Politikariak eta Kargu publikoak

Sagarminaga Epalza, Fidel de

Personalidad política e intelectual vizcaína, nacida en Bilbao el 27 de noviembre de 1830 y muerta en la misma capital el 20 de marzo de 1894.

Los primeros años de su vida pública transcurrieron en Madrid. Miembro del partido "Unión Liberal" de O'Donell, esta militancia le llevó a ocupar cargos administrativos de relieve como diputado a Cortes por Vinaroz (Castellón), oficial del Ministerio de la Gobernación y Gobernador Civil con el gobierno de Ríos Rosas. Comienza su andadura periodística en La España Regional de Barcelona, fundando en 1856 en la capital madrileña el periódico El Criterio y tomando al mismo tiempo parte activa en la vida del Ateneo. La revolución de 1868 le separa de sus cargos, regresando a Vizcaya.

En 1870 es nombrado alcalde de Bilbao, puesto del que dimitirá tras el Convenio de Amorebieta. Representante del fuerismo liberal que evolucionará hacia el fuerismo intransigente pre-nacionalista, será el jefe de la "resistencia vasca" a la Ley Abolitoria de los Fueros de 21 de julio de 1876 y principal valedor de la reintegración foral en las negociaciones llevadas a cabo con Cánovas del Castillo en Madrid. Funda, con otros, el periódico fuerista La Paz que se publicará en Madrid de 1876 a 1878. El mismo año de la abolición crea el "Partido Fuerista de Unión Vascongada", precedente de la sociedad "Euskal Erria". En 1880 aparecerá su órgano, el diario "Unión Vasco-Navarra".

Elegido Diputado General del Señorío (1876-78), en 1880 obtiene acta de diputado a Cortes por Durango. Tras su muerte, Euskal Erria, dirigida por Ramón de la Sota, evolucionará hacia el nacionalismo. Fue académico correspondiente de la Historia, Cronista de Vizcaya y Padre de la Provincia, siendo donada su biblioteca por sus herederos a la Diputación Foral. De su obra como historiador y jurista, destaca La escuela Liberal y sus impugnadores, publicada en Londres en 1852 bajo el pseudónimo de "Publícola"; Reflexiones sobre el sentido político de los Fueros de Vizcaya, Bilbao, 1871; Dos palabras sobre el carlismo vasco, Bilbao, 1875; Memorias históricas de Vizcaya, Bilbao, 1880 y su fundamental El Gobierno y el Régimen foral del Señorío de Vizcaya desde el reinado de Felipe 11 hasta la mayor edad de Isabel II, Bilbao, 1892. La actitud de Sagarminaga se caracterizó por la cerrada negativa a cualquier tipo de compromiso sobre la ley de 1876:

"Es preciso hablar con toda franqueza. Los que como yo piensan, no quieren parodias de régimen foral compatible con la ley de 21 de julio de 1876. Creeríamos romper los timbres de nuestro linaje si tal cosa consintiéramos. Entendemos que no sirve a su país el que tales designios facilita [...] Entendemos que los fueros, separados del derecho foral, son palabra vacía de sentido o lazo capcioso que se nos tiende. No admitimos reforma alguna, en lo que se relacione con nuestras instituciones, que no concuerde, como antaño, con la voluntad libérrima del país congregado en sus juntas solemnemente, y lejos de considerar ventajoso, en modo alguno, su restauración parcial, o por mejor dicho simulada y aparente, la combatiremos sin descanso ni tregua, al amparo que nos conceden las leyes generales del reino".

Esta fue la base de su política y la razón de su apelativo de "intransigente". En el importante opúsculo Dos palabras sobre... examina las causas de que un país que "debía permanecer tranquilo, ya que no indiferente a las disensiones internas de los españoles" tome parte en la defensa de unos principios "que no eran locales, sino comunes a la nación entera". No cree que ello se deba al apego a los Fueros ni al "amor platónico de los vascongados a la dinastía carlista" o al absolutismo, ni a "la revolución que destronó a D.ª Isabel II en 1868" sino a "la influencia que en tales casos acompaña a la predicación de los curas y al fervor de las mujeres". Su juicio sobre la Iglesia, en especial sobre el clero vasco, es duro y concluyente:

"si las dos terceras partes del clero vascongado hubiesen predicado el respeto a los gobiernos constituidos, con tanto ardor y perseverancia como recomendaban la guerra en nombre de la religión perseguida y ultrajada, los alardes de los carlistas no hubieran pasado del congreso de Vevey".

Por el contrario, exculpa a los Fueros:

"Con la destrucción de los Fueros desaparecía la última protesta histórica y tradicional que en España quedaba contra el antiguo absolutismo..." Y concluye: "Si los Fueros no son el carlismo, combátase al carlismo y no a los Fueros".

Como podrá observarse la postura de Sagarminaga es autonomista. Aboga por una superación de los dualismos políticos y los partidismos y una neutralización de todo lo que no sea hacer "política vascongada":

"Hoy, que la experiencia ha demostrado [... que el resultado natural de nuestras disensiones es la pérdida de nuestros fueros [... ha llegado ya el tiempo de subordinar las propias opiniones, más completamente que nunca, a la defensa de los derechos históricos del País, y de renovar ... ] la política de prudente y no egoísta apartamiento respecto del curso general de los asuntos públicos de España".

Unión Vasco-Navarra supone el primer intento político de cierto peso de crear un movimiento unitario en todos los territorios vascos peninsulares.