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ARQUITECTURA NEO-VASCA

Estudio estilístico del neo-vasco. La creación del estilo neo-vasco se materializa con la creación de un nuevo tipo de vivienda, la villa labortana, derivada del caserío labortano. Se constituye un nuevo modelo alrededor de una idea de representación espectacular de los elementos del modelo original. Las creaciones más representativas de dicho estilo, como pueden ser Bake Etchea (Godbarge), de Guéthary, perteneciente a la Princesa Wagram, o Mendichka también de Godbarge y situada en Biarritz, se prestan de manera admirable al estudio de la estilística neo-vasca (7).

Se ha reconstituido el perfil general de la casa labortana: la fachada la decoran paredes intermedias, separadas por reproducciones artificiales de entramados de madera; grandes vanos con ventanas a cuadros sustituyen a las discretas aberturas tradicionales. Una solera en voladizo marca cada uno de los pisos y artesas incrustadas en altura sobre los muros son decoradas con flores. En la segunda villa mencionada, una especie de torreón rectangular viene a reforzar el aspecto triunfalista del conjunto. La asimetría de la forma del tejado queda patente de manera especialmente clara. Mientras que en la vivienda rural tradicional, la asimetría es más el resultado de tareas de reacondicionamiento de las viviendas (en la mayoría de los casos, ampliaciones) que un efecto de estilo, en el nuevo estilo es partícipe del juego arquitectónico, y como tal, del juego social. Al mismo nivel que la práctica de redundancia de líneas ilustrada mediante la repetición de paredes intermedias en un afán de simetría, la búsqueda de la asimetría se enmarca dentro de la afirmación de la distinción social. La puerta principal posee un dintel en el que se reproducen elementos decorativos tales como estrellas, cruces vascas etc. que acompañan al nombre de la villa.

Las innovaciones semánticas introducidas por los nuevos nombres Mendichka (Montecillo), Harri Gorri (Piedra roja), Irrintzina (tipo de grito vasco), dan fé de la desaparición del uso social del nombre de la casa como elemento de identificación social y a la afirmación de un nuevo sistema de nomenclatura, que anuncia el predominio de ciertos valores estéticos. Tal topografía analítica se expresa dentro de la lógica de valores de ostentación tanto fuera como dentro de la vivienda. El sistema predominante de organización del espacio doméstico es aquél de la estética burguesa: fragmentación del interior de la vivienda rural, acumulación de objetos, el mueble rústico o antiguo se convierte en el gran protagonista como signo emblemático del pasado rural etc. El neo-vasco se basa pues en la contraposición de parámetros opuestos: estético/funcional, claro/oscuro, burgués/popular, urbano/rural, etc. Los signos de la vivienda rural labortana conocen la trayectoria social que les acompaña: adquisición por parte de una elite social, y posteriormente, al amparo de una "labor cultural", conversión de la misma en un escaparate de distinción social. Tal transformación de los signos, del entorno rural y popular en elementos discriminatorios sociales está claramente fundamentada en una lógica social.