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OLAZTI/OLAZAGUTÍA

Celebra fiestas patronales el 26 de julio, Santa Ana. Carnavales en Olazti. El día de Lardero postulaba el cabrero o «auntzaia» del pueblo. Este pastor salía por la mañana temprano, con una cesta y un saco blanco. Al acercarse a una puerta llamaba por el nombre del dueño o de la señora de la casa. Al «auntzaia» le obsequiaban, generalmente, con longaniza, un trozo de tocino, cuatro o cinco mazorcas de maíz y dinero. El cabrero comía en casa, después de terminar la cuestación: «eskean despeituta gero, bazkaltzera». En Olazagutía contaban asimismo con guardas de campo y dos vaqueros o «baizaiak», para los barrios de «goialdea» y de «azpialdea». Toda la familia ganadera pagaba al médico de la villa, al cabrero, a los vaqueros y a los guardas de campo, por medio de dos entregas de cereal al año. Una era de trigo o «gariya» y la otra de maíz o «maiza», que las depositaban en el ayuntamiento, el día convenido. El ayuntamiento vendía el grano y con su importe retribuía los servicios de las personas aludidas. Se trataba, pues, de una iguala, tan frecuente en los medios rurales. La fiesta del «Domeka zamar-txiki» o Domingo de Carnaval se reducía a la tarde. Los jóvenes varones, unas pocas chicas y algunos casados salían «zamar jantzita». Varios «zamarjantziak» se presentaban con la cara tiznada. Otros ocultaban el rostro tras una carátula que remendaba a una oveja o a un oso. Portaban cencerros o «farak» y cascabeles o «kamantxilak» distribuidos en collarones de cuero. En el baile, que tenía lugar en la plaza, actuaba el txistulari del pueblo o «erriko danbolina», hasta el toque de oración o «abemarik». «Abemarik jotzen zenian despeitzen zan musika». El «Zamar aundi Eguna» o Martes de Carnaval por la mañana se dejaban ver algunos disfrazados; pero las carnestolendas se animaban por la tarde. Entonces, las calles eran de los «zamar jantziak», que llegaban a todos los rincones. A continuación del baile, los jóvenes pedían de casa en casa, partían acompañados por el «danbolinakin». Con el dinero recogido y el importe de la venta del maíz pagaban parte de los gastos de las fiestas. (Ref. Garmendia Larrañaga, J.: «C. en N.»).