Lexikoa

CISMA

Navarra y el Concilio de Constanza. En la capitulación de Narbona los compromisarios se obligaron también a unirse al Concilio, una vez retirada la obediencia al papa Luna. Los embajadores que envió Navarra a Constanza fueron Simeno de Aibar, doctor en teología y arcediano de la tabla en la iglesia de Pamplona, y Juan de Liédena, doctor en leyes y alcalde de la corte mayor de Navarra. A éstos se les unieron como delegados el dominico Nicolás Duriche, obispo de Dax; el franciscano Guillén Arnalt de Laborde, obispo de Bayona; fray Martín de Guetaria, maestro en teología, y Martín Enríquez de Lacarra, merino de la Ribera y alcaide del castillo de Tudela. Algunos ponen muy en duda la asistencia de este último (cfr. José Ramón Castro: Carlos III el Noble, rey de Navarra, Instituto Príncipe de Viana, Pamplona, 1967, p. 161). La embajada de Navarra llegó a Constanza el 16 de diciembre de 1416. Con todo, a causa de las disensiones que había entre ingleses y aragoneses, su recepción no se celebró hasta la víspera de Navidad. La ceremonia tuvo lugar en la catedral de Constanza y en ella sería portavoz de la delegación Simeno de Aibar, que moriría en la misma Constanza. Respecto a la delegación navarra nos dirá Goñi Gaztambide: «Los embajadores aragoneses habían exigido que sus votos en el interior de la nación española gozaran de tanta autoridad como si estuviesen presentes todos los obispos de la corona aragonesa, es decir, de Cataluña, Aragón, Valencia, Baleares, Sicilia y Córcega. Los castellanos también se harán de valer antes de abandonar a Benedicto XIII. Sólo los delegados navarros se adhirieron al Concilio sin obtener ventaja alguna y durante el desarrollo de las sesiones y congregaciones dieron la sensación de andar un poco a la deriva, sin política propia, si no es la de secundar dócilmente a los castellanos» (cit. por José Ramón Castro: op. cit., p. 163). Para la elección del nuevo papa se acordó que tomasen parte en el cónclave los cardenales, más 6 diputados por cada nación. Entre los peninsulares se tomó la determinación de que de los seis electores, dos fuesen castellanos, otros dos aragoneses, uno portugués y uno navarro. En representación de Navarra acudió el obispo de Dax, Nicolás Duriche. Para la custodia del cónclave fue designado Ferrán Pérez de Ayala, merino mayor de Guipúzcoa, al cual el rey Carlos III le recompensó por tal servicio con la donación con carácter vitalicio del bailío de Oteiza, Villatuerta y Legardeta. El II de noviembre de 1417 salía elegido el nuevo papa, Martín V. Con ello el Cisma quedaba superado, dejando tras de sí un período difícil para la Iglesia Católica. «La conducta de los embajadores de Carlos III les colocaba en situación ventajosa para negociar con el nuevo papa, pero, al decir de Goñi Gaztambide, regresaron a Navarra con las manos casi vacías. Si consiguieron algunas gracias en beneficio de algunos particulares, no lograron casi ninguna en provecho general del reino» (José Ramón Castro: op. cit., p. 164).