Al finalizar la dictadura de Franco, Monzón fue autorizado el 14 de julio de 1977 por las autoridades españolas para regresar a Hegoalde. La víspera había asistido a una reunión de su partido en la que fue conminado a someterse a la disciplina del mismo, a lo que respondió que creía poder hacer más "totalmente libre que sometido a la disciplina de una Organización" poniendo en los días siguientes su dimisión en manos de la Junta municipal de Bergara. El 21 de ese mes aparecía sorpresivamente en el frontón de Durango ante el público en compañía de los militantes de ETA extrañados por el Gobierno español al N. de Europa con la finalidad de que no interfirieran en el proceso electoral en curso. Su popularidad es inmensa y sus canciones de lucha -Ixiaren semea, Batasuna, Lepoan hartu eta segi aurrera, Bai euskarari, etc.- interpretadas por "Peio eta Pantxoa" sirven de música de fondo de la transición política en tierra vasca. Su actitud intransigente pero afable, su decidida defensa de la lucha armada ("la guerra no ha terminado"), su figura elegante y algo teatral, lo convierten en la figura mítica del nacionalismo radical que inicia su ascensión con la multitudinaria Marcha de la Libertad celebrada en verano de 1977, tras unas elecciones ganadas por las fuerzas reformistas y el nacionalismo moderado. Durante estos años el Ministerio del Interior español presentará contra él siete querellas por apología del terrorismo. Mientras, ha acuñado ya su slogan más célebre: "Los gudaris de hoy son los continuadores de los gudaris de ayer". Las condiciones esenciales para que "la guerra" (el terrorismo de ETA) cese, las estipula de esta forma:
"1.ª La liberación de todos los prisioneros de guerra, digo bien, prisioneros de guerra, porque estos señores que para algunos son bandidos o terroristas, digo bien alto, que son los héroes nacionales de Euskalherria hoy, y por tal los tiene Euskalherria hoy. 2.ª El fuero, no digo los fueros. Es decir, la soberanía. Esto no tiene nada de nuevo. Es tan nuevo y futurista como tradicional. El fuero no es un libro, ni una ley, es la potencia de poder hacer la ley. Lo tercero es que hay que pasar por una época transitoria y para ello exigimos que desde el momento que se establezca en Madrid un gobierno verdaderamente democrático, exista en Euskadi un gobierno autónomo con un parlamento, unas leyes, con un poder judicial, de enseñanza, etc., que podía basarse -en esto no hago hincapié- en el Estatuto de Estella, porque fue aprobado tres veces por el conjunto de Euskadi Sur. (Sic)".