Lexicon

PASTOREO

Introducción. El pastoreo no es sólo una actividad humana que consiste en conducir y cuidar el ganado en los pastos, como definen los diccionarios, sino que ha supuesto además un paso definitivo en la historia del hombre, por el cual pasamos de una actividad depredadora-recolectora a una ocupación productiva por la cual quedaron alterados los sistemas de organización social sentándose las bases de un futuro que se ha desvelado mucho más complejo. Este nuevo modo de vida surgió en el Oriente Próximo hacia el 7000 a. J. C. y llegó a Euskal Herria por el norte de Africa en el 2500 a. J. C. Los numerosos dólmenes que jalonan todavía nuestros pastos de montaña y las vías de transhumancia, testimonian la adopción y fusión por una población pastoril del ritual megalítico de las sociedades del Cobre y del Bronce. Aunque la evolución de las actividades agrícolas y pastoriles hayan corrido más o menos parejas, en Euskal Herria se produce una asincronía en la aparición de las mismas, dominando claramente la segunda. Parece que existe un condicionamiento del medio físico y climático, que se suponen factores explicativos de esta predominancia. La palabra que en euskera designa riqueza («aberastasuna», posesión de rebaños), corrobora la afirmación anterior, así como el hecho de que el lenguaje pastoril no tenga raíces indoeuropeas a diferencia del agrícola, que sí las tiene por influencia de la romanización que sufrió la Península. Por ejemplo, ardi = oveja, ahuntz = cabra, aker = macho cabrío, behi = vaca, zezen = toro, behor = yegua y zaldi = caballo. Es manifiesta la importancia y dominio que tuvo el pastoreo si atendemos a las fuentes lingüística y toponímica, pero fue perdiendo trascendencia conforme los prados naturales cedían terreno a la agricultura y al bovino estabulado. La cabaña ovina, causante del carácter pastoril de nuestro pueblo, todavía ha ido sufriendo un retroceso mayor, por las roturaciones que se dieron en el s. XIX, así como por las repoblaciones de coníferas en lugares donde se daban los prados naturales. Pero antes de que se produjese este retroceso manifiesto del pastoreo, hubo un tiempo en que las dos actividades en litigio, resolvían sus diferencias por medio de luchas locales o de ámbito mayor que han quedado recogidos en documentos como los Cartularios de San Millán o los numerosos robos registrados en la Cámara de Comptos de Navarra durante los ss. XIII al XV. La actividad pastoril exigía una figura que asegurara su actividad y sirviera de cuerpo jurídico al que acogerse en caso de conflicto.