Concepto

Memoria histórica

Durante la dictadura, el régimen franquista trató de monopolizar la memoria del pasado, caracterizándolo de la manera que convenía a los vencedores a fin de justificar y legitimar el nuevo régimen. En la actualidad existe la sensación de que la visión del pasado que se generó durante la dictadura pervivió más que la propia dictadura; de hecho, para muchos esa visión heredada del pasado se mantuvo durante el proceso de transición a la democracia y llegó a extender su influencia hasta la época en que la democracia se había asentado en nuestro país (Molinero, 2006, p.297).

En opinión de los historiadores que han investigado las últimas décadas de nuestra historia, el proceso de transición a la democracia se asentó sobre la base de un "pacto de silencio". Durante el proceso de transición a la democracia se habría puesto en marcha un proceso de olvido sistemático, a fin de que en la nueva situación política los conflictos de la guerra civil no fuesen utilizados con fines políticos ni obstaculizasen el proceso democratizador. Es más, los españoles de aquella época parecían mostrar muy poco interés por su pasado reciente.

Durante la transición, la memoria de la guerra civil impidió el desarrollo de una nueva política de la memoria que conectase la nueva democracia con anteriores experiencias democráticas como la de la Segunda República. La idea de la necesidad de consenso obstaculizó el que la memoria de aquellos que lucharon por la libertad y sufrieron la represión durante la dictadura se convirtiese en el eje alrededor del cual se construyese una nueva visión del pasado reciente. Durante mucho tiempo no hubo una política de la memoria basada en referencias democráticas que se pudiese contraponer a la memoria impuesta por el régimen franquista (Molinero, 2006, p.297). El consenso logrado acerca del futuro que deseaban los españoles no se tradujo en consenso sobre la imagen y el recuerdo que tenían del pasado.

Es esta situación la que está cambiando en los últimos años: ha surgido un debate en nuestra sociedad acerca de la memoria y cada vez más gente opina que se debe revisar la memoria oficial heredada en gran parte del régimen anterior. Desde las ciencias sociales, junto con las asociaciones que trabajan por la recuperación de la memoria histórica, se rechaza la memoria heredada del franquismo y se propone una nueva mirada hacia los sucesos del último siglo, mientras tratan de recuperar los recuerdos condenados al silencio de aquellos que perdieron la guerra. En opinión de muchos, éste es un paso fundamental para dar por finalizado el proceso de transición y sentar las bases de un verdadero proceso democrático. Por otra parte, este paso demostraría que existen en realidad memorias diversas y que éstas pueden convivir en nuestra sociedad.

En los últimos años se ha dado un cambio en la sociedad, de aquel discurso sobre la memoria basado en el silencio y el olvido heredados del franquismo se está pasando a un nuevo discurso sobre la memoria. Parece que uno de los fenómenos políticos y culturales más sorprendentes de los últimos años es la preocupación por el pasado y la memoria (Huyssen, 2002). Los factores que explican este cambio son múltiples y reflejan los cambios acaecidos en el mundo en las últimas décadas, así como los cambios políticos que se han dado en España. A finales del siglo XX se desarrolló un importante movimiento social de denuncia de violación de los derechos humanos ocurridos en el pasado reciente y en favor de la justicia. Por otra parte, a la hora de explicar este protagonismo de la memoria se hace referencia a que las sociedades occidentales aún no han asumido la historia conflictiva del último siglo, así como las dudas surgidas en torno a la idea de progreso que las había guiado hasta ahora. Los debates en torno a la Shoa, las comisiones de la verdad puestas en marcha por países de América Latina que habían sufrido duras dictaduras o por Sudáfrica al final del Apartheid, así como las reivindicaciones de recuperación de la memoria de grupos minoritarios que habían visto sus derechos vulnerados, parecen señalar esa nueva situación.

En España se pueden encontrar los primeros signos del cambio en la década de 1980, cuando comenzaron a realizarse investigaciones a nivel local acerca de la represión durante la dictadura de Franco. Posteriormente se ha desarrollado una llamada memoria republicana, que ha promovido buena parte del movimiento por la recuperación de la memoria histórica surgido en la sociedad civil. En el año 2000 la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH), con ayuda de la Sociedad de Ciencias Aranzadi, comenzó una labor de exhumación de los restos de personas asesinadas durante la guerra civil, actuando como catalizador en la sociedad española y poniendo en marcha numerosas iniciativas a favor de la denominada recuperación de la memoria. Poco a poco el "pacto de silencio" se fue cuestionando desde diversos sectores de la sociedad y se comenzó a reivindicar la necesidad de una nueva actitud frente al pasado reciente. En marzo de 2004 el PSOE ganó las elecciones y las instituciones comenzaron a tomar una serie de medidas en favor de la recuperación de la memoria histórica, poniendo poco a poco las bases de una nueva política de la memoria a la vez que respondiendo a las cuestiones planteadas por el movimiento por la recuperación de la memoria que se había desarrollado en la sociedad civil.

Consecuencia de este cambio de actitud es el debate acerca de la memoria histórica surgido en la sociedad española a partir de ese momento. En la actualidad encontramos posiciones muy distanciadas entre quienes defienden no mirar atrás para no reabrir viejas heridas, y quienes piensan que perdón y reconciliación no tienen por qué ir acompañados de olvido. Este debate parece reflejar los problemas que la sociedad española tiene para hacer frente a su pasado y superar los episodios más oscuros del mismo. Los conflictos que aún hoy en día surgen alrededor de los símbolos y lugares de memoria del Franquismo son un indicador de esta polémica. Todavía hoy muchos nombres de calles, monumentos, etc. nos recuerdan la política de la memoria del Franquismo; y cuando se plantea hacerlos desaparecer, surgen protestas desde determinados sectores de la sociedad.

El interés por la memoria histórica aumenta, en parte porque en los últimos años la memoria se ha convertido en un arma del debate cultural y político. El tema ha salido del ámbito limitado de las ciencias sociales a la calle, empujado por la propia sociedad y por los medios de comunicación, que han otorgado un interés creciente al conocimiento de los sucesos del siglo pasado.