Concepto

Construcción Naval en el País Vasco

Mediada la década de 1950 se inauguró el ciclo de mayor desarrollo económico que la Península ha tenido en toda su historia. Fue resultado de la adopción de medidas liberalizadoras de la economía y de la introducción de mecanismos de mercado dentro del régimen dictatorial.

En este contexto, el Gobierno adoptó dos disposiciones que fueron cruciales para que se produjera el boom de la industria naval nacional y, en particular de la vasca.

El primero de estos preceptos fue la Ley de Protección y Renovación de la Flota Mercante de 1956. Estableció una política de créditos baratos, primas a la construcción y navegación y determinadas ventajas fiscales a fin de poder lograr una producción nacional anual de 100.000 toneladas de registro bruto. Para conseguirlo fomentó la construcción de buques tramp, petroleros, barcos de pasaje y unidades para el cabotaje.

Gracias a este decreto, Euskalduna y La Naval y, en menor grado, Astilleros Balenciaga y Astilleros Luzuriaga, advirtieron un espectacular impulso y multiplicaron su producción hasta límites insospechados pocos años atrás. Además, las mejoras introducidas en la gestión empresarial y la capacidad tecnológica alcanzada les hicieron competitivos en el mercado internacional. Así, por primera vez estos astilleros comenzaron a exportar sus barcos a Latinoamérica, Europa y África.

La Ley de Renovación y Protección de la Flota Pesquera de 1961 viabilizó la expansión de empresas dedicadas a la fabricación de pesqueros. Merced a ella se modernizaron las embarcaciones pesqueras construidas en los años de la posguerra, se desguazaron las unidades que tenían más de 25 años, y se concedieron créditos a muy bajo interés por valor de 7.000 millones. Paralelamente, comenzaron a ser explotados nuevos caladeros y aumentó el consumo interno de pescado como consecuencia del aumento del nivel adquisitivo de la población. Todo ello propició unos años de bonanza económica para el sector pesquero y al amparo de él "unos años dorados" para los astilleros dedicados a este tipo de manufactura, entre los que estaban Astilleros Olaciregui y Astilleros Iridoy de Hondarribia, Astilleros Luzuriaga de Pasaia, Galarraga y Urbieta de Zumaia, Astilleros Urresti y Arriola de Ondarroa, y Astilleros Muruaga de Bermeo, entre otros.

Esta coyuntura perduró hasta mediados de la década de 1970. El final de este ciclo expansivo estuvo directamente relacionado con la crisis internacional, y la generalización de las "Zonas Económicas Exclusivas" y la limitación de acceso a los espacios de pesca. Más concretamente, con la crisis petrolífera de 1973-75 se produjo una retracción del comercio internacional y una subida de los costos de transporte con la que se suspendieron los pedidos de los grandes barcos de cascos de hierro. Y las medidas restrictivas para el acceso a los caladeros supusieron el principio del declive del sector pesquero con lo que, también, cesaron estos pedidos.