Concept

Bertsolarismo

Pero, aun prescindiendo de estos hechos excepcionales, una de las cosas que más llaman la atención en el fenómeno del bertsolarismo, es, sin duda, la gran afición del pueblo vasco a escuchar a sus bertsolaris. Puede decirse sin exageración que los caseríos se despueblan al solo anuncio de una buena contienda bertsolarística en la plaza de la villa. No es raro aún el acudir de pueblos limítrofes, y hasta de pueblos lejanos, cuando la contienda tiene carácter de desafío.

Centenares de personas acudieron al puerto de Pasajes un día laborable -un 26 de enero de fines del siglo pasado- a la despedida de Pello Mari Otaño, a la sola noticia de que aquel día iba a cantar sus últimos versos en el País Vasco, que trataba de abandonar por segunda vez y ésta ya definitivamente para irse a las pampas de la Argentina. Los asistentes todos o eran bertsolaris o por lo menos aficionados que en la vida habían hecho sus ensayos en el difícil arte de la improvisación. De cuatro a cinco mil espectadores se reunieron en la Plaza de Villabona, el año 1802, para presenciar el desafío en que durante dos horas midieron sus fuerzas Xabalotegui, de Hernani y Zabala, de Amezketa... Corría el mes de febrero, pleno invierno, y el año de gracia de 1802, sin vías férreas ni apenas más carretera en Guipúzcoa que la general de Irun-Madrid. Asimismo el año 1935 vimos de 2.000 a 3.000 espectadores asaltar materialmente los bajos del Kursaal de San Sebastián, para presenciar el torneo de veinte bertsolaris venidos de todo el País. Allí pudimos apreciar prácticamente lo que hemos oído decir repetidas veces a los baserritarras de nuestras aldeas: "Que estarían presenciando una contienda de bertsolaris más contentos aún que comiendo". El torneo empezó a las once en punto de la mañana y a las dos de la tarde el público seguía con interés no decreciente el último ejercicio de los cuatro que constituían el torneo, sin acordarse de la hora del almuerzo ya poco menos que absolutamente pasada para cuando pudieron acomodarse en las fondas. Fueron veinte los contendientes. Cada uno cantó diez estrofas en cuatro ejercicios distintos. Doscientas fueron las estrofas cantadas, con un promedio de diez versos por cada estrofa. Total, dos mil versos, con más de mil consonantes.

La popularidad del bertsolari que abonan todos estos datos, se confirma aún más si cabe, por lo populares que en el País llegan a ser los nombres de los improvisadores. Xenpelar murió en el año de 1867, joven aún, a la edad de 34 años. Y con todo, hoy, después del centenario, su nombre es conocidísimo en toda Guipúzcoa, montaña de Navarra y parte de Vizcaya. Mucho más popular aún, sin duda, que el del escritor más renombrado y el general más valiente y el político más hábil; y en ciertos ambientes más popular aún que el nombre del deportista más famoso. Recuérdese la popularísima frase, que ya puede decirse que ha pasado a proverbio, Bertso berriak Xenpelar'ek jarriak.

Por lo demás el bertsolari actúa en público en casi todas las fiestas populares, como número de festejos. Se escogen para ello, como es natural, los improvisadores más renombrados de la comarca. Sin embargo éstos y otros de menor talla nunca faltan en las tabernas y sidrerías de los caseríos las tardes de los domingos y días festivos y de ferias.

Por lo que hace a la difusión territorial en el País, es sabido que se dan improvisadores dondequiera se habla el euskera, tanto en Vizcaya como en Guipúzcoa y en Navarra, en Lapurdi y en Zuberoa. En las diversas enumeraciones que hemos hecho incidentalmente y a otro propósito, puede verse cómo hemos nombrado bertsolaris de todas las regiones euskeldunes del País.

MLE