Concepto

Viernes Santo

Una vez repasados los actos religiosos y su plasmación, según el dictado de los Evangelios o las pautas institucionalizadas, a lo largo de los siglos, por la misma Iglesia. Conviene adentrarnos en la extensa y abrumadora interpretación o vivencia de los hechos propios de este Viernes de Pasión reflejados en la mente popular de nuestro pueblo y en las abrumadoras costumbres establecidas a fuerza de tradición.

Hace unos años, la jornada del Viernes Santo estaba inmersa en un ambiente de silencio absoluto, la oscuridad y el luto lo impregnaba todo, la alusión manifiesta al duelo por Cristo y especialmente, el recordatorio de la efímera existencia humana eran una constante. Por otro lado, es un tiempo de oración y ayuno que se convierte en tiempo de quietud e inactividad de personas y animales, en el ámbito profesional o incluso, doméstico. Donde cualquier labor o elaboración puede perderse o incluso, manar sangre de los líquidos u objetos manipulados.

De este modo, en algunos conjuntos procesionales (Corella, Orduña o Lekeitio) la figura de la muerte (heriotza o balbea) es habitual y a veces, viene asociada a figuras malignas como el diablo o dragones. Así, en Lekeitio, Mingorri acompañante fiel de la muerte es un desdibujado dragón de larga lengua donde, de forma jocosa, los niños colocan sus derretidos caramelos de malvavisco. También, según creencia popular en toda Euskal Herria, en las noches de Jueves y Viernes Santo (ante la imposibilidad de Cristo de salir de su encierro) los diablos andaban libremente por el mundo. Paralelamente, se consideraba un buen día para morir y alcanzar el cielo, pero no era aconsejable nacer este día.

Pero es referente a la muerte de Jesucristo y su papel redentor de los pecados, donde se centra la festividad del Viernes Santo. La voz popular, cifra el momento de su muerte coincidiendo con luna llena (luna Pascual o primera luna de primavera que va a determinar las fiestas variables del año). Además, se asocia a una especie de cataclismo natural que sucedió a la muerte del Salvador y de este modo, tanto el "el oficio de tinieblas" (infernal ruido de bancos, carracas, matracas y mazos) como en "el sermón de las Siete Palabras" (vibración de ululantes láminas metálicas en el coro) evocan el citado suceso descrito en los evangelios.

Hermandades y cofradías penitenciales desde los siglos XV y XVI han sido el alma motora de la cronología de la Santa Pasión, participando en vigilias y ayunos rigurosos, tomando sólo higos, pasas o frutos secos para soportar la intensa actividad de estas jornadas. Además, franciscanos y dominicos establecieron la Tercera Orden (de carácter laico) desde la que se fomento la aparición de una amplia gama de flagelantes, disciplinantes, empalados y hermanos penitentes o de sangre que tanta polémica suscitaron durante siglos.