Lexicon

GRAFÍA VASCA

Desarrollo diacrónico, II.
Baja Edad Media: siglos XIII-XV. Anagramas y Monogramas
Es en la Baja Edad Media, al decir de varios autores, cuando comienzan a proliferar y a darse en abundancia anagramas y monogramas de grafía vasca de diversos tipos.

Camille Jullian asegura que los vascos fueron capaces de crear "epitafios en letras espléndidas, fórmulas de piedad, emblemas de todo género" (o.c. pág. 7). Muchas veces, indicará el mismo autor, dichas inscripciones vienen acompañadas por los símbolos o emblemas del trabajo (o.c. pág. 11).

Respecto a la utilización de monogramas es Luis Pedro Peña quien apunta: "Vemos que en todas las provincias, sea en portales de calle o en caseríos, que uno de los motivos ornamentales que más abunda es el nombre de Jesús, con sus formas más simples, o ya recargadas, y mucho más evolucionadas. Para Cruchaga, Saralegui y López Sellés, la costumbre de colocar estas piedras con este símbolo de Jesús, pudo comenzar a introducirse allá por el siglo XV debido a la acción de algunos predicadores, y especialmente a San Bernardino de Siena, quien en sus viajes llevaba una tabla con el monograma de Jesús" (o.c. pág. 75).

También los hermanos Zabalo asegurarán que dada la importancia que la utilización de los anagramas cobran en el país merecen un tratamiento diferenciado y que el tipo de letra más utilizada es la gótica, aunque también se utiliza la romana y la griega (o.c. pág. 119).

Como ya puede observarse en estos dos capítulos dedicados a la evolución de la Grafía Vasca, cabe indicar que los vascos han utilizado en cada momento histórico la tipografía base o al uso de cada época, a la que han ido añadiendo una serie de rasgos propios que se han constituido en constantes a lo largo de la historia hasta constituir una tipografía vasca moderna hoy más consolidada y depurada. La realidad es más evolutiva y cambiante de lo que parece a primera vista por lo tanto. Conviene tener en cuenta este aspecto a la hora de diseñar algunas líneas de actuación cara a un futuro inmediato. Conviene subrayar ese concepto dinámico de la cultura tantas veces enunciado por Julio Caro Baroja: "No en balde la cultura es algo dinámico, tanto la del pueblo considerado como más primitivo, como la del más civilizado" (a.c. pág. 510).

Predecesores italianos: Vicentiño, Tagliente, Palatino
Es Carmelo de Echegaray quien en su documentado artículo de la R.I.E.V. "Calígrafos Vascongados. Juan de Yciar", escrito en 1908, nos da las fuentes y los orígenes de la caligrafía vasca renacentista: "Yciar se valió para sus trabajos caligráficos de las reglas trazadas por sus predecesores italianos Vicentiño, Tagliente y Palatino. Yciar no se preció de inventar nada, sino de utilizar cuanto a la sazón se conocía para fomentar el arte de la caligrafía, y en esto estriba cabalmente su mérito principal" (pág. 147).

De estos calígrafos nada sabemos ni quedan datos históricos ni en las grandes enciclopedias como la italiana, el Larousse o el Espasa, ni en los diccionarios más cualificados. Únicamente el Espasa indica: "En Italia se inició el nuevo movimiento caligráfico, y la primera obra que salió sobre caligrafía fue la de Luis Heuricis (el Vicentiño) que la tituló Il modo e regola di scribere litera corsiva (Roma, 1522), al que siguieron el Arte raso de escribir varios géneros de letra, de Antonio Tagliente (Venecia, 1539) y la de J.Bautista Palatino, Libro para enseñar toda especie de letra antigua y moderna de cualquier nación, con sus reglas y ejemplos (1540)" (pág. 785, vol. 10).

Cultura Renacentista y primeros calígrafos vascos: Juan de Yciar, 1525
Será en el periodo renacentista cuando el cultivo y el desarrollo de las artes de las letras llegue a una de las máximas cumbres y cotas en el devenir de la cultura. Si el humanismo renacentista pone la figura del hombre en el punto central de sus objetivos y de sus miras, el arte y el diseño gráfico, incluida la caligrafía, alcanzarán una gran profusión en tratados, comentarios, libros prácticos y de teoría.

En este panorama surge la figura extraordinaria del durangués Juan de Yciar (Durango, 1523? ó 1525?), pintor y calígrafo notable, quien desde temprana edad aparece dedicado a la publicación de obras didácticas de ortografía y caligrafía. El historiador Carmelo de Echegaray asegura de Yciar que era hombre "de índole blanda y generosa, enemiga de aquel aforismo de que la letra con sangre entra" (o.c. pág. 72). Desde temprana edad, "el famoso pendolista durangués trabaja en Zaragoza a donde se vio obligado a acudir por reveses y desventuras de la familia" (pág. 69). Yciar imprimirá el año 1548 en esta ciudad una obra capital y básica que tuvo una gran aceptación en su tiempo y que fue reeditada en un corto número de años, su "Recopilación subtilísima: intitulada orthographia práctica: por la cual se enseña a escribir perfectamente: así por práctica como por geometría todas las suertes de letras que más en nuestra España y fuera de ella se usan", y cuya última edición fue realizada el año 1566. Ambas ediciones existen en el importante Fondo Urquijo de la Diputación Foral de Gipuzkoa, números 17 y 18.

La obra de Yciar es el primer libro de caligrafía que se imprimió en España (o.c. pág. 148) Y tiene un puesto "por haber reunido cuanta instrucción le podían prestar las pocas y escasas obras del arte publicadas hasta entonces" (idem.). Sabemos además que Yciar se valió para sus trabajos caligráficos de las reglas trazadas por sus predecesores italianos Vicentiño, Tagliente y Palatino. Italia era el foco más intenso de la cultura renacentista y en él bebió el calígrafo durangués con gran acierto y hondura (o.c. pág. 147). Zabalo, citando a Echegaray, asegura que Yciar se dedicó a "inquirir y recopilar todas las diversidades de caracteres de letras, que entre cristianos más se usan y ponlos en tal perfección que..." (o.c. pág. 99).

Pues bien, en la obra de Yciar no se recoge ni plasma ninguna tipografía vasca, quizá porque no la conociera al haberse trasladado desde niño a Zaragoza, o quizá porque considerara a ésta como perteneciente a una familia menor de arte popular, no culto, o por considerarla como una derivación de la letra romana o cancilleresca. Fuera lo que fuese, las mayúsculas cancillerescas (letra gótica, muy artística, utilizada en los documentos oficiales y diplomáticos de la Edad Media), ¿no tienen ya por rasgos propios algunas características que pasarán o han sido una constante de la Grafía Vasca: ligaduras en la parte superior e inferior, aprovechamiento del espacio?

También los Zabalo deducen que la ausencia de la Grafía Vasca se debe a que Yciar recoge la tradición "culta" europea olvidándose o desconociendo las tradiciones más "populares", y etnográficas (o.c. pág. 100)..

"Lo que la obra del memorable durangués pudo influir en la forma que alcanzaron los calígrafos vascongados que brillaron con posterioridad, no es cosa que pueda puntualizarse fácilmente", asegurará Carmelo de Echegaray (o.c. pág. 148). Entre los que se citan destaca la figura del oyartzuarra Gabriel de Artikuza, ensamblador, cantero y pintor, además de maestro de niños, "quien debió ser muy hábil pues fue maestro de caligrafía, sin haber tenido profesor" (Zabalo, o.c. pág. 100).

Por otro lado, el etnólogo Louis Colas asegura en su obra "La Tombe Basque" que las inscripciones domésticas más antiguas recopiladas y encontradas por él son de 1572 y se pregunta si no existían antes. Muchas de ellas -asegura este autor- sustituyen a inscripciones anteriores.

La existencia de la Grafía Vasca, escribe también Cristina Llanos, será abundante en este período: "Será en los s. XVI y XVII, sobre todo, cuando la estela discoidea se desarrolla por todo el País Vasco, siendo el elemento que identifica a la tumba. Anteriores al s. XVI se conocen muy pocos ejemplares, y todos ellos corresponden a los comienzos de la Edad Media o a momentos más antiguos, como en el caso de la estela de Arguiñeta (Elorrio)" (o.c. pág. 43). Así describe ella estos valiosos documentos: "Además de todos estos, vuelve a aparecer un símbolo ancestral, se trata de la cruz punteada en sus cuatro ángulos, más veces como tales y otras en que dichos puntos desaparecen para tomar su lugar otros elementos como pueden ser el nombre del difunto y fecha de su muerte, cruces en dos ángulos y flores de lis en los otros dos, cruces, antropomorfos, estrellas y discos solares" (pág. 13). "Este tipo de arte, indica esta autora, se ha conservado en lugares donde en épocas pasadas el arte indoeuropeo echó raíces y fue totalmente asimilado por la población" (pág. 153).

La existencia por tanto de la Grafía Vasca durante el período renacentista es incuestionable, como lo demuestra las múltiples manifestaciones del arte popular y parecen haber convivido paralelamente con el llamado arte culto, aunque no hayan gozado de la misma suerte y trato por parte de historiadores del arte y de la cultura, de calígrafos y tratadistas de este período.

Desarrollo de la grafía en el Barroco
Pero va a ser, sobre todo, a lo largo de los siglos XVII y XVIII cuando la Grafía Vasca va a tener una mayor presencia y desarrollo a través del arte funerario y doméstico en casi todas las regiones y territorios del país. E. Frankowski catalogará la primera estela que contiene la fecha de su realización en Navarra el año 1605. También D. José Miguel de Barandiarán en su obra "Estelas Funerarias del País Vasco" reseña diversas inscripciones de estas fechas: "Iciacet Pedro de Ceruiric ann 1660". Estela de Ascombeguy (pág. 91).

Jeny Ukar y María Teresa Araya indican en su trabajo "La estela y la escritura en Navarra" que "en la localidad de Echalar se ha encontrado el mayor número de estelas con inscripciones numéricas o alfabéticas. Concretamente, en 63 casos aparece la escritura, lo que corresponde al 43'5 % del total de las estelas epigráficas. Todas ellas son de los siglos XVIII Y XIX. También en Valcarlos aparece la escritura en un número de estelas bastante considerable: 14 ejemplares de los siglos XVII-XVIII y XIX, y otras 15 correspondientes al siglo XX" (pág. 174). En algunas de las Grafías Vascas se advierten rasgos toscos y populares, utilizándose también otros tipos de letras: romanas, góticas y renacentistas. Los mismos autores indican que "en la medida en la que las gentes populares poco a poco fueron aumentando su cultura, aprendiendo a leer y a escribir, también aumentó el número de estelas en las que aparecía la escritura. Es lógico pensar que se graban palabras y fechas en los monumentos funerarios cuando muchas personas saben descifrar y entender esos signos escritos" (o.c. pág. 176). Además asegurarán estos autores "que con la popularización y divulgación de la escritura durante los siglos XVI, XVII, XVIII y XIX en el medio rural, el espacio circular de las estelas, poco a poco, se fue sustituyendo por otro horizontal y vertical" (pág. 187).

Las Grafías Vascas aportadas por Michel Duvert sobre Iparralde (País Vasco norte) son sin embargo mucho más cultas y refinadas. Pese a sus imperfecciones populares poseen estas estelas de Iparralde una grafía con un concepto espacial y un aprovechamiento del mismo, mucho más plástico y lúdico que el de Hegoalde (País Vasco sur) (o.c. pág. 145-200. C.E.E.N. Comparar con las grafías recopiladas por Antxon Aguirre en Gipuzkoa).

Auge restauracionista (siglo XIX) y recuperación de formas en el siglo XX
No cabe duda que el momento de auge, recuperación y desarrollo de la Grafía Vasca coincide con el período de la Restauración española y el llamado movimiento del Renacimiento Vasco (Eusko Pizkundea), que como hemos indicado anteriormente se desarrolló entre los años que van desde la última guerra carlista (1876) hasta la guerra civil española (1936). El país comenzó una lucha fuerte y denodada por recuperar sus fueros, sus usos y costumbres, y sobre todo su lengua, y con ella de modo natural surgirá la necesidad de recuperación y fijación de la Grafía Vasca. En décadas anteriores (1839-1876) ya habían surgido las bases de este movimiento (Iztueta, Iparragirre, Abadía, Bonaparte) ante las amenazas políticas exteriores y los nuevos tiempos que se avecinaban. Surgirán así publicaciones culturales, grupos culturales de trabajo en torno a la lengua (Durango, 1886), periódicos y publicaciones populares, sobre todo en el País Vasco sur. El movimiento nacionalista que estaba por nacer, encontrará ya un terreno abonado. Entre 1876 y 1890 se formulará la necesidad de la lengua como factor decisivo en la creación de la conciencia nacional, aspecto éste que Sabino Arana introducirá en su movimiento político.

Analizando y estudiando con detenimiento la prensa, los folletos y catálogos, así como las publicaciones de aquella época, se puede apreciar con claridad las siguientes constantes y estructuras de comportamiento en cuanto a la Grafía Vasca de este momento:

1.- Ya desde finales del siglo XIX, se advierte tanto en periódicos como en semanarios, en folletos y en ex-libris, una tendencia a la utilización de Grafía Vasca remarcando algunos rasgos de diversas familias de letras utilizadas por las imprentas: times, art nouveau, art decó.

"El Diario de Bilbao". Periódico monárquico-liberal. 1890.
"El Alavés". Periódico tradicionalista. 1895.
"Juegos florales euskaros de Irún". Memoria. 1903.
"Juegos florales del Consistorio de San Sebastián". Folleto.
Es en las "A", las "U" y las "V" donde más se acentúan esos rasgos a modo de ligadura, o aprovechamiento del espacio por un cierto "horror vacui".

2.- Es en los cabezales de semanarios y ex-libris, dibujados a mano por los artistas, donde estos rasgos aparecen más claros y nítidos hasta lograr obras de una cierta belleza plástica y valía artística:

"El Thun-Thun. Semanario Koshkero". 1894.
"El Aurresku. Semanario Satírico Koshkero". 1894.
"Ex-libris de D. Julio de Urquijo". 1871-1950.
Hay un ensanchamiento en las extremidades de las letras, un aprovechamiento mayor del espacio, una mayor libertad en la intersección de letras, diversas alturas de las mismas, y una tendencia a las ligaduras o ganchos.

3.- Será en las décadas de los 10 y los felices 20, cuando esta tipografía comienza a desarrollarse con rasgos más propios y definidos, que son los que han pervivido, sin grandes modificaciones casi hasta nuestros días:

"Asociación general de Empleados de oficina de Vizcaya". Folleto. 1914.
"Hermes. Revista del País Vasco". Bilbao. 1917.
"Anagramas de Eusko Ikaskuntza y Euskaltzaindia". 1918.
"Una nueva Vizcaya a crear en el Bierzo". Folleto. 1918.
"La tombe basque. Recueil d'Inscriptions funeraires et domestiques du Pays Basque-français". 1906-1924.
(Esta obra será ciertamente fundamental en el proceso de fijación de la Grafía Vasca por la cantidad y calidad de los documentos ofrecidos).
"Alegiak" de Oxobi. 1926.
"Txistulari". Revista de la Asociación de chistularis. 1928.

4.- Las editoriales Itxaropena, fundada en Zarauz hacia 1932, y la colección Ekin, publicada en Buenos Aires en 1942, crearon con sus portadas uniformes y constantes una tipografía vasca de carácter simbólico y reivindicativo en el mundo de la bibliografía. Ambas editoriales, dirigidas por D. Francisco Unzurrunzaga y D. Andrés María de Irujo, publicaron obras significativas tanto en castellano como en euskera relativas a tema vasco.

5.- La tipografía vasca parece no utilizarse tanto en la postguerra por motivos obvios, pero ya comienza a extenderse y emplearse en textos didácticos, folletos y revistas de carácter social y político.