conservado, un Pantocrátor del que se conservan sólo la parte superior y algunos fragmentos de ángeles. Dos paños más representan respectivamente un ángel y una mujer sosteniendo un tarro, quizás de perfumes. Además de paneles que presentan la Crucifixión, la Flagelación, la Huida a Egipto y la Adoración de los Reyes Magos todas ellas en las dos versiones, la de primera mitad del siglo XIV y la segunda la del siglo XV. Tan solo el panel de la Virgen con Jesús tiene únicamente la versión del siglo XV no habiéndose encontrado otro panel debajo.

El estilo del primer maestro, el más antiguo, está dentro de un estilo francogótico o gótico lineal que recuerda al maestro del Refectorio de la catedral de Pamplona, Juan de Oliver, aunque bastante más tosco. Son pinturas al fresco con un sólido dibujo de ritmo sinuoso y un rico color contrastando las figuras con los fondos. En las pinturas más modernas se aprecia la misma mano que pintó los murales de Olleta, de estilo más popular. Este artista cubrió las pinturas anteriores con yeso y volvió a pintar los mismos temas en estilo hispanoflamenco sin respetar las composiciones anteriores. En este caso, la decoración mural es más interesante por sus dimensiones y programa iconográfico que por su calidad.

Las pinturas murales se conservaron gracias a que permanecieron tapadas por un monumental retablo mayor datado antes de 1543 con la escultura de bulto redondo del titular y sagrario original. Este retablo se compone de tres cuerpos y un ático donde se coloca un Calvario. Algunos autores lo atribuyen al pintor Pedro Sarasa y al escultor Juan Pérez Vizcaíno que trabajan en estas fechas en Sangüesa. Han desaparecido dos retablos laterales posiblemente de los mismos autores.

La parroquia de San Pedro es una iglesia de origen medieval datada en el siglo XIV y ampliada en el siglo XVII con las capillas y que sufre una gran reforma en el siglo XVIII cuando una sentencia la declara única parroquia por estar en lugar más accesible. La reforma del siglo XVIII afecta a cubiertas, coro y posiblemente también a las ventanas. Presenta planta de una sola nave con cuatro tramos más cabecera pentagonal más estrecha y más baja que la nave. Los ángulos del tramo de los pies quedan achaflanados. La capilla bautismal se adosa al muro del Evangelio en el tramo inmediato al crucero y es una estancia moderna cubierta por un cielo raso a la que se ingresa por un arco rebajado. La sacristía, también moderna, se adosa a la cabecera por el lado de la Epístola y se accede a ella por una capilla contigua. Un coro de obra se sitúa a los pies y se ensancha a ambos lados con unas tribunas laterales modernas.

Al exterior, sobresale la cabecera poligonal con contrafuertes en sillar y con marcas de cantero, cruces, triángulos, trapecios y eses, fechados en el siglo XIV y sobre esta parte, un recrecimiento en sillarejo del siglo XVIII al que no alcanzan los contrafuertes. Este cambio se aprecia igualmente en el muro de la Epístola. La torre de planta cuadrada con pórtico se adosa a la nave. La torre pudo ser construida en el siglo XVIII. El pórtico cobija la portada de arco muy apuntado con seis arquivoltas a base de tres baquetones, el más grueso en el centro, que apoyan en columnillas de análoga disposición y por el interior en pilastras estiradas. Los capiteles son corridos y presentan figuras de cabezas, vegetales y animales. El tímpano es liso. Otro pórtico llega hasta la capilla bautismal en el ángulo ochavado.

En el interior de San Pedro, además de varios retablos interesantes cuenta con varias piezas también de interés como una sillería, una pila aguabenditera y una buena colección de orfebrería.

En primer lugar, en el sotocoro se sitúa la pila aguabenditera del siglo XVII ,de piedra con plinto cuadrado, base jónica, fuste abalaustrado y taza semiesférica con gallones y moldura anular en el borde.

La pila bautismal, procedente de la iglesia de San Salvador, está colocada en la capilla bautismal del lado del Evangelio y consta de fuste cilíndrico y taza semiesférica lisa. En esta misma capilla cuelga un Crucificado, procedente también del Salvador, de estilo tardo renacentista de comienzos del siglo XVII, en estado agonizante con la cabeza hacia arriba y cuerpo con canon esbelto, con brazos y piernas delgados que conserva su policromía original.

En el lado del Evangelio se encuentran el retablo del Sagrado Corazón, el de la Inmaculada y dos pequeños retablos de la primera mitad del siglo XVII en la misma capilla donde se sitúa la talla de la Virgen de la Concepción.

El primero de ellos, el del Sagrado Corazón, es barroco de la primera mitad del siglo XVII con estructura de banco y cuerpo formado por columnas estriadas compuestas y aletones de follaje y un entablamento que da paso a un frontón de volutas. La talla del titular es moderna. Conserva la policromía original.

El retablo de la Inmaculada, se conserva en la capilla, junto con una hornacina del retablo que procede de la sacristía de la iglesia del Salvador del segundo tercio del siglo XVI. Este retablo de estilo rococó de la segunda mitad del siglo XVIII, tiene una traza movida y cuenta con estructura de banco, cuerpo y ático. Su iconografía la componen dos tallas de santas benedictinas, Santa Escolástica y Santa Gertrudis, y en el ático una talla de una santa cisterciense, todas ellas barrocas de la misma época del retablo. A ambos lados del ático se asientan dos niños romanistas.

Los dos pequeños retablos arriba mencionados corresponden a piezas laterales realizadas por Juan de Huici y Juan de Berroeta. En esta misma capilla se conserva una talla de San Babil, romanista de fines del siglo XVI con policromía original, procedente de la iglesia de San Salvador.

En el presbiterio, además del retablo mayor, se conservan el del Rosario y el de San Bartolomé, formando estos tres retablos barrocos un conjunto de gran vistosidad.

El retablo del Rosario que procede del monasterio de la Oliva. De traza movida, su estructura consta de banco, un cuerpo y ático, con un gran despliegue de elementos ornamentales y tallas interesantes entre las que destaca la titular, de comienzos del siglo XVII. Esta talla de rostro redondo y fino, procede de la ermita de la Concepción y se identifica con una imagen de Nuestra Señora realizada por el escultor sangüesino Juan de Berroeta. En el ático se localiza un interesante lienzo que representa los Desposorios místicos de San Roberto de mediados del siglo XVII.

El retablo mayor es del siglo XVIII realizado por el tafallés José de Ansotegui. Se integran en él relieves y tallas de bulto redondo de un retablo contratado en 1629 por Juan de Berroeta en colaboración con el ensamblador Juan de Huici. Juan de Berroeta es también el artífice de una talla de bulto de San Andrés para el retablo de San Bartolomé y de una imagen de la Nuestra Señora que es ahora la Virgen del Rosario de la parroquia, además de una talla de San Bartolomé. El armazón actual del retablo es neoclásico al igual que su mesa de altar y presenta traza ochavada. Consta de banco, cuerpo de columnas con tres calles, ático con columnas y frontón mixtilíneo.

El tercero de los retablos es el de San Bartolomé, de igual estructura que el de la Virgen del Rosario, su simétrico, y procede igualmente del Monasterio de la Oliva. Sus tallas son obra de Juan de Berroeta y en el ático se encuentra un lienzo con la Imposición de la casulla a San Alberico de mediados del siglo XVII de posible procedencia vallisoletana.

En el lado de la Epístola se localizan los dos últimos retablos de la iglesia que quedan por describir, el de San Francisco Javier y el del Santo Cristo.

El retablo de San Francisco Javier, barroco de primera mitad del siglo XVIII, tiene una estructura de banco, cuerpo con estípites con decoración vegetal rematados con medias figuras femeninas, una hornacina central avenerada y ático con remate curvo. Está presidido por una escultura de San Francisco Javier, de estilo barroco y del siglo XVIII que muestra un gran dinamismo en el tratamiento de los paños y un San Antonio con el Niño de la misma época, ambos de tosca ejecución. Sobre este retablo se coloca, en una cornisa, un altorrelieve que representa una Epifanía renacentista con influencia flamenca fechada a comienzos del siglo XVI.

El retablo del Santo Cristo rococó de la segunda mitad del siglo XVIII presenta una estructura de banco tipo urna entre pedestales, cuerpo con columnas y remate muy movido con los signos de la Pasión en la parte central. Dos grupos modernos de un Cristo yaciente en una urna y un Cristo entre la Dolorosa y la Verónica se sitúan en el banco. Flanquean el retablo dos urnas que contienen dos imágenes de vestir modernas que son un Cristo con la cruz a cuestas y un Ecce Homo.

Sobre las capillas, a gran altura, cuelgan varias tablas pintadas que formaban parte del retablo de la iglesia de San Salvador, seis en el lado de la Epístola y otras tantas en el lado del Evangelio. Se trata de pinturas de estilo italianizante de sencilla composición fechadas entre 1528-1545 obra de un artista anónimo que se le conoce con el nombre del "Maestro de Gallipienzo" que pudo realizar obras también en Mendinueta o Uztárroz. Algunos autores le identifican con el artista Pedro de Sarasa, pintor vecino de Sangüesa. Aunque con un dibujo poco perfecto, el colorido es muy vivo, con predominio de verdes y azules que hacen su obra muy atractiva.

En el mimo lado de la Epístola, cuelga un Crucificado barroco del siglo XVII con policromía original. A ambos lados de la nave se encuentran dos púlpitos de madera del siglo XVII con pedestal avenerado y tornavoz con pequeños arbotantes.

En el coro se encuentra una sillería barroca de nueve sitiales con respaldos lisos flanqueados por pilastras, excepto la presidencial que tiene decoración vegetal en las enjutas de medio punto. El guardapolvo se forma con una cabecita de ángel y rebordes de crestería. Esta sillería hace conjunto con un facistol de cuatro patas avolutadas unidas con tableros, floreros y volutas como remate.

En el coro además de esta sillería y el facistol se encuentra un órgano del siglo XVIII del que se desconoce el autor de su caja. En estancia aneja al coro se conserva una Inmaculada de vestir del siglo XIX, parte de un armazón de retablo del siglo XVI y un calvario renacentista con la figura del Crucificado, María y San Juan.

En dependencias de la sacristía se conserva una colección de orfebrería entre las que destacan un cáliz de plata renacentista fechado en el segundo tercio del siglo XVI que sigue un esquema que reproduce modelos de regiones vecinas como Zaragoza y Álava. Otra pieza importante es otro cáliz de plata de la segunda mitad del siglo XVII de estructura purista con algunos detalles decorativos que anuncian ya el barroco y que lleva punzón con la doble P coronada, burilada e I/YOLDY. Un copón de plata del siglo XIX también porta la doble P coronada de Pamplona y la marca PEREZ. Unas crismeras de plata de época tardo renacentista con forma de arqueta rectangular una y cuadrada otra con decoración cincelada presentan unos remates modernos. Llevan en el reverso la marca de M/VIDAX correspondiente a Martín Vidax o Bidax, platero de Sangüesa. Completan la colección una cruz de plata del siglo XVI, dos relicarios uno el de San Pedro de plata de 1818 tipo ostensorio liso con la marca PEREZ (Tadeo Pérez) con la doble P coronada y otro el de San Zoilo de plata del siglo XIX, liso también tipo ostensorio con el sol oval y la marca en la pestaña de la doble P coronada, S/GARCIA y 80 (1880). Además de la colección de orfebrería en dependencias de la sacristía se conserva también un lienzo que representa a San Zoilo y a San Ramón Nonato fechado en el siglo XVII en un estilo barroco popular.

Para terminar con las piezas conservadas en la parroquia de San Pedro de Gallipienzo queda describir dos obras de gran importancia tanto por su belleza estilística como por su singularidad.

La primera de ellas es la Virgen de la Concepción conservada en una capilla del lado del Evangelio y que fue titular de la ermita del mismo nombre. Se trata de una Virgen sin niño o Virgen de la Anunciación y supone el único ejemplar medieval de este tipo en Navarra. Es una figura en pie, con el libro de la Profecía que está leyendo en el momento de la visita del ángel en una mano y la otra en el pecho con la que coge el fiador del manto. Está vestida con túnica, ceñidor, fiador y una sencilla corona sobre la cabeza. Tanto el verticalismo de la figura como el tipo de plegado la enmarcan como una pieza de la escultura gótica hispana y su semejanza con las tallas de Mojados en Valladolid y la de Villalcázar de Sirga en Palencia la fechan en el primer tercio del siglo XIV.

La segunda de estas tallas es la figura del Salvador, conservada en la sacristía. Esta soberbia escultura en pie sostiene una esfera en una mano y bendice con la otra. Su rostro barbado es majestuoso y queda enmarcado con una larga melena que cae sobre los hombros. Lleva una túnica de fondo azul con delicadas flores y cenefas en oro y manto dorado con orla roja. Se le aprecia cierto influjo flamenco que fecha esta talla a mediados del siglo XVI y es titular del retablo de la iglesia del Salvador cuya hornacina está en la nave de la parroquia de San Pedro.

Queda destacar, por último, varias piezas arqueológicas encontradas durante las excavaciones realizadas en la zona en las que aparecieron una planta de un edificio rectangular junto con fragmentos de inscripciones y sillares de buen tamaño decorados con motivos arquitectónicos como pilastras adosadas y ornamentadas con hojas de vid, etc. que pudieron formar parte de un mausoleo, silos y un fragmento de miliario. Todo ello se conserva en la actualidad en las dependencias del Museo de Navarra.

Carmina RIUS SALETA