Concepto

Historia del Arte. Románico

Los ejemplos de arquitectura religiosa que conservamos en Euskal Herria del período románico tampoco son muy numerosos. Debido tanto a la convulsa situación política del propio período como al paso del tiempo, muchas iglesias han desaparecido o han sufrido procesos tan severos de transformación que en muchos templos, hoy en día, sólo podemos hallar restos románicos en elementos constructivos como puertas o ventanas. Y es que, en su mayoría, fueron construcciones pequeñas y modestas tanto formal como materialmente, debido al escaso desarrollo económico y político de algunas de las áreas de Euskal Herria durante este período, y por ello, posteriormente fueron sustituidas por nuevas construcciones que cumplían mejor formal y conceptualmente las necesidades que tuvieron las generaciones posteriores.

La arquitectura románica, al igual que el resto de la cultura y el arte desarrollado en este estilo, recupera la tradición constructiva del arte romano al que añade nuevos elementos procedentes de los pueblos que invadieron Europa. Así, las iglesias se realizan con planta de cruz latina, una o tres naves, crucero marcado y cabecera con ábsides semicirculares. En la construcción predomina el arco de medio punto, los capiteles historiados y la bóveda de cañón o de arista en las naves, de horno en los ábsides y cúpulas sobre trompas en el cimborrio. La mayoría de los monasterios y las iglesias construidas durante este período son de pequeño tamaño porque la población no era muy numerosa, y realizaban anchos los muros y pequeñas las ventanas no sólo porque se perdieron las habilidades técnicas constructivas de los romanos -la mayoría de las escuelas de formación habían desaparecido-, sino porque las propias necesidades determinaban otro modo de construcción y edificios con características diferentes.

Como ya hemos señalado, los mejores ejemplos de románico en Euskal Herria se desarrollaron en Navarra. Las primeras obras que se construyeron en este estilo a finales del siglo XI fueron la cripta y los ábsides del monasterio de San Salvador de Leyre y algunos elementos constructivos de la iglesia de San Miguel de Aralar. En estas construcciones es evidente la sencillez e incluso la tosquedad característica de los inicios del románico, con gruesos pilares y capiteles, y contrafuertes exteriores muy desarrollados. Sin embargo, el momento de mayor esplendor del románico navarro fue el siglo XII. La consolidación del Reino de Navarra a través de sus estrechas relaciones con los reinos de Francia y el Reino de Aragón, y el éxito de las conquistas frente a los musulmanes, permitió que el reino navarro creciera económicamente y pudiera acometer la construcción de numerosas iglesias que todavía hoy se mantienen en algunos casos en un buen estado de conservación. De hecho, la catedral de Pamplona fue la principal obra del período, pero son pocos los restos que conservamos. Y es que construida a comienzos del siglo XII, seguía el modelo de la catedral de Santiago de Compostela -con tres naves, crucero y tres ábsides-, pero lamentablemente se hundió en 1390 y fue sustituida por una nueva en estilo gótico.

Pamplona se encuentra en el Camino de Santiago y, por tanto, es en este camino donde encontramos algunas de las principales obras del románico. A este período pertenecen el primer edificio del monasterio de Irache, que fue reemplazado por construcciones posteriores, y el ábside de la iglesia de Santa María de Ujué, donde se siguió el modelo de la catedral de Jaca -tres naves, crucero, tres ábsides y macizos muros con pocos vanos- y sólo quedan los muros de los tres ábsides ya que el resto fue demolido en el período gótico, y ahora están absorbidos por la iglesia gótica. En Santa María la Real de Sangüesa, en cambio, además de los tres ábsides, del período románico se mantuvo su principal portada y toda la decoración de la misma, pero el resto también fue sustituido en diferentes fases por nuevos estilos.

Sin embargo, pese a todo lo descrito, Navarra conserva algunos de los mejores ejemplos de arquitectura románica en Euskal Herria. En Estella, por ejemplo, en la iglesia de San Pedro de la Rua, la mayor parte del templo mantiene las trazas y los elementos originarios, destacando el claustro, del que se conservan dos de sus alas. En cambio, en la iglesia de San Miguel, en la misma localidad, sólo la cabecera pertenece al período románico ya que el resto de la iglesia es cisterciense.

Uno de los mayores atractivos del románico navarro conservado lo constituyen las iglesias de planta centralizada. Tanto la iglesia de Santa María de Eunate en Muruzabal como la del Santo Sepulcro en Torres del Río, llaman la atención por sus pequeñas dimensiones, su sencillez constructiva sin apenas decoración añadida, y la utilización de la planta octogonal. En el caso de Eunate, el elemento característico es la arquería octogonal que rodea a la iglesia, mientras que en Torres del Río hay que destacar la bóveda califal del interior del edificio con arcos que se cruzan aunque no convergen en la clave y que recuerdan a la arquitectura mozárabe.

Tanto las dos iglesias de Estella citadas como las dos de planta centralizada descritas, pertenecen al período final del estilo románico en Euskal Herria, un período en el que comienzan a ser visibles la influencia del cister y su reforma. El edificio que en Navarra mejor delata esta presencia es la catedral de Tudela, construcción en la que siguiendo los esquemas de la arquitectura cisterciense, se realizaron tres naves, ampliando y elevando la central respecto a las laterales, y se desarrolló el crucero y la cabecera con cinco capillas. Este edificio alcanza tanto en los elementos sustentados como sustentantes una mayor altura, agilidad y luminosidad, anunciándonos no sólo un mayor dominio de la técnica constructiva, sino también unas nuevas necesidades que hay que satisfacer producidas por los cambios económicos y las transformaciones sociales que se avecinaban.

En Álava predominan, sobre todo, las pequeñas iglesias rurales que, siguiendo el estilo románico, lo reinterpretan de un modo sencillo no exento de armonía y proporción. La mayoría se encuentran en el sur de la provincia, en las tierras más próximas al Camino de Santiago. Una de las iglesias que mejor definen las características del románico rural en Álava es la ermita de San Vicentejo en Treviño; desarrollada en una única nave de dos tramos y presbiterio formado por un tercer tramo más corto y un ábside semicircular, San Vicentejo resume muy bien los rasgos de la arquitectura románica reinterpretada de un modo sencillo. Otros ejemplos parecidos los encontramos en Nuestra Señora de Tuesta en Valdegovía, San Martín de Tours en Gazeo, San Juan de Marquínez en Bernedo, San Juan en Cárcamo, Santa María en Tobera y la Asunción en Alaiza. En la mayoría de estas iglesias desconocemos los datos y las circunstancias de su construcción, así como la evolución de su posterior conservación, pero constituyen interesantes ejemplos del románico popular.

No obstante, hubo dos construcciones que tanto por sus dimensiones como por la influencia que ejercieron en la provincia, destacaron en el panorama alavés. Nos referimos a las iglesias de Nuestra Señora de Estibalitz y San Prudencio en Armentia. En ambos casos nos encontramos una planta de cruz latina con una sola nave compuesta de tres tramos y un ábside semicircular en el caso de Armentia, mientras que son tres los ábsides semicirculares que se conservan en Estibalitz. En cuanto a las cubiertas, en Armentia, la nave lleva bóveda de cañón apuntado, el ábside bóveda de horno y el crucero cuatro arcos torales dobles y apuntados sobre el que se eleva el cimborrio cubierto por bóveda de arcos cruzados en diagonal en el centro. En Estibalitz, la nave se cubre con bóveda de cañón apuntado, los tres ábsides con bóveda de cuarto de esfera y el crucero con bóveda de arcos cruzados en diagonal sin clave central.

En cuanto a Iparralde, en el territorio francés también se desarrolló un importante foco románico, principalmente, en la zona del interior, en Nafarroa Beherea y en Zuberoa, por la influencia que ejerció el Camino de Santiago. La construcción más antigua e importante es la iglesia de Sainte-Engrance en Zuberoa; construida en el siglo XI, recoge elementos del románico francés y característicos de la arquitectura popular del área, como la pronunciada pendiente del tejado. También en Zuberoa encontramos elementos románicos en las iglesias de Haux en Tardets, y en Saint Blasise en Maule-Lextarre, y en Nafarroa Beherea en las iglesias de Saint Nicolas de Harabeltz y Haphant en Saint Jean le Vieux. En Lapurdi sólo el pueblo de Lahonce conserva una pequeña iglesia construida en el siglo XII.

En cambio, en Bizkaia y en Gipuzkoa la incidencia del románico fue mucho menor. De hecho, en la mayoría de los casos, los restos que nos han llegado además de escasos están constituidos por elementos arquitectónicos aislados -portadas, ventanas, pilas bautismales- que han sido reutilizadas en posteriores construcciones.

En términos generales, el románico de Bizkaia y de Gipuzkoa sigue las premisas de Álava. El elemento más singular en estos dos territorios fue el ábside rectilíneo, utilizado en Bizkaia en las iglesias de San Pelayo en Bakio, San Miguel de Zumegatxaga en Mungia y San Pedro de Abrisketa en Arrigorriaga. Son iglesias sencillas, de pequeñas dimensiones, con una única nave cubierta con estructuras de madera y en la cabecera con bóveda de cañón; el elemento singular de estas iglesias -el ábside de forma cuadrada- fue un rasgo bastante extendido en toda la cornisa cantábrica y no un elemento característico y definitorio de las iglesias de Bizkaia. Al final del período se construyó la iglesia de Andra Mari de Elejalde en Galdakao, con elementos constructivos góticos -los arcos apuntados en los dos primeros tramos de su nave-, combinados con características románicas.

En Gipuzkoa la falta de restos es todavía más evidente y, por tanto, sólo nos quedan elementos constructivos aislados en el cementerio de Aretxabaleta, dos arcos geminados con un parteluz procedentes de la iglesia de San Miguel de Bedarreta, dos ventanas románicas absidiales, colocadas una sobre otra, en la iglesia de Santa Eulalia de Bedoña en Arrasate y también se conservan restos románicos en las puertas de las iglesias de San Miguel de Idiazabal, San Juan Bautista de Abaltzisketa, la Antigua de Zumarraga, y Santa María de Tolosa. La mayoría de las iglesias románicas de Gipuzkoa posiblemente fueron construcciones pequeñas y provisionales, lo que nos indica que los recursos económicos eran más escasos.

A finales del siglo XII se extendió por Europa un nuevo estilo artístico de transición entre el románico y el gótico. Este estilo fue impulsado por la orden del Cister a partir de la reforma promovida por San Bernardo. La nueva orden se opuso a lo establecido por los benedictinos al proponer una cultura y un arte más ascético y austero, al eliminar la decoración de los edificios e introducir nuevas técnicas constructivas como el arco apuntado o la bóveda de ojivas. Estas nuevas técnicas constructivas permitieron liberar a los muros del peso de las bóvedas, aligerarlos, y ganar así en altura y en luz. Este nuevo estilo también se introdujo a través del Camino de Santiago y tuvo especial incidencia en Navarra, aunque posteriormente también se extendió por el resto de Euskal Herria fusionándose, en muchos casos, con el románico. Las construcciones más importantes realizadas en este estilo fueron los monasterios de Fitero, Iranzu y La Oliva en Navarra.