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Álava-Araba. Urbanismo

La historiografía convencional que se ha ocupado de formular el modelo y características de la casa medieval en ámbito urbano se basa, en la mayoría de las ocasiones, de modelos generales o universales para posteriormente por extrapolación explicar el tipo y peculiaridades existentes en un lugar y en un tiempo determinado. Últimamente, están surgiendo estudios monográficos de diversas villas vascas sobre el urbanismo, su evolución y tipologías edificatorias de sus cascos históricos que apoyados en la documentación, muy escasa en la mayoría de las ocasiones y nula en otras, y las actuaciones arqueológicas, también insuficientes en número y en extensión por la dificultad e imposibilidad real de acometerlas por ser espacios ocupados hoy, nos van acercando a descubrir y comprender mejor los orígenes y evolución de las poblaciones que recibieron Carta-Puebla.

Los estudios y excavaciones que se vienen realizando en la Catedral de Santa María y la plaza que la preside junto con otros sectores y puntos del cerro de Vitoria-Gasteiz están resultando muy sugerentes en el conocimiento del tipo de habitación y las técnicas constructivas usadas no sólo en periodos anteriores a la muda de la aldea de Gasteiz en la villa de "Nueva Victoria" sino también en épocas posteriores, que podría extenderse y constituirse como criterio válido hasta finales del siglo XV. Tendremos que esperar a las conclusiones que presenten arqueólogos, historiadores y otros técnicos implicados para poder avanzar y conocer en un mayor grado y precisión no sólo el modelo/s de las casas urbanas domésticas del periodo medieval sino también el reparto equitativo o no de los lotes parcelarios que parece deducirse del texto de las Cartas Pueblas.

Es el elemento esencial en el paisaje edificatorio de la villa y, sin embargo, la ausencia de restos de edificios domésticos medievales hace muy difícil establecer las características generales de la casa medieval alavesa, por ello recurriremos a ofrecer una panorámica general de ella basada en patrones comparativos universales con puntualizaciones donde dispongamos de información documental que ratifique o descifre los enunciados historiográficos.

En Alava, de las 23 villas medievales, únicamente los Fueros de Laguardia y Labraza, ambos promulgados en el siglo XII, manifiestan las dimensiones de las parcelas intramuros. De tales datos se extrae que la forma del lote parcelario es un rectángulo muy estirado con el lado menor conteniendo a la fachada abierta a la calle, y un marcado desarrollo hacia el fondo. Resulta difícil establecer un modelo de repartición de solares extrapolable en mayor o menor medida al resto de las villas alavesas y foráneas al Territorio Histórico, ante la diversidad que presentan los planos de cada casco medieval.

Acudiendo a las fuentes documentales de Salvatierra podemos ratificar con mayor precisión determinados aspectos vinculados a la habitación doméstica medieval que ha utilizado el discurso convencional a la hora de establecer cómo es el solar, que parte del solar quedará edificado y a que se destina el resto, qué tipo, que sistemas, técnicas y materiales se emplean en su construcción, etc. Los módulos parcelarios de Salvatierra están en total sintonía con los manifestados en la Carta-Puebla de Laguardia, con la proporción entre ancho y fondo de uno a cuatro.

El reparto igualitario de solares que parece desprenderse de los textos de varias cartas puebla se comprueba en Salvatierra como lo regula la Ordenanza de 1538, estableciendo las unidades mínima -una "media casa"- y máxima -cuatro "dos casas enteras"- de parcela sobre la que construir la casa. Por lo anterior se podría confirmar la afinidad del reparto en la fundación de las villas, admitiendo también la posibilidad de que hubiese ya de principio edificios que ocupasen más de un lote.

El determinar que parte del solar quedará edificado, cual quedará libre y que uso se dará a este último es difícil de resolver con el mínimo rigor científico si únicamente empleamos el criterio aportado por las preexistencias en los actuales planos parcelarios, será preciso acudir a las intervenciones arqueológicas buscando estructuras fósiles que indiquen los puntos de apoyo o muros de las fachadas traseras de las casas fundacionales o de las progresivas ampliaciones hasta alcanzar las que hoy vemos. Lo que si resulta más comprobable es la existencia en el sector trasero de la parcela de un espacio libre que acogía al huerto y que también actuaría como lugar de asueto para los pequeños animales de corral.

La tipología de casa vendría a responder a la denominada "casa de madera" articulada mediante un esqueleto portante lígneo con un cierre de piedra en la planta baja que en diferentes estadios evolutivos alcanzaría el nivel del suelo del primer piso. La distribución en alzado comenzaría con planta baja más desván para crecer un piso más al final de periodo medieval. El cierre perimetral por encima del macizo de piedra usaba tablas para mudar o alternar con el paso de los años al sistema de entramado que admite mas posibilidades en el uso de otros materiales. En cuanto a la compartimentación en planta, el estadio más primitivo se caracterizaba por la falta de divisiones funcionales del espacio. Más adelante fueron aparecieron los tabiques de madera que dividían las distintas dependencias, el taller, la cuadra, y las salas preparadas para vivienda -cocina y dormitorio-. El pavimento de la planta baja respondía al propio del terreno con una preparación más o menos esmerada en función del uso. El suelo del piso o sobrado utilizaba también la tabla. En número de huecos en la fachada se reducía a dos por planta.

La situación relativa entre casas colindantes origina unas instalaciones bien exentas bien en medianería, siendo esta última la que nos ha llegado al comienzo de la época moderna. Es plausible suponer que ambas coexistiesen en la fundación de las villas pero con el transcurso de los años, el aumento demográfico y el poder disfrutar de mayor superficie en situación de medianería, ésta fuese desbancando a la localización exenta.

El muro medianero ante la doble función desempeñada como una técnica constructiva y como división de propiedades resulta doblemente sugestivo al constituirse en criterio en la definición de una tipología edificatoria, y ser un elemento urbano similar a la parcela al figurar en el tiempo como una permanencia de las ciudades medievales.

El contar actualmente con restos en mayor o menor grado de casas de ese periodo y poseer una documentación más rica, origina un mayor conocimiento de la vivienda urbana de los siglos XV finales y XVI con las tipologías parcelaria y edificatoria arrastradas de siglos atrás pero que llegan a su expresión más genuina en este periodo. El modelo por excelencia del periodo es la llamada "casa de alforja", caracterizada por alzarse en medianería, fachada estrecha y gran desarrollo en profundidad, heredada de la casa gótica en sus estadios más avanzados.

El incremento tanto económico como demográfico, el peligro a padecer incendios, el progresivo poder e intervención de los concejos sustituyendo al real, entre otros, son factores que intervienen en la transformación urbana de las ciudades, no en el urbanismo que se encuentra constreñido físicamente por la muralla, pero sí en el paisaje edificatorio, con la aparición de nuevos modelos de edificios como los palacios y casas señoriales que diversifican el panorama urbano manifestando una sociedad más plural, alejada ya del principio fundacional de albergar una sociedad uniforme, homogénea. La ordenanza del año 1538 de Salvatierra promulgada por el Concejo facultando la posibilidad de contar hasta con cuatro lotes parcelarios a cambio de contribuir a las arcas del común con dinero, ratifica la diversidad social en la ciudades, introducida siglos antes con la incorporación de la nobleza rural a los cascos urbanos abandonando el campo y levantando casas torres.

La casa urbana renacentista sigue manteniéndose sobre la parcela, con pequeñas innovaciones como el incremento en la superficie construida ocupando el huerto en ocasiones o invadiendo el paso de ronda hasta alcanzar el paño de la muralla en otras. Una segunda novedad buscaba la regularización en altura con tres pisos -planta baja, primera y desván-, en la generalidad de las ocasiones, como se desprende de la ordenanza que venimos utilizando al estipular casas con seis, doce, dieciocho y veinticuatro ventanas. Consecuencia de este reglamento se obtiene la disponibilidad de dos huecos por planta, llevando en la baja, el acceso y la ventana tras la que se encontraba el taller, comercio, etc. La búsqueda por disfrutar de mayor superficie útil crea soluciones como el voladizo de los pisos superiores, y los soportales con marcada proyección o adelantamiento de los pisos altos de la fachada sobre suelo público que apoyan en pies derechos o columnas estableciendo un corredor cubierto por el que transitar y ofrecer protección a artículos y mercaderes en los días de mercado, teniendo bien presente que no podían colocar impedimento bajo los mismos. Quedaban regulados los "salidizos" como el vuelo y altura a la que podría volar los pisos superiores con respecto a la planta baja, el vuelo de balcones en el caso de fachadas realizadas en un único plano, y la altura mínima a respetar en los soportales para la libre circulación por ellos. Los adelantamientos de los pisos superiores resulta muy frecuente contemplarlos en el variopinto paisaje callejero de nuestras villas alavesas. Sin embargo, no todos ellos responden al periodo renacentista. Acudiendo de nuevo al documento que traemos como referente en la primera mitad del siglo XVI, en Salvatierra únicamente se permitía un único nivel en el salidizo, sin conocer su proyección en el tiempo, y si era particular de aquí o coexistía esta norma en otras villas. En la denominada "Casa de las Viudas" localizada en el encuentro de la calle Carnicería con el cantón López de Larrea podemos apreciar este detalle. La proyección de una parte de la fachada determinó el uso de un sistema de apeo con el adelantamiento de las cabezas de los muros laterales que en ocasiones se hace progresivamente en más de un registro -canes moldurados- proporcionando una llamativa plasticidad, a la vez que actuaban de auténticos cortafuegos.

Los frecuentes incendios que asolaron villas enteras en periodo medieval y en el siglo XVI influyeron sustancialmente en el tipo de casa y materiales a usar, prevaleciendo prácticamente inalterables las técnicas constructivas. Tras sufrir un fatal incendio arrasando todo el caserío, los concejos promulgan bajo el amparo y supervisión de los estamentos de la Corte real la sustitución de la madera por materiales más eficientes contra el fuego como la piedra, el ladrillo o elementos lígneos recubiertos de argamasa como el tabique de vergamazo -varillas de avellano u otro material flexible entrelazadas manteadas con mortero de barro-. La madera pierde protagonismo en su uso, pero sigue presente en escaleras, armazón de tejados, en el mobiliario cada vez más diverso, etc. En el sistema de entramado los intersticios de la trama se cierran con materiales livianos de segundo orden, usando aquellos que posee más a mano o que mejor se adapten a la climatología de la zona, ladrillo y adobe fundamentalmente. El aparejo de ladrillo consistía en hiladas regulares separadas por gruesas llagas de mortero de cal y arena cubriéndose totalmente al exterior.

La situación en medianería de las casas urbanas, salvo aquellas que ocupen un cabo de manzana, les obliga a armar el tejado a dos vertientes con el caballete paralelo a la fachada y desaguando a esta y en la trasera. El vuelo sobre la calle lo constituían los mismos cabrios del armazón del tejado, sin labra únicamente descortezados.

Una de las constantes arquitectónicas que caracteriza a las diversos modelos edificatorios es la incorporación o solución arquitectónica proporcionada al vano de ingreso de la casa mediante el arco de medio punto. Esta portada en arco convive con el adintelado, siendo éste más común en las casas urbanas. El arco de medio punto puede ir acompañado de ciertos motivos decorativos o identificativos asignando un status o dignidad más noble que al simple villano y que cabría agruparlas en las tituladas por algunos autores "casas hidalgas". El lenguaje gótico-renacentista aparece en ventanas.

La organización del interior de la casa renacentista será continuadora, básicamente, de la medieval con determinadas aportaciones que hagan más cómoda e higiénica la vida de sus moradores. La división de plantas será fiel a una distribución de usos muy concretos. La división en altura contaba como modelo más repetido, la casa de tres pisos, con la planta baja acogiendo las dependencias inherentes de la economía de los residentes, con la planta intermedia para residencia, y el piso superior o desván con funciones auxiliares. La escalera es de un único tramo o de dos en prolongación. La casa artesana en muchos casos poseía acceso independiente al de la casa, originando en ésta un estrecho corredor hasta las escaleras.

Si en estos periodos históricos el urbanismo y la arquitectura se convierten en aventajadas disciplinas aportando una nueva estética de la articulación del espacio urbano e incorporando en el paisaje callejero nuevas formas y tipologías edificatorias, apenas colaboran sustancialmente en el modelo de la casa urbana popular que continúa en esencia el legado renacentista. El recrecimiento en profundidad hasta alcanzar la totalidad de la parcela con la atarjea como límite; la incorporación de una o dos plantas más -en Vitoria, casi exclusivamente-; la solución barroca de escalera en tres tramos contribuyendo a una mejor iluminación y ventilación de las estancias interiores; y la transformación por lo general en casa de pisos o de alquiler introducida a partir del siglo XIX; son aspectos novedosos adoptados en la casa urbana popular.

Hoy, la renovación urbana nacida de una nueva cultura urbanística está interviniendo sobre la casa urbana popular aplicando nuevas técnicas y materiales, que aún manteniendo el lote parcelario están renovando el sistema constructivo en numerosas ocasiones de modo integral con la pérdida irreparable del sistema de medianería, como uno de las permanencias reconocedoras del esquema lógico-constructivo de la casa urbana.

La expansión de los núcleos urbanos fuera de los recintos murados desde finales del siglo XVIII hasta hoy, como es el caso de Vitoria-Gasteiz, ha supuesto la creación de nuevo tejido urbano y modernos sistemas edificatorios que para su clasificación se viene usando las corrientes estilísticas, neoclásica, ecléctica, regionalista, racionalista, postmoderna, etc.