Dentro de los ciclos festivos del año, podemos observar como el invierno ha tenido una importancia vital en la sociedad y cultura de un pasado cercano.
De hecho, el Carnaval ha sido considerado por muchos de los participantes de principios del siglo XX, últimos que lo festejaron hasta su recuperación en los años sesenta y setenta del mismo siglo, como la fiesta reina del invierno. Asimismo nos apoyamos en toda información relativa a una época centrada entre finales del s. XIX y 1936; momento en que se prohibieron taxativamente mediante órdenes y decretos gubernamentales.
La demarcación del período carnavalesco nos obliga a matizar entre los días que conforman el extenso abanico de actos, ligados directa e indirectamente, a los conocidos en otros tiempos como los principales: Jueves Gordo, Viernes Flaco, Sábado Regular, Domingo (de) Carnaval, Lunes (de) Carnaval y Martes (de) Carnaval.
Las primeras noticias nos recuerdan que la primitiva denominación de Carnestolendas convivió en otro momento con la de Carnaval, siendo esta última la que al final se impondría. En euskera los días reciben diferentes nombres: Eguen Zuri, Karnabal Domekie, Astelehen Karnabala y Martitxen Karnabala. Pero éstos no son los únicos, ya que en la memoria colectiva y muy extendida han quedado Aratuzteak o Aratosteak como términos más genuinos para definir el conjunto de estas fiestas.