Se ha supuesto que la primitiva monarquía navarra fue electiva en virtud de necesidades de caudillaje derivadas de las luchas de los vascones con francos, godos y, posteriormente, musulmanes. Poco se sabe, sin embargo, sobre las tempranas fechas del siglo IX y no creemos que, en una sociedad todavía tribal, se dejaran al margen consideraciones de tipo agnático que sabemos eran muy importantes en aquella época. A partir del reinado de Sancho II Abarca (970-995), consta la sucesión por línea recta de varón a varón; las mujeres no heredan directamente el trono pero transmiten su derecho al mismo a sus hijos varones (ej. a Sancho el Mayor).