Musicals

Arin-arin - Porrusalda

También escrito ariñ-ariñ, este término tiene estrecha relación con otras palabras: porrusalda, purrusalda, porrue, o a veces también bizkai dantza, bizkai soinua o bizkaikoa. Una de las danzas tradicionales vascas más conocidas, es muy rápida y forma con el fandango el par de danzas vascas más habitual.

Este par tiene muy estrecha relación, incluso de nombre, con otras parejas de danzas que utilizan otros pueblos de la Península. Uno de esos casos es el de Cantabria, donde un baile de ritmo ternario llamado a lo pesau o a lo grave se combina con otro de ritmo binario llamado a lo alto o a lo ligero, pero algo parecido ocurre también en Burgos, La Rioja o Segovia.

En este sentido, esta clasificación se ha relacionado en más de una ocasión con su homóloga medieval entre danzas bajas y altas. En las danzas altas los saltos y los movimientos eran más violentos, y por ello ahí debería de incluirse nuestro arin-arin. En las danzas bajas, por el contrario, los movimientos eran más solemnes y tranquilos, y ese sería el lugar para el fandango vasco. Sin embargo, parece que hoy en día no hay gran diferencia en ese sentido, y además hay otra característica que cumplen la mayor parte de estas parejas de danza: al menos desde el Renacimiento, una tiene ritmo ternario y la otra binario. Ese fue el caso en aquel periodo de la pavana binaria y la gallarda ternaria y ese es concretamente el caso vasco actual: el fandango tiene ritmo ternario, y el arin-arin binario. Parejas de danzas, y bailadas por parejas: el mejor representante vasco de las mismas, bailado de forma cotidiana y por ello la danza social más común.

En opinión de Azkue (1919:I,259), cuando presentó su Cancionero, los jurados vizcaínos le reprocharon el santanderinismo de algunas piezas, y entre ellas las que tenían este ritmo básico, el de arin-arin:

A lo que contestó diciendo que era muy habitual en determinados lugares montañosos, como Asturias, Cantabria, Cataluña (más concretamente el ritmo de sardana, aunque fuera más lento) y también la Grecia clásica. A decir verdad, este ritmo es muy usual tanto en la tradición popular como en la erudita europea, y buscar su origen en un lugar concreto no tiene mucho sentido.

Hoy día, el arin-arin tiene ritmo binario, escrito en compás de 2/4, y frases cuadradas, compuestas de módulos de ocho compases. Cada paso se organiza en dieciséis compases, y de esta manera se acomodan las frases musicales, a veces de dieciséis compases, muchas veces con ocho compases repetidos y casi siempre organizadas en antecedente y consecuente. Normalmente se ejecutan cuatro pasos distintos. El ritmo más habitual hoy día, el que tocan los txistularis, puede escribirse de esta manera:

He aquí el comienzo de un ejemplo: Sorgin-zulo, de Isidro Ansorena:

En el mundo de los txistularis se ha intentado algunas veces resaltar la diferencia entre arin-arin y porrusalda basándose en el ritmo. De este modo, el ritmo de porrusalda tendría puntillos en las dos partes del compás, y no sólo en la primera. Más o menos así:

Aunque parece que esta clasificación funciona bien con algunos ejemplos de la primera época de la revista Txistulari, hoy día hay una gran tendencia a no diferenciar entre ambos nombres, y no sólo entre los txistularis.

Comúnmente, en general, las dos palabras se consideran sinónimas. El padre Olazaran (1970), por ejemplo, lo expresa claramente en su método de txistu: la sección en la que aparecen estos bailes lleva por título arin-arin (purrusalda). Sin embargo, según Juan Mari Beltran (2004:XX), existe una distinción a nivel formal entre ambos géneros, si bien en la práctica tienden en ocasiones a confundirse entre sí. Si el arin-arin, en efecto, es una sucesión de frases de dieciséis compases, la porrusalda presenta un estribillo cantado, llamado kopla, sin duda porque su texto, independientemente del idioma que se utilice, presenta la estructura de la copla castellana de cuatro versos octosílabos, con la particularidad de la repetición del último verso. De esta manera, en la kopla se añaden cuatro compases más a los dieciséis usuales, formando una estructura total de veinte compases. En definitiva, se trata de algo parecido a lo que ocurre entre el fandango y la jota: la porrusalda tiene una copla cantada que puede bailarse al agarrado y el arin-arin, por el contrario, no.