El nominalismo viene de muy lejos. Por ejemplo, en Irun ya en 1717 se utilizaba la palabra alarde para designar tanto la exhibición militar como la escolta honorífica de la procesión votiva de agradecimiento por la victoria, aunque parece que se distinguían bien los dos cometidos. Sin embargo, las ordenanzas municipales de 1773 aunaban ambos desfiles porque consideraba que el origen de los obligatorios alarde militares no estaba en las disposiciones forales, sino en la batalla del 30 de junio de 1522. Es más, el informe que el ayuntamiento remitió a la Real Academia de la Historia en 1785 defiende que los alardes militares surgieron en Irun a raíz de la batalla, y que, comprobados sus efectos beneficiosos, se extendieron al resto de Gipuzkoa.

La documentación no suele ser muy clara al respecto, y frecuentemente no es fácil saber a qué se refiere exactamente con el término alarde, sobre todo a partir de que en su sentido estrictamente de exhibición militar local y anual comenzó a espaciarse y a desaparecer. Se puede concluir que su presencia en Ormaiztegi (Gipuzkoa) en 1818 el día del Corpus se refiere a la escolta armada de la procesión, puesto que para entonces hacía tiempo que prácticamente habían desaparecido aquellas obligaciones forales. En Lanestosa (Bizkaia) en 1728, se celebraron el Corpus y otras fiestas religiosas "con alardes, cohetes y luminaria, música y danza". En Gipuzkoa y Lapurdi los desfiles militares se solían celebrar el día del Corpus. Cuando se hacían en otras fechas, también solían coincidir con días festivos, como el Lunes de Pascua, etc. Tal vez se dieran unificaciones de ambos actos con efectos prácticos, que han podido contribuir a las confusiones y nominalismos posteriores.
Pero la razón del actual nominalismo es, básicamente, ideológica, en la medida en que se defiende que desfile folklórico y militar son, en lo fundamental y en su significado, una misma cosa. Aunque no faltan menciones de inicios del XX que defienden que en el origen de los desfiles folklóricos están los militares (por ejemplo, Fausto Arocena los califica de "reminiscencia de las milicias forales"), más parecen una nota erudita que una afirmación basada en testimonios de los protagonistas contemporáneos de tales actos. Posteriormente también se citan las milicias forales en el origen de los alardes del Bidasoa, pero siempre en el contexto de las luchas entre Francia y España y supeditadas a la celebración de las victorias militares.

Según dice Idoia Estornes, la tesis "foralista" surgió y se difundió durante la Transición tras el régimen franquista, a medida que progresaba el nacionalismo vasco. La gran mayoría de sus defensores no son profesionales, sino aficionados a la historia. En su interpretación, el origen, y especialmente la reivindicación de los alardes festivos, habría sido perdurar el autogobierno militar que antiguamente habían tenido los vascos, aunque fuera de modo simbólico, en un intento de que no fuera absoluta la abolición foral tras la Segunda Guerra Carlista.
