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Getaria

La ballena en el medievo getariarra. Gorosábel hace esta síntesis de la relación villa-cetáceo: "Los naturales de esta villa se han distinguido en la marina, así mercante, como de guerra: igualmente en la destreza de la pesca, particularmente de las ballenas. Esta última pesca en lo antiguo era de mucha importancia en esta costa; motivo por el que figura en el escudo de armas de Guetaria uno de estos cetáceos arponado, y los privilegios que tiene esta villa sobre este particular confirman plenamente este hecho. La primera ballena que se matase era considerada en la antigua legislación como propia del monarca; y así es que D. Enrique II en 28 de febrero de 1376 hizo merced al concejo de Guetaria de la mitad de la primera ballena que mataban, cuya gracia fue confirmada por D. Juan II en las cortes de Burgos a 14 de agosto de 1417. Hay también memoria de que los vecinos de esta villa hicieron en 20 de noviembre de 1474 una ordenanza, mediante la cual cedieron al concejo de ella la mitad de todas la ballenas que matasen para los reparos de los muelles, cercas y guardamares. La hay igualmente de que Miguel Martínez de Engómez, preboste de la villa de San Sebastián, tuvo pretensiones a la mitad de la primera ballena que cogían los de Guetaria, y que comprometieron la descisión de esta diferencia en Juan Añues, Arnalt de Trosill, Juan Pérez de Amilibia y Martín Pérez de Manterola. Por sentencia pronunciada por éstos en Orio a 27 de mayo de 1480 se declaró que pertenecía al concejo de Guetaria la mitad de la ballena pagando a Engómez seiscientos cuarenta quintales de fierro; cuya carta de pago otorgó éste en Hernani a 7 de julio de 1483. Habiéndose suscitado con el tiempo algunas diferencias sobre el modo de partir el importe de las ballenas, la villa y pescadores de Guetaria otorgaron en 7 de enero de 1682 una escritura de concordia. Según ella, por parte de la villa se redujo a una tercera parte la mitad de las ballenas que se pescasen en este puerto, y le pertenecía por merced y privilegio particular de su majestad. En los primeros tiempos la villa invertía este arbitrio en las obras del muelle; pero después se gastaba en las otras necesidades públicas del vecindario."