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ARTE POPULAR

Arte rudimentario. Con frecuencia vemos en las jambas de puertas y ventanas de las casas rurales vascas diversos grabados y pinturas que representan signos cruciformes. En el ambiente popular de nuestros días informado por una ideología eminentemente cristiana, tales dibujos simbolizan la cruz. Los hay de varias formas, y, en conjunto, recuerdan estilizaciones humanas prehistóricas.

El tema legendario de Teodosio de Goñi, eminentemente vasco, ha sido asociado a otros, cuyo ciclo alcanza una extensión muy superior. Uno de ellos -el de San Miguel y el dragón, localizado entre nosotros en Aralar- ha inspirado diversas producciones de arte popular. La imagen del Arcángel que se venera en su santuario de Aralar, es representada, muchas veces, en forma muy esquemática, en los collares del ganado, en vasos de cuerno o "kutxarros", etc. La circunstancia de que el Arcángel lleve sobre su cabeza una cruz, tiene su explicación en la leyenda, y sus antecedentes en diversas representaciones de arte antiguo, como, por ejemplo, en los ángeles esculpidos en la artística cruz de Gurutziaga, de Durango, que también llevan sendas cruces en sus cabezas. El dragón aparece muchas veces, en el arte popular vasco y en las leyendas, en forma de un monstruo negro de cabeza humana o de sierpe, dos alas como las del murciélago y cola de serpiente. Es el diablo, que, a veces, se halla también representado por una figura humana de color negro que lleva dos cuernos en la cabeza.

Muchos de los "kutxarros" o vasos de cuerno que usan principalmente los pastores de ganado vacuno y caballar, suelen estar decorados con diversas figuras. La ornamentación de forma de sierra y de ajedrezado, por ejemplo, es frecuente en tales objetos, como también en bastones, boquillas de pipa, antiguos trajes de carnaval, etc. Son motivos ornamentales que abundan aquí, por lo menos desde la Edad Media, puesto que aparecen ya en los monumentos románicos y de transición al gótico.

En bastones y "kutxarros" son también frecuentes los dibujos de forma rómbica que pueden apreciarse hasta en objetos prehistóricos.

Además de esta decoración geométrica, abundan en los "kutxarros" figuras que representan asuntos varios, generalmente de carácter religioso. Las "makillas" o bastones ostentan muchas veces dibujos geométricos y otras figuras, como gallos, perros y serpientes. El desarrollo de las líneas y otras incisiones que forman la serpiente de la figura adjunta revelan técnicas y procedimientos semejantes a los de la figura que representa un objeto de hueso procedente del nivel magdaleniense de la cueva de Lumentxa en Lekeitio. (Exploración de la cueva de Lumentxa, por T. de Aranzadi y J. M. de Barandiarán. Bilbao, 1935).

El yugo es otro de los objetos en que se ha ejercitado el arte popular vasco. Tanto en su forma como en los motivos ornamentales o decorativos, tiene algo de peculiar el yugo vasco, el cual va invadiendo territorios nuevos, fuera del País Vasco, principalmente Burgos y Santander, donde es conocido con el nombre de yugo vizcaíno. Sobre el yugo con que van uncidos los bueyes que llevan el carro de bodas, suele colocarse uno como enrejado de hierro del que cuelgan unas campanillas. A este adminículo llaman en Bizkaia "azkonarra".

El herraje de las puertas, consistente en clavos, cerrajas, aldaba y bisagras, representa otro de los capítulos del arte popular vasco. En la cerámica actual del pueblo vasco no abunda la decoración. Los motivos ornamentales de la de Busturia (Bizkaia) no revelan carácter local. En algunas ollas que se fabrican en Estella pueden apreciarse detalles importantes que parecen reminiscencias de otras épocas, como semicircunferencias concéntricas pintadas, semejantes a las de la antigua cerámica ibérica, y relieves con retoques análogos a los de ciertos tipos de vasijas prehistóricas, como alguno que procede del yacimiento prehistórico de Lumentxa.

El círculo -radiado o no-, el rosetón y la ornamentación en forma de espiral son frecuentes en nuestro arte popular: en la cerámica de Estella, en los collares de madera, en arcas y "argizaiolas", en que se arrolla la cerilla que arde en la iglesia en aquellos tramos del pavimento que corresponden a las antiguas sepulturas familiares. La "argizaiola" suele estar adornada con diversas figuras de talla, generalmente con rosetones, círculos y espirales. Estos motivos de ornamentación tienen, pues, en el país una tradición antiquísima; puesto que los vemos, según lo en yugos, en estelas, etc.

En algunas casas se ven piedras que ostentan calados de formas derivadas del círculo radiado. El mismo motivo aparece en diversos monumentos y objetos de carácter funerario, como lo hemos observado el algunas piedras erigidas en pleno campo en conmemoración de personas que murieron por accidente. Estas piedras nos recuerdan monumentos funerarios de otras épocas, como son las estelas discoidales, hace tiempo desaparecidas de las costumbres necrológicas de la mayor parte del País Vasco. Muchas de esas estelas pueden verse en los cementerios del País Vasco ultrapirenáico y aún en los de la montaña de Navarra En Bizkaia, Gipuzkoa y Álava se han conservado pocas. Un fragmento de estela procedente de Abadiano, que hoy se conserva en el museo arqueológico de Bilbao, tiene grabadas varias circunferencias concéntricas. En uno de los anillos se lee esta inscripción IN DEI NOMINE EGO. En el mismo museo existe otra estela, de igual procedencia, en la que hay dos líneas de caracteres precedidas de una cruz. Su interpretación parece la siguiente: EGO LEHO DEI ET MARIA. A propósito de la edad de estas estelas, conviene indicar que sus epitafios son muy semejantes al de una sepultura del siglo IX existente en el cementerio de San Adrián de Argineta. A la misma época debe pertenecer, también, otra lápida adosada a la pared de la ermita de San Juan de Zengoitia (Bérriz).

Entre los objetos usuales en los ritos y ceremonias fúnebres, se hallan las "argizaiolas" o tablillas hemos indicado ya, en monumentos de la Edad Media. Discos radiados, por ejemplo, son frecuentes en piedras sepulcrales medievales (Nanclares de Gamboa, Cenarruza, Santimamiñe de Cortézubi), así como rosetones de varias formas, los cuales se remontan a tiempos más antiguos aún, ya que abundan en las lápidas funerarias de época romana. Con flores naturales, ramas de fresno y de espino albar y hojas de lirio se adornan las puertas el día de San Juan. Créese que el espino preserva la casa contra el rayo. En el umbral de la puerta se echan flores. En muchos caseríos se conserva todavía la costumbre de fijar en la puerta una o más flores del cardo silvestre que, según creencias populares, protegen la casa contra los rayos y contra las brujas o los malos espíritus. Esa flor es tenida como símbolo del Sol.

José Miguel de BARANDIARAN.