Dance

Fandango - Jota - Orripeko -Trikitixa

El fandango es una de las danzas tradicionales vascas más conocidas y comunes hoy en día.

En este momento muestra una gran tendencia en Vasconia a confundirse con la jota, y a veces también recibe el nombre de orripeko. Una variante concreta, además, es llamada trikitixa, y en Navarra existe además otro tipo de jota distinto y no bailado. De velocidad muy rápida, forma con el arin-arin el par de danzas vascas más habitual. Este par tiene muy estrecha relación, incluso de nombre, con otras parejas de danzas que realizan otros pueblos de la Península. Uno de esos casos es el de Cantabria, donde un baile de ritmo ternario llamado a lo pesau o a lo grave se combina con otro de ritmo binario llamado a lo alto o a lo ligero, pero algo parecido ocurre también en Burgos, La Rioja o Segovia.

En este sentido, esta clasificación se ha relacionado en más de una ocasión con su homóloga medieval entre danzas bajas y altas. En las danzas altas los saltos y los movimientos eran más violentos, y por ello ahí debería de incluirse nuestro arin-arin. En las danzas bajas, por el contrario, los movimientos eran más solemnes y tranquilos, y ese sería el lugar para el fandango vasco. Sin embargo, parece que hoy en día no hay gran diferencia en ese sentido, y además hay otra característica que cumplen la mayor parte de estas parejas de danza: al menos desde el Renacimiento, una tiene ritmo ternario y la otra binario. Ese fue el caso en aquel periodo de la pavana binaria y la gallarda ternaria y ese es concretamente el caso vasco actual: el fandango tiene ritmo ternario, y el arin-arin binario. Parejas de danzas, y bailadas por parejas: el mejor representante vasco de las mismas, bailado de forma cotidiana y por ello la danza social más común.

Hoy día, el fandango vasco tiene ritmo ternario, escrito en compás de 3/4 o, para expresar mejor su velocidad viva, de 3/8, y presenta frases cuadradas, organizadas en módulos de ocho compases. Cada paso se extiende por dieciséis compases, y las frases musicales se organizan conforme a ellos, siendo a veces de dieciséis compases, muchas de ocho compases repetidos, y casi siempre organizadas en antecedente y consecuente. Normalmente se bailan tres pasos diferentes, pero en Navarra es muy corriente realizar también un cuarto. Sin embargo, la organización de los compases es, muy binaria, al igual que ha expresado Miguel Manzano para la jota (1995), proponiendo para ello la escritura en 6/8. Hoy en día el ritmo más habitual se puede escribir de este o parecido modo:

Partitura

He aquí un ejemplo, el comienzo del que conocemos como Las pamplonas, de autor anónimo:

Partitura

Según Juan Mari Beltran (2004:406), existe una distinción a nivel formal entre fandango y jota, si bien en la práctica tienden en ocasiones a confundirse entre sí. Si el fandango, en efecto, es una sucesión de frases de dieciséis compases, la jota presenta un estribillo cantado, llamado kopla, sin duda porque su texto, independientemente del idioma que se utilice, presenta la estructura de la copla castellana de cuatro versos octosílabos, con la particularidad, presente también en otras jotas peninsulares, de la repetición del primer verso. De esta manera, la kopla presenta una primera frase de doce, y no de ocho, compases, y una segunda de dieciséis. En el ambiente del soinu-txikia, esta estructura recibe el nombre de trikitixa, el mismo del conjunto musical que lo interpreta. En definitiva, se trata de algo parecido a lo que ocurre entre el arin-arin y la porrusalda: la trikitixa tiene una copla cantada que puede bailarse al agarrado y el fandango, por el contrario, no.

Finalmente, en la parte más mediterránea del País, es decir, Álava y la Zona Media y Ribera de Navarra especialmente, la distinción, cuando se establece, es muy similar (Gaiteros de Pamplona 1981), aunque la copla no se suela cantar y adopta un tempo más lento, que a menudo se baila al agarrado y que sin duda la enlazan directamente con la llamada jota navarra cantada.

Este género no es bailado, constituyendo por ello un caso excepcional en el ambiente no sólo vasco, sino peninsular en general. Está muy emparentado con el aragonés, del que quizá procede, e incluso está muy difundida la opinión de que ello ocurrió después del sitio de Zaragoza durante la guerra de la Independencia. Se caracteriza por un acompañamiento de instrumentos de cuerda y/o acordeón, y la copla adquiere aquí todo el protagonismo por su virtuosismo en la zona alta, en un estilo adornado y de gran potencia de voz, que se suele denominar valiente. Sobre la base de dos únicos acordes de tónica y dominante, el jotero improvisa todo tipo de adornos que consiguen en esa tesitura una gran brillantez, lo que le proporciona una estética muy distinta al del resto de fandangos y jotas vascos. La jota navarra, a diferencia de la aragonesa, utiliza también el modo menor, y se caracteriza por una mayor libertad rítmica, un mayor uso de los melismas y una diferente utilización formal de los instrumentos, además del ya aludido carácter no bailado.