Muy unido a lo anterior, y complementario de aquél. Nadie pondría un comercio en una zona de baja densidad. Sin embargo, y admitiendo que los habitantes de esas zonas deben hacer todos sus desplazamientos en vehículo privado, y dado que las autopistas ya están construídas y tienen gran cantidad de territorio sin usar en sus bordes, se sitúan allí grandes centros comerciales en los que ubicar los negocios. De esta forma además se minimizan los gastos de distribución, almacenamiento, logística, etc. A partir de ahí el centro comercial crece y se convierte en una pequeña ciudad donde encontrar de todo: tiendas, restaurantes, gimnasios, cines, discotecas, bares de copas, salas de conciertos, boleras, circuitos de karts, pistas de esquí artificiales, etc. El efecto atracción que estos centros tienen provoca el cierre de estas mismas instalaciones en los cascos urbanos de los pueblos y ciudades, contribuyendo a su desertización.