Concepto

Historia del Arte. Barroco

El estilo barroco en arquitectura se suele relacionar y asociar con la acumulación de decoración. Sin embargo, el barroco no sólo aspiraba a acercarse e impactar a la sociedad a través de la profusión decorativa en los edificios, sino también con formas y composiciones estructurales más complejas -plantas, alzados, espacios- que buscaban empatar, envolver al ciudadano en la nueva concepción del arte y de la vida.

Durante el período barroco la arquitectura civil tuvo una mayor importancia que la religiosa, ya que además de construirse un mayor número de ejemplos, la sociedad pudo plasmar en ellos un tipo de arquitectura más acorde con sus propias necesidades e inquietudes, sin depender de las directrices marcadas por las autoridades eclesiásticas. Los dos tipos de edificios más comunes en la arquitectura civil de este período fueron los palacios y, especialmente, los ayuntamientos, una tipología que analizaremos después.

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En cuanto al estilo, la arquitectura civil barroca se caracterizó por su austeridad y monumentalidad; de hecho, los elementos decorativos sólo se incorporaron en el siglo XVIII. El edificio civil de tipo barroco presenta la planta rectangular, exenta y aglomerada, caja de escalera, monumentales aleros, solana y jardín. En su fachada se repite el esquema de tres tipos separados por líneas de imposta y tres ejes de vanos con el central reservado al balcón y al escudo. En cuanto a los palacios, la mayoría de ellos no fueron construidos por la antigua nobleza terrateniente vasca, sino por la nueva nobleza y la burguesía enriquecida gracias al comercio, a los cargos administrativos en la corona y a la estancia en América; de hecho, muchos de los palacios que se construyeron tanto en este período como en otros, fueron encargados por los indianos cuando regresaban a sus lugares de origen con las riquezas acumuladas en América.

En Navarra y en Álava, la mayoría de los palacios de este período se construyeron en el siglo XVIII, destacando en el caso de Álava los palacios de los Otazu en Zurbano, Larrañaga en Zalduendo y Alameda en Vitoria. En Navarra, destacan el palacio episcopal de Pamplona, Colomo en Miranda de Arga, Azpilikueta en Barasoain, Marques de Huarte en Tudela, Reparacea en Oyaregui, Arizkuena en Elizondo, Gastón de Iriarte en Irurita y la casa de las Cadenas en Corella; en este último, realizado en ladrillo, destaca la decoración geométrica y las pilastras de los paramentos.

En Bizkaia, destacar los palacios de Jara y Tola en Elorrio y, sobre todo, el palacio de Valdespina en Ermua, ya que erigido en el siglo XVIII, nos señala la influencia italiana con elementos como la escalera interior cubierta por cúpula y la doble galería. En el resto de la provincia destacar el palacio de Hurtado de Amézaga en Güeñes, Arana en Mallabia, Solartekua en Markina-Xemein, Urrutia en Balmaseda, Larrako en Lezama, Uriarte en Lekeitio y Zubieta en Ispaster, en donde su cúpula y su fachada con torres refleja un mayor dinamismo.

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En Gipuzkoa son numerosos los palacios construidos en este período. Los más importantes están en el interior de la provincia y destacan, sobre todo, por su sobriedad y por la ausencia de elementos barrocos tanto estructurales como decorativos significativos. Entre otros, señalar, el palacio Lardizabal en Segura, Insausti y Florida en Azkoitia, Idiaquez en Tolosa, Montalibet en Mutriku, Saroe y Atxaga en Usurbil, Ipeñarrieta en Urretxu, Conde Monterrón en Arrasate, Arratabe en Aretxebaleta, Portu en Zarautz y Zuloaga en Hondarribia. El palacio más singular del período por su combinación de sencillez y monumentalidad, es el palacio de Lazkano en Lazkao; construido en el siglo XVII siguiendo los modelos cortesanos de sobriedad escurialense, el palacio Lazkano destaca por su patio cuadrado y su fachada clasicista.

Además del palacio, el ayuntamiento fue el ejemplo de arquitectura civil que más éxito alcanzó en este período. El fortalecimiento en Euskal Herria del poder municipal a partir del siglo XVI tuvo como consecuencia directa que las localidades con mayores recursos económicos erigiesen nuevos edificios que albergasen las funciones que desempeñaba el consistorio. Sin embargo, este no fue el único motivo que impulsó la construcción de estos edificios; a pesar de la sobriedad, en los ayuntamientos también vislumbramos por parte del consistorio el deseo de rivalizar con el poder religioso llegando, incluso, a confrontar físicamente los edificios en la misma plaza de la localidad. Hay que recordar, que en períodos anteriores las reuniones de los concejos se realizaban en las iglesias, por lo que ahora, cuando se tiene la posibilidad y la voluntad de construir un nuevo edificio, por una parte, se está respondiendo a las nuevas necesidades del municipio, y por otra, se está desligando el poder civil del religioso.

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La estructura y la organización del ayuntamiento es sencilla. Así, mientras la planta baja, porticada y con arcos, estaba destinada a las funciones relacionadas directamente con la ciudadanía, la primera planta albergaba la principal estancia que era el salón de plenos y un balcón corrido en el que se izaban las banderas y desde donde las autoridades municipales se dirigían al municipio. En cuanto a la segunda planta, generalmente la última, en la misma se encontraban los despachos y el archivo, además del escudo del municipio y el reloj. En el exterior eran edificios sobrios que no destacaban por su decoración; normalmente los únicos elementos que encontramos son pilastras, pequeños frontones en cada balcón y un frontón triangular que remata el edificio y alberga el escudo municipal.

Los primeros ayuntamientos que se construyeron en el siglo XVII destacan por sus trazas simples y elementales, la ausencia de porticado y la utilización de planteamientos renacentistas en la estructura del edificio; de este período destacamos los ayuntamientos de Bergara, Zestoa, Oiartzun, Aretxabaleta y Errenteria en Gipuzkoa. Entre los ayuntamientos realizados en el siglo XVIII, donde encontramos todas las características descritas, destacamos en Álava y Navarra los ayuntamientos de Labastida, Respaldiza, Aramaio, Elciego y Araia, respecto a Álava, mientras que de Navarra citaremos los de Viana, Bera, Lesaka y Pamplona; en Bizkaia sólo encontramos ayuntamientos en Balmaseda, Bermeo, Otxandio, Orozco, Durango y Lekeitio, mientras que en Gipuzkoa, los ayuntamientos que mejor representan el estilo son los de Elgoibar, Andoain, Alegia, Oñati, Asteasu, Astigarraga, Azkoitia y Arrasate.