Concepto

Literatura vasca clásica: siglo XVI

El siglo XVI es un siglo de vital importancia en la historia de la literatura vasca, y es que entonces se publicaron los primeros libros en euskara (algunos literarios y otros de carácter religioso). Es sabido que las invenciones y los hallazgos del siglo XVI (la imprenta y las nuevas rutas de mercadeo, sobre todo las unidas al descubrimiento de América), junto a algunas innovaciones y adelantos anteriores, provocaron un cambio de paradigma en los ámbitos del libro impreso y de la misma literatura.

En el ámbito del euskara, como se ha indicado anteriormente, más allá de inscripciones, palabras sueltas, listas de términos, textos breves y pequeños fragmentos insertados en otras obras, el primer libro escrito en lengua vasca se imprimió en Burdeos a mediados del siglo XVI (la obra Linguae vasconum primitiae de Etxepare, publicada en 1545), iniciando la historia de la literatura vasca y un nuevo período en el seno de la historia del euskara.

A pesar de saber que la literatura vasca dio los primeros pasos en el siglo XVI y que ya en aquella época se publicó más de una obra, ello no ha de llevarnos a pensar que dicha literatura se estabilizó. Es cierto que desde entonces (en algunas épocas de forma continuada y en otras no tanto) se han publicado obras en euskara continuamente, pero ello no significa que existan nexos y homogeneidad entre todas ellas. Es más, parece que cuanto más atrás volvemos en el tiempo, más alejados y aislados encontramos tanto las obras como los autores vascos (algunos de los autores que hoy en día se consideran fundamentales no fueron conocidos hasta el siglo XIX, por ejemplo).

Entre los siglos XVI y XVII Etxepare escribió quince poemas (tratando temas como el amor, la religión, el euskara y la supuesta autobiografía). Treinta años después Joannes Leizarraga tradujo el Nuevo Testamento (1571) con el objetivo de expandir las ideas calvinistas, y veinticinco años después se imprimió en Bilbao la doctrina del alavés Betolaza (1596). Aquel mismo año se imprimió en Pamplona la colección vizcaína Refranes y sentencias. Entre tanto, hallamos el manuscrito de Joan Perez de Lazarraga, que recoge algunos versos y una novela pastoril escritos en el siglo XVI, aunque no fueron hallados hasta el año 2004. Cabe mencionar, del mismo modo, el material perteneciente a la literatura y tradición oral recogido en los trabajos de historiadores como Garibai, Isasti o Ibargüen-Cachopín. Basta, pues, volver a leer la lista de obras y autores precedente para percatarse del mencionado "aislamiento" y falta de continuidad.

Por lo que se refiere a Ipar Euskal Herria, cabe destacar que los principales autores vascos de los siglos XVI y XVII fueron vasco-franceses. En el siglo XVI hallamos dos autores y cuatro obras importantes. Se trata del Linguae vasconum primitiae de Etxepare (1545) [=Primicias de la lengua vasca] y de las tres obras de Lizarraga: Iesus Christ Gure Iaunaren Testament Berria (1571) [=Nuevo Testamento de Nuestro Señor Jesucristo], ABC edo christinoen instructionea (1571) [=ABC o la instrucción de los cristianos] y Kalendrera (1571) [=Calendario]. Arnaud Oihenart mencionó algún otro autor (Jean Detchegaray, por ejemplo), pero no nos ha llegado obra suya alguna.

A pesar de tratarse de materiales no recogidos hasta época "tardía", al hablar sobre los siglos XVI y XVII en la literatura vasca es importante detenerse y comentar algunos aspectos relacionados con la literatura oral, que tanta fuerza ha tenido entre los vascos históricamente. Parece que algunas baladas, canciones y coplas conocidas datan de aquella época, si bien es cierto que no es nada fácil datar ése tipo de materiales: el nivel de variación y la cantidad de variantes aumenta en la medida en que dichas composiciones se expanden. En Ipar Euskal Herria cabe mencionar las baladas Bereterretxeren khantorea [=La balada de Bereterretxe] y Atharratz jauregian [=En el palacio de Atharratze], ambas suletinas. Parece que ambas son tardo medievales y fueron transmitidas de generación en generación hasta que folcloristas e historiadores del siglo XIX (Chaho, Sallaberry, Michel, Jaurgain, etcétera) las recogieron en sus cancioneros.

Bereterretxeren khantorea es una de las baladas más antiguas (y posiblemente la más conocida) que han llegado hasta nosotros. Fue recogida por Sallaberry por primera vez en el cancionero Chants populaires du Pays Basque (1879) [=Cantos populares del País Vasco]. Tras Sallaberry, también fue recogida por Bordes, Azkue y Gavel, y también aparece en el curioso cancionero Kantu, Kanta, Khantore [=Canto, canción, balada] de mediados del siglo XX. Gavel recogió tres variantes de la balada y con las tres formó una única composición. En los años 60 del siglo XX, por otro lado, Jon Mirande publicó una estrofa inédita aprendida a su padre.

Bereterretxeren khantorea narra la historia de una traición y un asesinato. Un conde hace salir a Bereterretxe de su casa de Larraine con buenas palabras, engañándolo ("El señor conde seguidamente / como un traidor ("Jaun Kuntiak berhala / traidore batek bezala: / Bereterretx, aigü borthala / ützüliren hiz berhala") y, tras llevarlo preso camino a Maule, frente a la casa Ezpeldoi, lo asesina sin darle opción a defenderse ("Ezpeldoiko alhaba / Margarita deitzen da: / Bereterretxen odoletik ahürka biltzen ari da"). Sallaberry (y, posteriormente Jaurgain) culparon del asesinato a un conde de Iruri, quizás porque veía a Bereterretxe como competencia a la hora de lograr la mano de Margarita de Ezpeldoi, si bien es cierto que no se han descartado otras hipótesis. Según Jaurgain, el conde fue Luois de Beaumont, es decir, el gobernador de Maule a partir de 1434, hecho que ayudaría claramente a datar la composición. Según el historiador labortano, por otra parte, el asesinato de Bereterretxe pudo ser un ajuste de cuentas ente agramonteses y beamonteses.

A pesar de ser una balada originaria de Zuberoa, Atharratz Jauregian u Ozaze Jaurgainean está más extendida geográficamente que la anterior: además de en todo Ipar Euskal Herria, también se ha guardado en Navarra. No sabemos de cuándo data, pero parece ser que narra hechos acontecidos en el siglo XVI. Se publicó por primera vez en el siglo XVIII, en el trabajo Poésies Populaires de la France [=Poesías populares francesas]. Ya en los siglos XIX y XX, han sido muchos los folkloristas que la han recogido: Chacho, Michel, Sallaberry, Bordes, Aita Donostiak, Irigaray, etcétera. Jaurgain tomó tres variantes de la balada para crear una única versión y, junto a ella, proporcionó mucha información acerca de los personajes que aparecen en ella. Según el labortano, la boda forzosa mencionada en la composición fue la de la joven María de Jaurgain y Charles Luxe de Atharratze. Al fin y al cabo, es eso lo que narra Atharratz Jauregian: María está enamorada de un hombre llamado Sala, pero debe casarse forzosamente con el señor de Atharratze. Las estrofas recogen los momentos anteriores a la llegada del noble en busca de María y, según cada versión, el destino de María varía.

Son baladas tradicionales de Ipar Euskal Herria (a pesar de ser, seguramente, más modernas) Egun bereko alarguntsa [=Viuda el mismo día], Errege jaun [=El señor rey], Jaun Barua [=El señor barón], Judu Herratua [=El judío herrante], Musde Sarri, Urrutiako anderea [=La señora de Urrutia], etcétera.

Ya en el ámbito de teatro popular, se han producido algunas discusiones en torno al origen de las pastorales, y es que no resulta fácil determinar cuáles fueron las primeras. Lafitte y Hérelle defendieron que las primeras datan de comienzos del siglo XVI, pero parece que los argumentos esgrimidos para defender esa hipótesis no resultaron estar demasiado fundamentadas. Se trata de argumentos indirectos: más que de testimonios y documentos, se valieron de algunas características supuestamente arcaicas referidas tanto al tipo de teatro como a la lengua.

En lo que a documentación directa se refiere, Hérelle mencionó el trabajo Clovisen pastorala [=La pastoral de Clovis], de la que no se ha hallado rastro alguno. Oihenart, por su parte, mencionó la pastoral Artzain gorria (datada en 1565), pero tampoco se conoce ningún ejemplar de la misma. En la Biblioteca Nacional Francesa, por otra parte, se guarda una copia de la pastoral Saint Jacques que también ha sido motivo de discusión. Algunos (Hérelle, Urkizu) ven escrita en ella el año 1634, y otros (Oyharçabal) han demostrado que la fecha es, realmente, 1834. Finalmente, Hérelle dató la pastoral Jeanne d'Arc en 1723 sin proporcionar argumento claro alguno.

Visto todo lo anterior, no puede decirse que los que han defendido que las primeras pastorales datan del siglo XVI hayan dado argumentos de peso: faltan los documentos, sus argumentos son indirectos y débiles, ha habido errores de datación, etcétera. Por lo tanto, no puede afirmarse que en aquel siglo no existieran pastorales, pero hay datos sólidos que llevan a pensar que las primeras pastorales, realmente, se escribieron más tarde, quizás en el siglo XVIII.

Bernat Etxepare es, desde el punto de vista cronológico, el autor del primer libro impreso en eusquera y, precisamente, la gran mayoría de los datos que conocemos sobre él son los que aparecen en su única obra conocida: Linguae vasconum primitiae. Sabemos que nació allá por 1475 en Sarrasketa (Baja Navarra), que fue párroco de Eiheralarre y que estuvo encarcelado en Bearn, seguramente por posicionarse junto a los beamonteses en la guerra de Navarra. Su única obra conocida, la ya mencionada Linguae vasconum primitiae fue impresa en Burdeos por Morpain en 1545.

Se conserva un único ejemplar de aquella edición (guardada en la Biblioteca Nacional de París), pero algunos han creído, siguiendo a una pequeña anotación que aparece al final del libro que le otorgaba a Morpain la exclusividad de imprimirlo durante tres años, que el Linguae vasconum primitae pudo haberse impreso con anterioridad a 1545. Por otro lado, Arnaud Oihenart mencionó otra edición preparada por Adrian Morront, pero no ha llegado hasta nosotros y, de existir, sería posterior a la de 1545. No parece que la obra de Etxepare fuera muy conocida, ya que aunque Oihenart la menciona (y critica), no existe referencia alguna a Etxepare en los trabajos de estudiosos como Pouvreau o Larramendi.

Linguae Vasconum primitae es una obra breve: cuenta 56 páginas, algunas anotaciones breves, una introducción a modo de dedicatoria y quince poemas (1.159 versos). Se trata, sin embargo, de una obra importante debido a la época en la que se publicó y a las pretensiones del autor: queda claro que Etxepare era consciente de que abría las puertas de la literatura vasca impresa (basta mirar el título de la obra) y quiso tratar y mostrar en eusquera algunos temas usuales en otras literaturas cercanas.

Los poemas de Etxepare se ha clasificado temáticamente: religiosos, amorosos, uno que ha sido considerado autobiográfico y dos textos escritos a modo de canción en los que se ensalza el eusquera y se celebra que la lengua vasca haya sido impresa.

Los poemas religiosos del garaztarra ("Doctrina christiana" en general y la parte "Iudizio generala" dentro del mismo) reflejan la ideología del autor, según algunos investigadores. El título del poema resume a la perfección su contenido, ya que se trata de una explicación de la doctrina cristiana en verso (la primera de la doctrina religiosa vasca). El segundo es, por su parte, un decálogo. Los yo, y usted de ambos textos se refieren al autor, a Dios y a los receptores (es decir, a los lectores) de la obra respectivamente, y en dichos textos puede apreciarse la importancia que Etxepare otorgó al mundo interior, llegando a anteponer el rezo interior a la simple liturgia.

Debido a dichas ideas y otras similares, la escritora y profesora Aurelia Arkotxa ha creído ver la influencia de la devoción moderna de Kempis y de Erasmo, pero no parece que todos los críticos estén de acuerdo con dicha propuesta. Iñaki Aldekoa, principalmente, ha esgrimido contundentes argumentos contra dicha hipótesis: entre otras cosas, Aldekoa ha demostrado que algunas líneas del Linguae vasconum primitiae fueron escritas siguiendo a Gerson y no a Erasmo. Profundizando en temas de contenido, Aldekoa ha reivindicado que la doctrina de Etxepare es la doctrina cristiana tradicional: el imaginario pertenece a la tradición cristiana y está sujeto a la doctrina y a los predicadores. Dicho de otra forma, no hace falta recurrir a Erasmo para explicar la doctrina cristiana de Etxepare y, yendo más allá, dicha mención solo trae problemas, y es que algunas ideas expuestas por Etxepare chocan frontalmente con algunas opiniones de Erasmo: Etxepare utiliza algunas imágenes escatológicas que corresponden al Juicio General; sin embargo, no parece que Erasmo fuera favorable a ellas; se mostró contrario a utilizar imágenes impactantes y terroríficas. Por otro lado, el Jesucristo de Erasmo y el Jesucristo de Etxepare no son el mismo. El primero optó por una imagen cercana de Jesucristo y buscó profundizar en su humanidad. El garaztarra, sin embargo, utilizó la imagen de la tradición medieval: el Jesucristo juez. Además, Etxepare también mostró su divinidad. Por mencionar una última diferencia, puede hablarse de la Virgen: en el Linguae vasconum primitiae aparece en múltiples ocasiones y el autor muestra su gran devoción hacia ella, incluyendo los textos de tema amoroso. En el pensamiento de Erasmo, por el contrario, la Virgen ocupa poco lugar, y ni siquiera se aprecia un acercamiento hacia ella, principalmente porque Erasmo creía que Jesucristo era el único camino para la salvación del hombre.

En sus poemas amorosos, Etxepare unió el amor mundano y divino; es decir, siguió la tradición medieval heredada. Junto al bello amor basado en el cristianismo, el de Sarrasketa presentó a la mujer mundana prohibida como el objetivo de los amantes sin escrúpulos, ya tampoco faltan reflejos de erotismo. Siguiendo a Salaberri, Etxepare, tras hablar de la Virgen, bajó al mundo de los hombres, y por ello son recurrentes las imágenes, comparaciones y reflejos de la Virgen también en los poemas que hablan del amor mundano. Ha de recordarse, además, que la Virgen también es mujer, y no una mujer cualquiera sino la madre de Dios.

El primer poema de amor ("Amorosen gaztiguya") del Linguae vasconum primitiae es precursor de algunas ideas que se desarrollan a posteriori: en "Amorosen gaztiguya" el autor abandona el amor pecaminoso y llama a amar a la madre Virgen: "amoretan plazer baten mila dira dolore" reza en dicho poema, idea que se amplifica en los siguientes poemas hasta que el texto "Amore gogorraren despita" presenta las últimas consecuencias de todo ello: "Andre faltaz eniz hilen balinba ni lehena; / oroz etsi behar dizit, non balitate hobena; / heki ezin medra naite, bai gal neure arima; / bategatik sarri niro diren oroz arnega".

Por otro lado, como se ha indicado al comienzo, las mujeres son presentadas casi al mismo nivel que la Virgen en algunos poemas de Etxepare; sin embargo, no ocurre lo mismo con los hombres, ya que son ellos quienes llevan a las mujeres al camino de la perdición: "Emaztiak ez gaitz erran ene amorekatik; / gizonek utzi balitzate, elaidite faltarik. // Anhitz gizon ari bada andrez gaizki erraiten, / arhizki eta desoneski baitituzte aipatzen, ixilika egoitia ederrago lizate; / andrek gizoneki bezi hutsik ezin daidite". El hombre, además de ser malo, es insaciable y recurre a la fuerza: no se conforma con la cortesía, la cortesía no es suficiente para saciarlo y, ante la negativa de la mujer, el hombre la somete.

Siguiendo lo dicho al comienzo, la mayoría de los datos que tenemos sobre Etxepare aparecen en su obra, y se ha dado gran importancia al poema "Mosen Bernat Etxeparere kantuia", que usualmente se ha presentado como autobiográfico, ya que es en ese texto donde el garaztarra habló de su supuesto encarcelamiento.

En los últimos dos poemas del libro ("Kontrapas" y "Sautrela") se percibe otro espíritu: se trata de un espíritu alegre, fresco y renovado. Son dos textos escritos a modo de canción en los que se ensalza el eusquera, se dan ánimos para sacarlo a la calle y al mundo y para ponerlo a la par de otras lenguas. El tema, por lo tanto, ha de tenerse en cuenta porque refleja una clara conciencia y reflexión sobre la lengua del lugar: esos dos textos y la introducción dedicada a Bernard Lehete sitúan a Etxepare en la senda de las propuestas temáticas y puntos de vista de comienzos del Renacimiento.

La mayoría de las discusiones sobre Etxepare, dejando a un lado las referidas a algunos temas relacionados con la métrica, han versado sobre la época en la que ha de situarse al autor: algunos lo ven como un escritor que tuvo un pie en la Edad Media y el otro en el Renacimiento. Otros, por el contrario, lo han presentado casi completamente como humanista. Aurelia Arkotxa, por ejemplo, tras analizar el paratexto del Linguae vasconum primitiae, concluyó que Etxepare se encontraba más cerca del Renacimiento que de la Edad Media. Para llegar a tal conclusión analizó la portada interior (escrita en latín, donde se dan el nombre del autor y de la obra), las palabras que cierran el libro, las explicaciones del impresor (escritas en latín, donde se dan algunas notas sobre la ortografía y pronunciación), la tipografía (redonda humanística, introducida por Morpain en Burdeos en 1542), la puntuación de la introducción (no se sigue a Dolet), los grabados que aparecen en el libro y la encuadernación de lujo (posiblemente del siglo XVIII).

Otros investigadores han creído ver dos tiempos o fases de escritura en la obra (Lafon fue el primero en proponerlo). En una entrarían la introducción y los últimos dos poemas ("Kontrapas" y "Sautrela") y en el otro todos los demás; es decir, en los primeros se ha apreciado el espíritu del Renacimiento y en los demás el espíritu de la Baja Edad Media, todo ello por lo que corresponde al tema y a la forma.

Hablando de la forma, puede decirse que Etxepare se mostró heredero de la métrica popular medieval; es decir, pueden apreciarse algunos elementos tomados directamente de la literatura oral popular (fórmulas, repeticiones, frases, etcétera). Además, en el Linguae Vasconum Primitiae pueden apreciarse algunos rasgos propios de la poesía ya existente en las lenguas romances.

No puede afirmarse con rotundidad qué recepción tuvo la obra de Etxepare en su época, pero, como ya se ha señalado, no parece que el librito llegara a conocerse demasiado: Pouvreau y Larramendi no lo mencionaron y parece que los conflictos religiosos surgidos en el siglo XVI no favorecieron la expansión de la obra: los textos de Etxepare estaban muy lejos de los calvinistas, y qué decir de las ideas establecidas con fuerza por el Concilio de Trento (1545-1563) y la Contrarreforma.

Conocemos poco sobre la vida de Joannes Leizarraga: sus fechas de nacimiento y defunción no son seguras, pero parece que nació en Beskoitze (Lapurdi) en 1506 y que fue sacerdote católico antes de convertirse al protestantismo. Se trata del primer autor que publicó en prosa en eusquera.

Leizarraga dejó la Iglesia Católica en 1559 para convertirse al calvinismo, hecho por el que fue encarcelado. Es conocido que en aquella época comenzaron a extenderse las ideas y reivindicaciones de Lutero, y la reina navarra Joana de Albret, siguiendo a las ideas del pensador alemán, rechazó el catolicismo y se convirtió al calvinismo. Precisamente, dicha reina se percató de la necesidad de utilizar la lengua vasca para expandir las propuestas calvinistas entre el pueblo llano de la época, y poco después Leizarraga recibió la orden de traducir el Nuevo Testamento. Concretamente, la orden fue dada durante el primer sínodo celebrado en Pau en marzo de 1563, evento al que el de Beskoitze fue convidado. Parece que Leizarraga finalizó sus traducciones en apenas dos o tres años: en 1565 la Junta de Olorón nombró a cuatro colaboradores vascohablantes para supervisar los trabajos del beskoiztarra: los suletinos Piarres Landetcheverry y Sanz de Tartas, el labortano Joannes Etcheverry y un residente en Bastida de nombre Tardets.

En 1566, el sínodo de Nay celebró el trabajo de Leizarraga, y un año después fue nombrado ministro por el sínodo de Pau, hecho tras el que fue enviado a Bastida (Baja Navarra). Sabemos que a comienzos de la década de 1570 Leizarraga fue profesor de eusquera de los hijos de tres ministros; sin embargo, en la medida en que los años avanzan, los datos sobre Leizarraga disminuyen notablemente. Sabemos que estuvo presente en las reuniones que los protestantes organizaron en 1577 y 1579 pero que se ausentó de las de 1594 y 1596, seguramente porque acumulaba ya problemas de salud. Se ha propuesto el año 1600 como fecha probable de su defunción.

Las obras más importantes preparadas por Leizarraga son tres, y las tres se publicaron en 1571 en La Rochelle: Iesus Christ gure Iaunaren Testamentu Berria [=El Nuevo Testamento de Nuestro Señor Jesucristo] (su traducción principal), Kalendrera [=Calendario] y ABC, edo Christinoen Instructionea [=ABC, o la instrucción de los cristianos].

En la primera, es decir, en la traducción del Nuevo Testamento, aparecen algunos textos junto al texto principal. Por un lado, hallamos los escritos que el propio Leizarraga escribió e incluyó al comienzo y al final de la obra: la carta dirigida a la reina ("Gucizco Andre noble Ioanna Albrete Naffarroaco Reguina Bearnoco Andre guehiénic, denari...), el capítulo "Heuscalduney", es decir, el auténtico prólogo de la obra y una lista de palabras que no se emplean en Zuberoa ("Çuberoaco herrian usançan ezdiraden hitz bakoitz batzu hango ançora itzuliac"). Finalmente, hallamos algunos textos breves, principalmente pequeñas traducciones y adaptaciones como "Testamentu Berrico hitz eta minçatzeco manera difficil bakoitz batzu bere declarationéquin", "Batbederec iaquiteco, eta maiz iracurtzeco duen Advertimendua nola Iesus Christ den Iaincoaren Leguearen fina, eta gure salvatzeco moien bakoitza", "Testamentu Çaharrac eta berriac iracasten draucuten guciaren sommarioa", "Testamentu Berrico liburuën icenac", "Testamentu Berrico materien erideiteco Taulá" o "Testamentu Berrian diraden icen propri Hebraico eta Greco batzuen declarationea".

Por lo que respecta a la traducción del Nuevo Testamento, algunos investigadores han tratado de averiguar la obra de origen utilizada por Leizarraga. Durante mucho tiempo se ha pensado en la versión francesa de Olivétan, en la traducción griega y en la Vulgata. Sin embargo, las investigaciones realizadas durante estos últimos años apuntan a otras fuentes: según Salaberri (2010a: 112-113), dichas fuentes son el Nouveau Testament publicado en francés entre 1559 y 1563 (no así el de 1564, como propuso René Lafón).

Kalendrera es un breve calendario religioso de 16 páginas. Siguiendo a Salaberri, no ha de olvidarse que el objetivo principal de dicho tipo de calendarios no era más que organizar la vida del pueblo llano siguiendo parámetros religiosos.

ABC, edo Christinoen instructionea othoitz eguiteco formarequin es, finalmente, un librito compuesto para niños y jóvenes. De ahí su formato didáctico y ligero, compuesto por breves capítulos fácilmente recordables (Salaberri, 2010b: 111). El libro contiene cuatro capítulos principales: el prólogo, el capítulo dedicado a la gramática, el dedicado a la aritmética y, el más importante, el dedicado a la doctrina cristiana. Parece ser que Leizarraga compuso la obrita tomando como modelo el ABC calvinista que se publicó en 1555 en Lyon.

Una vez finalizados sus trabajos, transcurrieron seis años hasta que se imprimieron. La reina Joana de Albret falleció en 1572 y dos años después (1574) fue otorgado el permiso para distribuir las obras, hecho por el que quizás la propia reina no llegó a ver la obra de Leizarraga publicada. Son más, de todas formas, las dudas surgidas en torno a la obra: Vinson explicó que se publicaron unas 40 copias de la obra, pero hay diferencias fácilmente constatables entre unas copias y otras en la propia lengua: en algunos ejemplares se lee arthalde y en otros arthegui: parece ser que los cambios fueron realizados a propósito. A la luz de dichas variantes, Lacombe propuso la posibilidad de que la obra de Leizarraga hubiera sido publicada en más de una ocasión. Vinson contestó proponiendo que, seguramente, el mismo Leizarraga realizó algunos cambios en la medida en que las copias eran impresas.

A pesar de que Leizarraga finalizó su tarea y sus obras llegaron a imprimirse, la debacle de los propósitos calvinistas impidió que esos trabajos no llegaran a cumplir sus objetivos. Tras la muerte de Joana de Albret, el rey Enrique III de Navarra (Enrique IV de Francia) reinstauró el catolicismo y prohibió el protestantismo. En 1589 fue nombrado rey de Francia, y se reconvirtió al catolicismo. Seis años después fue nombrado Rex Christianissimus y de ahí la famosa sentencia "París bien vale una misa". El trabajo de los autores de las décadas posteriores entraron con fuerza en Ipar Euskal Herria y las ideas contra reformistas fueron definitivamente asentadas. Como consecuencia de ello, las obras de Leizarraga no se reimprimieron hasta el siglo XIX, y lo fueron de manos de investigadores vascos cuyos intereses resultaron principalmente lingüísticos.

Dejando a un lado las traducciones, ediciones y fuentes, el elemento que más ha llamado la atención y más ha atraído a los investigadores durante los últimos años ha sido la lengua empleada por el de Beskoitze. No cabe duda de que Leizarraga tuvo que realizar un gran esfuerzo para satisfacer las órdenes que le habían sido encomendadas: más que optar por un modelo lingüístico, tuvo que crearlo.

Por lo que respecta a los sonidos y a la morfología, la lengua de Leizarraga es arcaica. En el ámbito del léxico, salta a la vista su tendencia cultista latinizante: como dijo Mitxelena, "[Leizarraga] era un culterano desenfrenado". Se ha señalado que dicha tendencia responde a la necesidad de mantener el texto traducido lo más cerca posible del original. Prueba de ello es, asimismo, la "relajación" que se percibe al leer textos originales, es decir, no traducidos.

Apenas conocemos nada de Beltran Zalgize o Bertran de Sauguis, y parece que gran parte de su obra se ha perdido. No sabemos cuándo nació, pero sabemos que fue un noble suletino, calvinista y hombre de leyes. Su mujer, Catherine de Vesgez, fue familiar de Arnaud Oihenart. Beltran Zalgize tuvo cargos importantes en Maule, Piamonte (Italia), Pau y Donapaleu. El propio Oihenart declaró que Zalgize era un buen poeta; sin embargo, parece que sus textos se han perdido. Zalgize también recogió algunos refranes, que posteriormente fueron recogidos por Oihenart, gracias a lo que son conocidos hoy en día.

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