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OIARTZUN

La iglesia parroquial de san Esteban es producto de una reedificación emprendida tras el incendio producido con la llegada de las tropas francesas en 1476, procediéndose al mismo tiempo a su ampliación. De todas maneras, en la fachada meridional hay dos nichos sepulcrales góticos, único vestigio del templo primitivo, además de algunos huecos apreciables aún hoy en día. La torre se erigió a fines del siglo XVI. El autor de la traza fue Nicolás de Lizarraga, encargándose de su ejecución Sarobe. El fallecimiento de éste provocaría que en 1602 el concejo decidiera que fuera Pedro de Zaldua quien continuara con su realización, contando para ello con tres años de plazo. La iglesia posee planta de salón con una sola nave. Su ábside es ochavado y posee, además de la capilla mayor, tres tramos, siendo en el último donde se emplaza el coro. En cuanto a la cubrición, se hace uso de bóvedas de crucería, siendo la más antigua la dispuesta en el ábside. Las restantes son posteriores, producto incluso del siglo XVII, toda vez que en 1660 Cristóbal de Zumarrista y Francisco de Umbarrumbe procedieron a su examen.

El retablo mayor fue ejecutado por Juan de Huici, maestro arquitecto residente en Lumbier, quien firmaría el contrato en octubre de 1629. Provisto de planta poligonal, cuenta con banco, tres cuerpos de tres calles y dos entrecalles, ático y remate. Finalizado para 1645, Gaspar Ramos realizaría diez relieves y los bultos, participando igualmente en esta faceta Pedro de Luzuriaga, autor de la imagen de Nuestra Señora de la Asunción. Puesto que en 1720 el ayuntamiento de la localidad no estaba satisfecho con el aspecto del mueble, solicitó traza a Sebastián Lecuona para mejorar el mismo. De este modo, en 1724 José de Zuaznabar e Ignacio de Lecuona se comprometieron a realizar el añadido convenido en los laterales, decidiéndose en 1726 modificar igualmente la parte central, labor asumida por los mismos maestros, quienes finalizarían su trabajo un año después. Por último, y puesto que únicamente se había policromado el sagrario -en 1661 por parte de Mateo Ochoa de Arín-, el complemento policromo correspondió a Manuel de Alquizalete. En cuanto a su tipología, se trata de un retablo-fachada con entrecalles, destacando la presencia de principios tan claramente diferenciados como son los derivados del romanismo en una primera fase y los propios del barroco decorativo después. Grandioso en su concepción arquitectónica, la calidad de la escultura es lógicamente desigual, destacando por regla general más las imágenes de bulto redondo.

Los retablos laterales de San Luis Gonzaga y Nuestra Señora de los Dolores son realizaciones de fines del siglo XVII. Provistos de planta lineal, constan de banco, cuerpo único y remate. En el banco, bajo las entrecalles, encontramos pinturas sobre tabla. Destaca el uso de soportes salomónicos ordenando el cuerpo. La labor decorativa es profusa, con el característico tratamiento del periodo. En la capilla del Santo Cristo se disponen los retablos del Cristo, San Ignacio y San Francisco Javier, trazados por Sebastián de Lecuona en 1721. Autores materiales de esos muebles serían Ignacio de Lecuona y José de Zuaznabar. En 1775 se policromarían los altares, siendo en esa fecha también cuando el escultor Santiago Marsili ejecutaría los relieves de los medallones situados en los áticos. Provistos de planta recta, la labor decorativa es lógicamente más abundante que en los retablos anteriormente citados, siendo la calidad de la escultura muy aceptable. Los retablos de San Martín y Santa Catalina fueron realizados por José de Zuaznabar a partir de 1730. Nuevamente se impone el desarrollo arquitectónico, de sumo interés, por cuanto anuncia formulaciones posteriores. Los retablos de la Virgen del Rosario y San José fueron ejecutados a partir de 1736 por José de Zuaznabar, aunque Sebastián de Lecuona también otorgaría su parecer respecto a estos dos conjuntos. Sea como fuere, son realizaciones de transición entre el barroco decorativo y el rococó, imponiéndose ese último estilo. El retablo de San Nicolás de Bari es, por último, una realización rococó. La escritura para su ejecución se formalizó en noviembre de 1775 con José Ignacio de Lavi, maestro igualmente responsable de la traza. Alberga, además, un lienzo de la Virgen de Guadalupe realizado por el pintor mejicano José de Páez. La sillería del coro se debió a Sebastián de Lecuona, quien recibió el encargo para ello en 1710; fue restaurada en 2003.

La basílica de San Juan Bautista fue hospital de la villa. Su edificación tendría lugar en el siglo XVI. De gran interés es su fachada, esencialmente su portada. Destaca igualmente el retablo efectuado por Jerónimo de Larrea, realización de finales de ese siglo. El retablo consta de banco, dos cuerpos y remate. Carente de movimiento alguno en su planta, es una realización de carácter clasicista. La escultura, de concepción netamente romanista, se halla en la línea de la producción de Larrea.

La casa consistorial es una realización del siglo XVII. En la clave del dintel del balcón central se precia la fecha de su erección, 1678. Realizado por Nicolás de Zumeta con el asesoramiento de Sebastián de Lecuona, destaca en el edificio la elevada altura de su soportal. Dotado de cinco arcos al frente, en un lateral posee otros dos. En su planta alta posee balcones volados, situándose, además, en su fachada las armas del valle en dos escudos de piedra. El conjunto resulta acertado, al tiempo que sobrio, constituyéndose en un afortunado exponente de la arquitectura de este tipo en la época. Se ubica en la plaza de San Esteban, donde hallamos igualmente construcciones civiles de cierta entidad. Así, la casa Urdiñola es una construcción del siglo XVIII, mientras que Arpidene es una casa solariega. La casa de Ibar Gain o Erriberane es una realización del siglo XVIII también. De planta cuadrilonga, en su fachada sobresale el escudo barroco y el remate de esa parte central mediante una disposición triangular.

En el barrio de Altzibar se conservan dos cruces de término o cruceros que atestiguan su carácter de cruce de caminos. El caserío Ugarte era en origen una edificación del siglo XV. Tan sólo conserva su escudo de armas, puesto que el edificio ha sido muy renovado. Ugarte Errota ha sufrido también numerosas modificaciones. Erigido en el siglo XVII, conserva dinteles, esquinales y el escudo de la primitiva construcción. Además, el caserío Agerre fue edificado en el siglo XVI, mientras que Peruene data del siglo XVIII. En el barrio de Karrika conviene citar los caseríos Bidasoro, de origen medieval, Aranburu y Arraskue, remodelados en el siglo XVI.

Ergoien tiene como edificios más señalados las casas solares de Olaizberri, Isasea y Zuloaga, los caseríos Soroeta y Arpide, además del palacio de Ergoien, construcción del siglo XVIII. En el caso de Isasea, la primitiva construcción sería del siglo XVI, conservando el actual edificio su escudo, si bien las modificaciones han sido muy numerosas. Olaizberri mantiene también su escudo renacentista. Es un edificio del siglo XVIII, con planta rectangular. La ferrería de Olaberría mantiene algunos restos de la fábrica de hierro erigida en 1512 y ampliada en el siglo XVIII.

En Iturrioz sobresale la torre de Iturrioz, construcción de carácter medieval. Casa torre de carácter defensivo en origen, es una construcción exenta de planta aglomerada. Conserva vestigios de la construcción original en el acceso, además de conservar ventanas conopiales y modillones. Además, en la clave de su arco de medio punto mantiene un anagrama IHS en caracteres góticos, además de dos cruces en los ángulos superiores. Sin duda alguna, es una de las construcciones más señaladas que del periodo apuntado nos han llegado. Posee, por tanto, un enorme valor. Otros edificios destacables en este barrio son los caseríos Garano, Oiarbide, Iragorri, Zulotibar y Arbide -conserva una ventana conopial-. Junto al último se mantiene la red de canales de la ferrería antaño allí existente. La ermita de Ozentzio es una modesta construcción, si bien posee un acusado interés histórico.

Ugaldetxo posee como realizaciones más señaladas las casas torre de Zuaznabar, Retegi Azalene y Torres. Por otro lado, Araneder y Garmendi Txiki se datan en el siglo XVI, mientras que Ibarrea e Iyeru Haundi fueron casas solariegas. En Gurutze sobresalen los caseríos Sein, Aldako, Anderregi, Aranaburu y Torre Blanca. En Arragoa se destacan Bidegurutzeta y Auntzegi Zaharra.

En el cementerio de la localidad se halla el "Monumento en memoria por los caídos en defensa de Euskadi", realización de 1977 debida a Luis Peña Ganchegi.

Bibliografía:
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  • Ignacio CENDOYA ECHÁNIZ
    Profesor de la U.P.V.-Euskal Herriko Unibertsitatea