Concept

Carnavales de Bizkaia

Dentro de la época conocida como propia del Carnaval, distinguimos la merienda que se realizaba el domingo anterior al Domingo de Carnaval, manteniéndose vigente en unas pocas localidades, con algún cambio que otro. Se conmemoraba en toda la zona vascófona de Bizkaia y el acto en sí mismo recibía diferentes nombres: Kanpo(ra) martxo, Sasi martxo, Txitxiburduntzi o Basa(ra)toste.

Este festejo consistía en acercarse al monte o prado más cercano, en cuadrilla o individualmente, desde niños hasta ancianos, por la tarde de dicho domingo, siendo en lugares determinados, el jueves. Allí se hacía una pequeña hoguera y sobre el mismo fuego, o las ascuas, se asaban chorizos o tocino, los cuales eran insertados en un palo al que se le hacía una punta; era el burduntzi de madera. Se cantaban canciones y se bailaba hasta que, al atardecer, volvían a sus hogares respectivos. Al domingo siguiente, Domingo de Carnaval, en algunos lugares se le conocía por Etxera martxo, realizándose, como indica el nombre, la merienda en casa.

A la semana siguiente de la merienda en el monte, el día de "Jueves Gordo" o Eguen Zuri, aunque no sea ésta equivalencia más exacta, grupos de niños en edad escolar recorrían aldeas y casas de poblaciones muy determinadas de Durangaldea, Uribealdea, Busturialdea y Arratia.

Cuestación que servía para recoger chorizos, huevos, tocino y, aunque escaso en aquel entonces, algo de dinero. El cestero y el bolsero acompañaban al resto y, mientras éstos cantaban y golpeaban con los palos en el suelo, éstos se dedicaban a recorrer la vecindad en busca de los alimentos que, por la tarde, les servirían para elaborar una suculenta merienda.

Parecido acto se llevaba también a cabo el Martes de Carnaval en algunos pueblos de las Encartaciones: Barakaldo, Ortuella, Valle de Trápaga, Gordexola, Zalla o Güeñes. Los niños y niñas en pequeños grupos al son de las "Carrastoliendas" o "Carrascolindas", variante de Carnestolendas, iniciaban su itinerario a primera hora de la mañana. Muchos de los componentes coinciden con Eguen Zuri, a excepción de la canción, y no sólo por el idioma, sino también porque éstos, además, portaban un gallo.

De todas las canciones interpretadas, existen diferentes variantes melódicas y cada zona cuenta con sus propias letras. Las siguientes estrofas, todas ellas recogidas en algunas de las localidades de Durangaldea, contienen los ingredientes más comunes y propios de la celebración:

"Eguen Zuriko eguna
Jaungoikoak berak egiña,
eskola mutilak ibilteko
limosna on baten bila.

Hor goien goien goldie
haren ganien belie,
etxe honetako nagusi jauna
nekazari langilie.

Poltsan baditut errial bi
batak bestia dirudi,
etxe honetako etxekoandriak
Ama Birjina dirudi.

San Kasiano Obispua
eskola maisu jakituna,
Jesukristoren fediagaitik
odola eman ebana.

Santu hau bitartez dala
ezeizu izan okerrik,
orain bagoaz hemendik eta
agur danori eginik."

Mientras que el viernes y el sábado eran días sin actividad, el Domingo de Carnaval, desde primeras horas de la mañana, ya aparecían los disfrazados, generalmente jóvenes varones. Era el primer momento para salir a la calle y corretear detrás de los niños, niñas y muchachas que, con sus cantinelas, les provocaban:

"Mascarita ya te conozco
por que eres de Orozko."

Algunos portaban palos y escobas en un afán de castigar, pero al llegar al pórtico de la iglesia frenaban su instinto agresivo. En este recinto no podían entrar: era zona "sagrada", donde no se podía golpear a los perseguidos.

Por la tarde, en las poblaciones importantes, baile en la plaza pública y en locales cerrados.

El Martes de Carnaval, tenía idénticas connotaciones festivas, aunque éste era el día principal, por lo tanto, el número de participantes cuantitativamente era superior Se guardaba fiesta a diferentes niveles, que involucraba a los diferentes status sociales.

En Bilbo, a principios del siglo XX se realizaban desfile de carrozas. En estos carros tirados por caballos, preferentemente, las comparsas o ciertos disfrazados, se paseaban por la entonces poco poblada de edificios Gran Vía.

En los bailes, la asistencia se masificaba, ante el inicio de la Cuaresma y su prohibición. No obstante, la clandestinidad relativa del "Domingo de Piñata" siguiente, daban un muy pequeño margen para romper este lapso de falta de diversión, por la austeridad marcada que finalizaba con el Domingo de Pascua de Resurrección.

Tanto el Martes de Carnaval como el Miércoles de Ceniza, el Entierro de la sardina nos sitúa, aunque de forma mínima, en la celebración del final del Carnaval.

En Portugalete, Santurtzi, Sestao o Bilbo, entre otros pueblos, el cortejo fúnebre recorría las calles del centro entre sollozos, plegarias y entonando la canción propia del acto. La sardina, dentro de una caja de cristal, custodiada por un pequeño ejército de pescadores daba por finalizado su cometido, cuando se arrojaba el pez al agua de la ría Ibaizabal-Nervión.

La letra de la canción interpretada en Portugalete y coincidente con otras recogidas en su entorno, es la siguiente:

"Una cruz, una palma y un sepulcro,
éstos son los instrumentos funerarios;
la mansión donde todos son iguales
y que estamos obligados a seguir.

No tengo, no tengo padre ni madre,
ni quien me, ni quien me asista al morir,
y hasta las mismas piedras que yo piso
se rebelan, se rebelan contra mi.

Sólo tú, sólo tú bien de mi vida
rezarás, rezarás una plegaria;
con el hacha, con el hacha funeraria
que me alumbre, que me alumbre al expirar.

Allí no hay clases, ni excepción ninguna.

Estribillo
Quien rige al grande, también rige al chico.
Una lápida de mármol para el rico
y un puñado de tierra al infeliz, al infeliz.

Pobre sardina qué muerta estás,
al cementerio te han de llevar."

Cerrando, ocasionalmente, el ciclo festivo, se nos presentan las "Marzas" del 1 de marzo, como un elemento carnavalesco más. Podían coincidir o no temporalmente, pero el sonar de cencerros en el Valle de Karrantza y su vecina Lanestosa, forman parte ineludible del conglomerado de estas fechas.