Lexicon

LIBERALISMO

El papel de los moderados. Derrotados los carlistas, la suerte de los Fueros queda en manos de sus únicos defensores, los moderados y foralistas. Y la batalla por la conservación de los mismos correrá a cargo del partido moderado. Urioste, Murga y Uhagón, representantes de Bizkaia, ante la inminencia de una ley derogatoria sometida a unas Cortes de mayoría progresista, insinúan incluso que esta guerra "podría tener por resultado, en una época más o menos lejana, la desmembración de la monarquía..." (carta del 22 set. 1839). Pero en las Cortes progresistas logra abrirse camino la vía moderada del gobierno y surge la fórmula híbrida confirmatoria "sin perjuicio de la unidad constitucional de la monarquía". La ley Arrázola, del 16 de noviembre de 1839, permitirá la prosecución del régimen foral mediante el envío de diputados vascos a las Cortes españolas. Tal solución hubiera podido marchar de no contar con la enemiga del partido progresista vasco: burguesía comercial donostiarra y navarra que clamaba desde hacía años por el traslado de las aduanas a la frontera. Pero ni los progresistas donostiarras ni los navarros admiten esta solución de compromiso: San Sebastián retira su obediencia al R. D.; Navarra solicita una Ley de Fueros. Y, en Madrid, Espartero, líder progresista, derroca a María Cristina y toma la regencia ( 12 de octubre de 1840). La insurrección de los moderados vascos durante el otoño de 1841 -a la cabeza, Leopoldo O'Donnell, comandante general de Navarra y Vascongadas- escasamente secundada por un país agotado por la guerra y la emigración, y yugulado en Madrid, trae como consecuencia la nivelación pura y simple de las tres provincias al resto de las componentes del Estado (29 octubre de 1841). El fracaso moderado hubiera significado la desaparición de la única vía política de solución de la cuestión vasca. Tras la caída de Espartero esta vía se reemprende mediante sucesivas modificaciones que van devolviendo algunas de las facultades político-administrativas anteriores a la guerra. Un moderado ilustre, el vitoriano Pedro de Egaña, diputado a Cortes por Guipúzcoa y repetidas veces por Álava, secretario de la reina M.ª Cristina, fue el fautor de la restauración foral parcial de julio de 1844. Desde este momento, la defensa de los fueros -la defensa efectiva de los fueros- corre a cargo de los liberales moderados vascos que consiguen, por este decreto reintegratorio de 1844, el restablecimiento de las Juntas y Diputaciones Forales y el régimen foral en cuanto a la elección de ayuntamientos. Sucesivos decretos acercarán, dentro de lo posible, este esquema a las facultades forales plenas anteriores a la guerra. El carlismo pierde, pues, tras la guerra la baza foral en exclusiva y se convierte en el depositario de la tradición más retrógrada y el clericalismo beligerante y ultramontano de los nostálgicos del antiguo régimen.