Concepto

Historia de las armas

Otro de los retos técnicos de las armas de fuego era el de conseguir aprovechar la presión de los gases o la fuerza de retroceso generada por el disparo de los cartuchos para efectuar la recarga automática de los mismos.

Para ello era necesaria la obtención de una pólvora que redujera los problemas de humo y residuos comunes en la pólvora negra. Así se obtendría un mayor grado de limpieza del ánima de los cañones y los mecanismos del arma y un incremento de la eficiencia, ya que al oxidarse completamente generaría mayores velocidades. La aparición de la pólvora sin humo en 1886 favoreció, por tanto, el desarrollo de la pistola automática.

Las pistolas automáticas serían aquellas armas cortas que utilizando los gases generados por el disparo o la energía de retroceso del cartucho, expulsan la vaina vacía del cartucho disparado al tiempo que se inserta uno nuevo procedente de un cargador. En la mayoría de los casos, el martillo del arma vuelve a montarse también automáticamente, dejándola en situación de ser disparada de nuevo. Los primeros prototipos de armas automáticas aparecidos a comienzos de la década de 1890 no estaban aún en condiciones de competir con los revólveres y no pasaban de ser meras curiosidades. No obstante, para comienzos del nuevo siglo habían surgido ya varios diseños con expectativas de futuro, desatacando entre ellos los de Hugo Borchardt, Georg Luger, Andreas Wilhem Schwarzlose, Paul Mauser, John M. Browning, Theodor Bergmann, y Ferdinand Ritter von Mannlicher.

  • Las pistolas vascas

Los armeros vascos, apoyándose en las facilidades otorgadas por la legislación española de patentes y su característica organización industrial, pronto se lanzaron a fabricar todo tipo de pistolas automáticas, siendo mayoría las copias de los modelos que más éxito estaban alcanzando en los mercados aunque es cierto que se dieron algunos casos de innovación tecnológica. Aquí sólo se hará referencia a las más destacadas.

· La pistola tipo Eibar

La pistola tipo Eibar era una pistola automática simple de retroceso directo y calibre 7.65mm basada en la pistola Browning Modelo 1903. Su fabricación y comercialización comenzó antes de la Primera Guerra Mundial gracias a las importantes oportunidades ofrecidas por el mercado de las pistolas automáticas de bolsillo. Los primeros ejemplares de este tipo de pistola aparecieron Eibar en torno a 1909, lo que fue origen del pleito que varios fabricantes de esa localidad mantuvieron con John Moses Browning y la Fabrique Nationale belga, fabricantes del modelo original.

Estas pistolas, por regla general y como consecuencia de la organización de la industria armera vasca, en la que los fabricantes subcontrataban la producción de piezas a pequeños talleres de la zona, eran consideradas armas de escasa calidad en ámbitos internacionales. Frecuentemente estas piezas resultaban defectuosas por lo que algunas pistolas dejaban de funcionar, o lo que era más preocupante, fallaban sus dispositivos de seguridad.

Hubo infinidad de fabricantes vascos que se dedicaron a la producción de pistolas tipo Eibar, que también recibieron la denominación RUBY, por ser la marca de las pistolas que Gabilondo y Cía. vendió al ejército francés durante la Primera Guerra Mundial. Durante el conflicto otros armeros se sumaron al negocio alcanzando la venta de este tipo de armas en torno al millón de unidades. Tras la guerra su producción decayó debido a la contracción de los mercados internacionales durante la década de los 20 y 30.

· La pistola Campo-Giro

La pistola Campo-giro supuso la reanudación de las relaciones entre la industria armera vasca y la demanda del Estado español. Venancio López de Ceballos Aguirre (1853-1916), Conde de Campo Giro, era un militar retirado que, tras varios años realizando experimentos y modificaciones, había conseguido por R.O. de 24 de Septiembre de 1912, que el Ejército Español declarara reglamentaria una pistola automática de su invención. Pocos meses antes de este reconocimiento había iniciado ya contactos con la compañía eibarresa J. Esperanza y P. Unceta con la intención de acometer la explotación comercial de sus patentes. La reglamentación del arma abrió nuevas posibilidades de expansión a la compañía al permitirle acceder a contratos militares. Las dificultades generadas por la huelga de los obreros de la empresa tras su traslado a Gernika-Lumo en 1913 y el inicio de la Primera Guerra Mundial retrasaron el inicio de la fabricación de este modelo de pistola. Hasta 1921, año en que fue efectuado un nuevo concurso público, el total de pistolas Campo Giro fabricadas fue de 13.617. El fallecimiento del Conde de Campo Giro en un accidente ecuestre en 1916 impidió el posterior desarrollo técnico del arma, lo que unido a sus escasas ventas en el mercado privado, provocó que su producción fuera abandonada y sustituida por un nuevo modelo reglamentario en 1921. Se trataba de la pistola ASTRA 400, fabricada también por Esperanza y Unceta, que permaneció como arma de ordenanza del ejército español hasta 1946.

· Las pistolas ametralladoras

Durante el período de entreguerras China estuvo inmersa en una auténtica guerra civil en la que varios señores de la guerra se disputaban el poder. En aquella época, Unceta y Cía. de Gernika-Lumo y Beistegui Hermanos (BH) y Bonifacio Echeverría de Eibar, comenzaron a tener contactos con empresas japonesas interesadas en sus productos. Posteriormente descubrieron que el destino final de sus armas era China y que el arma más demandada era la pistola alemana Mauser C98 de calibre 7,63mm. Esta pistola tenía la cualidad de que al incorporarle una culata se convertía en una carabina con un efectivo tiro a larga distancia, lo que se adecuaba perfectamente a las necesidades del mercado chino, pues existía un embargo sobre las armas de guerra.

Mientras que Bonifacio Echeverria optó por adaptar sus pistolas STAR a ese calibre, tanto Beistegui Hermanos como Unceta y Cía. se propusieron fabricar copias mejoradas del modelo original alemán, convirtiéndose en pistolas ametralladoras al incorporarles la opción de tiro automático.

Unceta y Cía. llegó a crear una filial comercial en Shanghái, la Astra-China Company, con el objetivo de estrechar sus relaciones con el gobierno de Chiang Kai-shek en Nankín, uno de sus principales clientes, así como aumentar las dimensiones del negocio.

La aprobación en 1934 del nuevo reglamento sobre armas en España, que restringía el comercio de las pistolas ametralladoras al declararlas armas de guerra, y el inicio de las ilidades japonesas en China junto al conflicto civil español pusieron fin a este negocio de exportación.

Las armas largas habían contado con una gran tradición en el País Vasco desde el inicio de la fabricación de armas de fuego, al proceder su demanda tanto de ámbitos militares como cinegéticos. Pero desde finales del siglo XIX la producción de armas largas se dedicó casi con exclusividad a las armas de caza aunque hubo espacio también para la producción de otro tipo de armas portátiles e incluso armamento pesado.

  • Escopetas de caza

La fabricación de escopetas de caza contaba con una importante tradición en el País Vasco sobre todo desde que en el siglo XVIII se permitiera a los armeros destinar parte de su producción al mercado privado. También en este ramo fueron incorporándose los avances técnicos realizados durante el siglo XIX. Con la introducción de la retrocarga aparecieron las escopetas de cañones paralelos basculantes, que fueron las que gozaron de un mayor éxito en el mercado español, principal destino de sus productos, aunque también se produjeran armas de cañones superpuestos y rifles para caza mayor. La producción de estas armas durante la primera mitad del siglo XX, salvo en casos excepcionales como el de la fábrica del afamado armero eibarrés Víctor Sarasqueta, se realizaba en talleres de pequeñas dimensiones donde primaba la manufactura artesanal. Una vez superadas las penurias de posguerra la producción se expandió apoyándose en las exportaciones y las dimensiones de las fábricas aumentaron, como en el caso Aguirre y Aranzabal (AYA) o Ignacio Ugartechea. Algunas de estas marcas y empresas superaron la crisis de los 80, pero la producción a comienzos del siglo XXI se limita, en su mayor parte, a una producción bajo pedido de gran calidad y precio.

  • Fusil ametrallador

Tras la Primera Guerra Mundial y en base a la experiencia desarrollada durante el conflicto, el ejército español se vio en la necesidad de dotar a sus tropas con un fusil ametrallador. Se trataba de un arma larga de mayores dimensiones y peso que un fusil ordinario que ofrecía la posibilidad de realizar fuego automático y que en ocasiones disponía de un bípode para facilitar el tiro. Al concurso se presentaron dos prototipos de fabricación vasca, el modelo ECÍA fabricado por Esperanza y Cía. y el modelo ASTRA-UNION diseñado bajo los auspicios del consorcio formado por Unceta y Cía., Gárate, Anitua y Cía. y Aguirre y Aranzabal. Aunque inicialmente la propuesta de éstos últimos fuera declarada reglamentaria en 1929 nunca llegó a iniciarse la producción en serie y, tanto los prototipos ECÍA como los ASTRA-UNION, acabaron siendo adquiridos por el Gobierno de Euskadi al inicio de la Guerra Civil.

  • Subfusiles

La sociedad Bonifacio Echeverría de Eibar, fabricante de las pistolas STAR, se inició en el diseño de subfusiles en 1934, aunque los primeros modelos no lograron pasar de la fase de prototipos. El subfusil RU-35 fue adoptado por el ejército español en 1935, pero el inicio de la Guerra Civil impidió que fuera producido en cantidades importantes. Tras la guerra se reanudó esta actividad y, basándose en los modelos utilizados por el ejército alemán, diseñó el subfusil Z-45 que fue utilizado por la Guardia Civil y otras instituciones policiales y militares españolas y extranjeras. Esta arma fue sometida a numerosas modificaciones y mejoras que supusieron el origen de nuevos modelos de subfusil que continuaron siendo utilizados por los cuerpos y fuerzas de seguridad hasta la clausura de la fábrica en 1997.

  • Artillería, morteros y bombas de aviación

Algunas de las empresas vascas dedicadas a la fabricación de armas portátiles derivaron su producción hacia el armamento pesado. La Sociedad Anónima Placencia de las Armas (SAPA), que remontaba sus orígenes a la Fábrica de fusiles La Euscalduna y que había acabado en manos de la firma británica Vickers a finales del siglo XIX, se dedicó a la fabricación de artillería de todo tipo y su munición durante gran parte del siglo XX.

Otra empresa destacada en este ámbito del armamento pesado fue la sociedad Esperanza y Cía fundada por Juan Esperanza (1860-1951) en Gernika-Lumo tras abandonar la sociedad Esperanza y Unceta. En un primer momento esta sociedad se dedicó a la fabricación de pistolas, pero pronto, tras su traslado a Markina (Bizkaia), comenzó a producir morteros para el ejército explotando las patentes del militar Vicente Valero, dedicándose a esta actividad también tras la guerra civil. Otra empresa participada por Juan Esperanza, Talleres de Guernica, destacó asimismo en la producción de bombas de aviación en el período de entreguerras.