Kontzeptua

Sucesión al Trono de Navarra

Así como la unción y la coronación reales, tan aludidos en los textos políticos de la época, no fueron recogidos en el Fuero General, de la misma forma tampoco hallamos qué debería de hacerse al no existir ni hijos ni hermanos de un soberano difunto y sí hijas. Tal fue el caso acaecido a la muerte de Enrique I (1270-1274) sin descendencia masculina ni hermanos. Aunque no se hallara consignado por escrito, Lacarra (Historia, 1972) piensa que "el aspecto legal no ofrecía ninguna duda: regencia de doña Blanca (viuda de Enrique) y nombramiento de un gobernador hasta que Juana (hija única de Enrique) alcanzara la mayoría de edad". Esta fue Juana I (1274-1305), esposa de Felipe el Hermoso de Francia. Sus tres hijos varones Luis I Hutín, Felipe El Luengo y Carlos I El Calvo reinaron sucesivamente. Este último, sin hermanos, murió en 1328 dejando como descendencia tres hijas. En consonancia con la ley navarra la sucesión al trono correspondía a Juana, hija de Luis I Hutín que había sido pretérida por Felipe y Carlos.