Elkarteak

Euskal-Erria

Tanto la quiebra institucional como el movimiento romántico europeo tendente a revalorizar los componentes étnicos, además de otros factores que aquí no vamos a analizar, determinan la floración intelectual que apunta en 1876 y llegará a sazón en la década de los 80. Por un lado la "Revista de las Provincias Euskaras" de Fermín Herrán (1878-1880), por otro la "Asociación Euskara de Navarra" (1878-1883) comulgan con las ideas prenacionalistas del partido fuerista "Unión Vascongada" de Sagarmínaga, en especial ésta última cuyo principal animador, Juan de Iturralde y Suit, es un navarro penetrado de un incontenible sentimiento nacional vasco.

Dentro de esta corriente cultural que nace en 1876, la lucha por la conservación de los Fueros corre pareja a la de la salvación de la lengua amenazada, el renacer de una literatura mantenida hasta entonces en el ámbito de la sacristía y las faenas campesinas, y la construcción de una historiografía nueva. Los hombres que componen estas dos asociaciones y, sobre todo, los que constituirán la plana mayor de la Revista Euskal-Erria (1880) de San Sebastián, consideran que

"no deben ni pueden tener otro criterio que el criterio que en el país domina, que consiste en mirar con indiferencia en estos momentos toda cuestión política, en vivir alejados de todo partido y bandería, en mostrarse amigos de todos los hombres políticos, de todas las facciones, de todos los partidos y de todas las situaciones que -sea el que quiera su nombre, su bandera, su significación y su procedencia- se muestren benévolos hacia las aspiraciones del país y ofrezcan respeto y sincero apoyo a la causa vascongada."

[La Paz, 13 de junio de 1878.]

Este "apoliticismo" político tiene su principal teórico en Fidel de Sagarmínaga fundador de la Sociedad Euskal-Erria de Bilbao:

...sólo con la bandera de Unión Vascongada, sin otros apellidos, ni circunstancias que recuerden disensiones del país, es posible mantener fundadas esperanzas de que los restos salvados del naufragio sean parte para construir y tripular otra nave; no estaremos con los que combatan o estorben el pensamiento de unión, con los que todavía muestren apego a ninguno de los partidos que tan hondamente conmovieron la tierra vascongada".

[Sagarminaga, F. de: Op. cit., p. 374.]

La orientación claramente dirigida a labrarse una independencia institucional de la opinión política es compartida por todos, o casi todos, los fueristas; por ello, del variado elenco de protagonistas de la eclosión fuerista, apenas podemos entresacar a dos o tres individualidades que militen, a partir de 1876, en partidos estatales -el republicano Ricardo Becerro de Bengoa seria uno- y sí a un gran contingente de éstos que ingresan en el partido de Sagarminaga o renuncian a entrar en ninguno. Sin embargo, cuando llega el momento de la primera confrontaciónelectoral (abril de 1879), el fuerismo intransigente es batido por el partido ministerial transigente que obtiene 11 de los 17 escaños vascos. Este hecho no debe asombrarnos demasiado; hay que tener en cuenta que a las limitaciones impuestas por el canovismo -restricción del voto de 4.000.000 de votantes en 1876 a 847.000 en 1879. [Cuadrado, Miguel M.: Elecciones y partidos políticos en España, 1868-1931, Taurus, 1969, t. I, p. 250.], censura de prensa [Ciaurriz Belzunegui: Op. cil., p. 14 y sig.] se añaden en tierra vasca la ocupación militar, y el estado de sitio bajo el que se llevan a cabo las elecciones, y las corporaciones locales designadas por Real Orden. De aquí en adelante las elecciones se deciden en el Gobierno Civil de cada provincia. Bajo a férrea presión del bipartidismo canovista, el intento fuerista de crear un primer partido exclusivamente vasco permanecerá en vía muerta.