Lexicon

GRAFÍA VASCA

Desarrollo diacrónico. Iberos y Celtas
A lo largo de la historia se han realizado diversas hipótesis sobre el origen enigmático del euskera. Entre ellas caben destacar tres: la del vasco-iberismo, de la que fue precursor Larramendi, la teoría vasco-caucásica, defendida por R. Lafon y K. Bouda, y el intento de aproximación con el bereber, aunque hay también quienes defienden la creación y elaboración de la propia lengua "in situ", es decir en el mismo país en que ha vivido (Real Academia de la Lengua Vasca. "El libro blanco del euskera"). En definitiva, se puede asegurar que el origen genético del euskera está aún por demostrar. Véase VASCO-CANTABRISMO, VASCO-IBERISMO.

También en cuanto a la Grafía Vasca, algunos autores han querido ver orígenes o influencias ibéricas y celtas. Entre los detractores de lo Ibérico cabe citar a Julien Vinson, quien en la introducción a "La Tombe Basque" de Louis Colas asegura: "Las tumbas más antiguas llevan un pequeño nombre, son discoidales, forma que se encuentra en todo Europa, sin inscripción; pueden tener dibujos de flores y de signos astrológicos, donde algunos ven reminiscencias ibéricas (pág. 18). Pero los iberos son anteriores a los celtas y no debían tener culto a los muertos (pág. 19)".

En la misma dirección parecen caminar también las afirmaciones del gran etnólogo D. José Miguel de Barandiarán cuando asegura que "el pueblo vasco desarrolló, dio y sigue dando prioridad a los símbolos astrales entre todo el conjunto de símbolos" (pág. 153. Texto citado por Cristina Llanos en su obra" Análisis de la constante de símbolo en las manifestaciones artísticas del País Vasco").

Los materiales etnográficos recopilados por Veyrin, por Colas y por los Hnos. Zabalo parecen aportar también múltiples ejemplos en esta dirección, si bien el único que se preocupa por los orígenes es Veyrin, quien retrotrae la datación cronoespacial cuanto más a la Edad Media europea: "Le problème des origines consiste ainsi -d'apres moi- a rechercher quels objects anciens ou contemporains pouvaient connaitre et trouver beaux des hommes du XVIe et du XVIIe siècles qui n'avaient jamais quitté l'Euskal-Herria.

Mème il y a quatre siècles, il me semble douteux que des vestiges d'art romain ou pré-romain aient subsisté assez nombreaux pour influencer notre art populaire naissant.

Des vestiges propement arabes, il ne saurait davantage etre question, puisque l'Histoire montre notre pays, presque seul de toute la péninsule, entièrement independant de la domination mauresque"
(pág. 56. "Actas del V Congreso de Estudios Vascos").

Como puede observarse, y aunque no se afirme taxativa y expresamente, la tendencia de Vinson y Barandiarán parece apuntar a reminiscencias o influencias celtas más que ibéricas, aunque estos últimos también poseyeran numerosos cultos astrales y lunares. De este modo se enlazaría el origen del Arte Popular y de la Grafía Vasca con el Arte Celta, pueblo al que los historiadores siempre han considerado como muy religioso. El culto a las fuerzas naturales, unido a un cierto particularismo que se manifestaba tanto en el dominio religioso como en el político explica la gran variedad de dioses locales, como parecen haberse dado en la mitología vasca recopilada magistralmente por Barandiarán.

De la misma opinión es Julio Caro Baroja: "Este estilo provincial de la Época del Imperio Romano, no es ni privativa de la zona indicada únicamente (ya que monumentos de Castilla la Vieja y León, por encima del Duero, corresponde al mismo), ni es típicamente latino. Pueden ser celtas" (o.c. pág. 458).

También cabe la hipótesis de la superposición celta-íbera, que entronca con el Neolítico y se desarrolla y plasma en la Edad Media y Moderna.

Imperio Romano. Escasez de Epigrafía
Camille Jullian asegura en el prólogo de la obra de Colas que "la tierra vasca ha sido de todas las tierras del Imperio Romano la menos epigráfica. Ha entrado en el mundo de la epigrafía cuando todos la han perdido, y han sido sumamente conservadores" (pág. 10).

De los pocos ejemplos epigráficos que han llegado hasta nosotros de esta época cabe citar los siguientes:

1. La Estela de Andrearriaga. S. II-I a.C. Oiartzun (Gipuzkoa). Junto al Caserío Anderregi. Aparece un personaje a caballo y otro a pie con la inscripción.

Aparecen las tres primeras letras ligadas por abajo y por arriba, una de las características permanentes de la tipografía vasca. La grafía de la inscripción pertenece al estilo romano de la época. Depositada en el Museo de San Telmo de Donostia (vid. "San Telmo Museoa. Gida Liburua", pág. 21).

2. Lápida de Luzcando, Álava. Procedente de la Vía Romana. Aparecen repertorios fitomorfos y astrales. En la inscripción se dan varias ligaduras de letras y aprovechamiento de espacios (vid. "Actas del V Congreso de Estudios Vascos", pág. 107).

Koldo Mitxelena en sus "Textos arcaicos vascos" citará otras nueve inscripciones. Será el mismo autor quien asegure en su obra "La Lengua Vasca" que "los indicios más antiguos que poseemos de la lengua son nombres propios: nombres de lugar y, sobre todo, los de persona y divinidad, que aparecen en inscripciones aquitanas de época romana. Han sido halladas desde el Valle de Arán hasta el País Vasco moderno, representado por una inscripción votiva cerca de Tardets, y su testimonio parece inconfundible" (pág. 27). Y pocas páginas más adelante asegura:

"En contra de lo que sucedió con los cántabros, los romanos no parecen haber encontrado mayor resistencia en su penetración dentro de las zonas que podemos suponer de habla eúskara. El proceso de romanización, que contaba como centros próximos los dos núcleos urbanos de alguna importancia (las dos Iruñas: Pompaelo entre los vascones y Veleia entre los caristios, aunque profundizaran en algunas zonas, debió de ser muy ligera en otras, a juzgar por la falta o extrema escasez de restos arqueológicos en parte de Vizcaya, en Guipúzcoa, en el Norte de Navarra y en el país vasco-francés" (pág. 29).

Los primeros nombres vascos de mujer como" Andere" o "Nescato", de hombre como "Gison" o los derivados de "Sembe-", para repetir una vez más ejemplos siempre citados, fueron escritos por tanto en tipografía romana/latina y en ellos comienzan a darse algunas de las características más frecuentes y persistentes de la Grafía Vasca: ligaduras, aprovechamiento del espacio, etc...

Será por tanto, creemos nosotros como lo cree Juan Sanmartín, la tipografía romana la base y estructura nuclear desde la que evolucionarán y desarrollará durante la Edad Media y Moderna la Grafía Vasca contemporánea.

Edad Media: Primeras manifestaciones

Alta Edad Media: siglos X-XII. Lapidario Vasco
El vasco ha sido muy aficionado a grabar inscripciones y sentencias en los paramentos más visibles de sus construcciones tanto arquitectónicas como escultóricas. "Es sobre el dintel del portal o entrada, donde el dueño de la casa tiene predilección por hacer grabar en relieve la inscripción con la fecha de erección de la casa, los nombres del dueño y de su esposa, estos a veces seguidos de los nombres del matrimonio joven que después de aquéllos tomó posesión de la casa. Hay inscripciones hasta del S.XII. Las hay con monogramas religiosos, el signo de la cruz y también la swástica o "lauburu", asegurarán los arquitectos Pablo y Jon Zabalo (o.c. pág. 23). También afirman estos autores que "el tema de la muerte y de lo efímero de esta vida, ha sido preocupación constante de los lapidarios vascos" (pág. 23). Ambos "creen sinceramente que nuestra fuente de rotulación vasca se halla en el legado que nos han dejado los argiñas (tallistas) y arotzas (carpinteros) del país; particularmente los primeros con sus decoraciones de tumbas y dinteles de puertas principales" (o.c. pág. 100). La documentación para el estudio de esta materia, se halla casi toda ejecutada en piedra y madera, si bien indican ellos, que había también que indagar en otros soportes como vitela, asta, hierro... Su aportación a esta materia es importantísima, pese al carácter provisional que ella posee por haber sido realizada en tiempo de guerra. De su valía y aceptación en el mercado cabe consignarse la reedición este mismo año de esta obra.

También de esta opinión es Pedro Garmendia, quien asegura que" con el estudio de la epigrafía en inscripciones de sepulturas, dinteles, etc., se llegaría con seguridad a una clasificación de letras que se pueden considerar como particularmente vascas, a algunas de las cuales se les puede encontrar su origen en los siglos XI-XII" (o.c. pág. 149).

Este autor define así a los autores de la Grafía Vasca: "Los artistas anónimos a los que debemos estas producciones, eran, por regla general, sencillos carpinteros, fabricantes de zuecos y de yugos. Los albañiles y canteros eran hombres que en su especialidad ejecutaban infinidad de trabajos. Acababan por hacer una obra de arte, como último perfeccionamiento de su trabajo, ya sea guiados por su gusto personal o por las exigencias de sus clientes " (o.c. pág. 147). Y poco más adelante continúa: "Estos trabajos puramente personales los hacían con las mismas herramientas que empleaban para sus toscos trabajos, lo cual explica generalmente la invención y la evolución de las formas decorativas. Afortunadamente trataban de copiar todo lo que en su medio natural les parecía hermoso e interesante. Estas copias se reproducían de pueblo en pueblo y de una generación a otra por nuevos artistas. Sufrían inconscientes y progresivas deformaciones en las cuales, cada vez más, se incrustaba el carácter de la raza" (o.c. pág. 148).

Citemos por último a Julio Caro Baroja quien afirma que "debió de haber a lo largo de toda la Edad Media un arte decorativo y suntuario, una técnica de la talla en madera, en consonancia con la frecuencia con que aquélla servía de material constructivo y ajustado a tradiciones de un gran arcaísmo. Este arte desapareció en gran manera por la fragilidad del material" (o.c. pág. 459).