Concept

Tártalo

El hecho de que la leyenda de Polifemo haya gozado de tanta popularidad en el mundo clásico de Grecia y Roma añade una dificultad suplementaria a la labor de descifrar su origen y significado, puesto que supone que haya podido circular y extenderse por más circuitos que los habituales. Pero podemos decir para empezar que, según la opinión unánime de los expertos, las versiones vascas de la leyenda no tienen su origen en el relato homérico. Igual de unánime es la opinión de que Homero no fue el creador de dicha leyenda, sino que se limitó a mezclar y a adornar diversas tradiciones orales que ya circulaban previamente, cada una por su lado.

En cuanto a su significado, la leyenda obviamente no se cuenta en el mismo contexto en el que fue creada, y ya ha perdido el significado y la intencionalidad que debió poseer en aquel momento. Una vez roto el vínculo con su contexto original, se vuelve pura ficción y se adentra en una evolución literaria en la que irá transformándose e incorporando nuevos motivos y anécdotas. Por tanto, es necesario un análisis para poder determinar cuáles pueden ser los elementos más auténticos y originales. Dichos elementos fundamentales son los siguientes: el pastor cíclope es un ser semejante a los gentiles. Aunque casi ninguna versión ofrece referencias megalíticas explícitas, los clásicos los sitúan en dos áreas de gran concentración dolménica, como Sicilia y Asia Menor, y su distribución en Europa también coincide con esa característica. Además, y aunque se trata de una asimilación posterior, el pueblo los ha confundido a veces con los gentiles, como por ejemplo en el relato situado en Muskia (Ataun), o al bautizar un dolmen con el nombre de Tartaloetxe (Casa de Tártalo) como sucede en Zegama. El pastor cíclope es un ser semejante a un gentil, pero al contrario que éstos, sólo disponemos de la versión negativa. En efecto, los gentiles aparecen en la mitología con dos caracterizaciones, una buena y la otra mala. La buena corresponde a la versión original, y la mala al proceso de demonización que sigue al cambio cultural y religioso. Sin embargo Tártalo carece de versión positiva.

Tártalo y todos sus homólogos están vinculados a la riqueza y a la abundancia: poseen hermosos rebaños, ovejas gordas con cuernos de oro, quesos densos y brillantes y odres repletos de vino. Los personajes que acaban en su cueva codician casi siempre alguno de esos bienes e intentan o consiguen robarlos. A la mayor fuerza del Tártalo opone el héroe su mayor astucia, que acaba por imponerse.

Todos estos elementos fundamentales parecen señalar la hipótesis del robo del héroe cultural, aunque falta la mención explícita del mismo. El esquema presenta una semejanza notable con el de las leyendas de Sanmartintxiki y sus episodios de "espionaje industrial" a los gentiles de Muskia. No sólo en el caso de los cíclopes vascos, sino en el de todos ellos. Ulises se lleva las gordas ovejas de Polifemo y los niños gascones los cuernos de oro de las ovejas muertas que se ha comido el Bécud, pero ni uno ni otro robo guardan semejanza con el robo tecnológico de Sanmartintxiki. La versión de Santa Grazi que hemos reproducido al inicio podría contener la clave del asunto: en ella aparece el motivo del anillo hablador, siempre presente en las versiones vascas, integrado en la narración de un modo muy forzado y torpe. En casi todas las versiones el cíclope cegado se guía por las voces del anillo hasta casi atrapar al fugitivo. En la versión de Santa Grazi, el héroe, además de cubrirse con la piel del carnero, se ata al cuello el cencerro de aquél cuando trata de esconderse del cíclope. Sin embargo y debido a la intromisión forzada del anillo hablador, el narrador se olvida del cencerro atado al cuello del joven, que sin duda también contribuye a guiar al cíclope. Si una versión anterior tratara del robo del cencerro y su difusión posterior entre los humanos, la leyenda del Tártalo encajaría plenamente en la categoría de robo llevado a cabo por un héroe cultural.

Desde la lejanía de nuestro presente no resulta fácil visualizar la revolución que debió suponer en su momento la aparición del cencerro. Los pastores conocen y distinguen el sonido de cada cencerro y sólo por dicho sonido saben a quién pertenece el ganado e incluso llegan a identificar al animal sin verlo. El cencerro debió aumentar drásticamente la productividad de la ganadería, haciendo posible dejar solos en la montaña a un gran número de animales, pudiendo luego localizarlos cuando fuera necesario. Y sin duda, y como sucede con cualquier adelanto tecnológico, circularían historias y leyendas en torno al sonido de los cencerros, historias y leyendas que lógicamente han caído en el olvido al cambiar el contexto cultural.

Las menciones a la excelencia como pastores de los cíclopes, a la calidad de sus ovejas y quesos, el título de "primer pastor" del que nos habla Barandiarán, los detalles de algunas versionas en cuanto a cómo era el cíclope capaz de reconocer una a una a sus ovejas, todo ello refuerza la hipótesis del robo de conocimiento perpetrado por el héroe cultural. Y la gran frecuencia del motivo del anillo parlante, junto con el "fósil" del cencerro olvidado, sugieren que dicho cencerro pudo ser el objeto original que el héroe sustrae, voluntaria o involuntariamente, de la cueva del cíclope.

Por último, el carácter exclusivamente malvado de los cíclopes vascos y su falta general de vinculación a lugares concretos del paisaje, -con alguna excepción ya señalada y explicada-, apuntan a que se trata de una demonización de la mitología de los gentiles, una demonización que se habría producido fuera del ámbito geográfico vasco. Los cíclopes llegaron presumiblemente a nuestro país, ya demonizados por culturas posteriores a la dolménica, y posiblemente junto con la tecnología de los cencerros.