Concepto

Leyenda

Inmediatamente después de la llegada de la agricultura, surge en la costa atlántica europea la cultura dolménica: la cultura de los gentiles. Si bien la agricultura llega desde el exterior, la Europa atlántica desarrolla rápidamente una cultura agrícola propia: acepta las representaciones simbólicas de la Naturaleza que le llegan de Oriente así como la ideología de dominio sobre la misma que traen consigo, pero rápidamente desarrolla un modelo cultural propio que a continuación incluso exporta.

La cultura dolménica, la cultura de los gentiles, surge en Bretaña hace unos siete milenios y se expande a lo largo de la costa atlántica a una velocidad inusitada. Esta cultura paleoeuropea nunca ha sido estudiada con la debida atención, pero la rapidez de su primera expansión parece señalar la existencia de una cierta comunidad cultural en dicha área. La expansión continúa hasta abarcar casi toda Europa e incluso parte de Oriente Próximo.

El icono por excelencia de dicha cultura es el dolmen, y sus representantes son los gentiles. Desde Escandinavia hasta Portugal y desde Portugal hasta Grecia y Asia Menor, en toda Europa se conservan los dólmenes y el recuerdo de los gentiles. Repitiendo lo que ya dijimos sobre Mari, digamos que también la mitología de los gentiles presenta manchas de todos los colores. Estúpidos, engreídos, sucios, descuidados y crueles por un lado, pero laboriosos, hospitalarios, buenos amigos y buenos vecinos por otra, las representaciones de los gentiles que podemos encontrar en el folklore europeo ofrecen la más amplia y divergente descripción de los mismos. Tras el preceptivo análisis, podemos decir que en la versión original, los gentiles son los modelos principales de la mitología dolménica. Conservados en el folklore europeo bajo diversas denominaciones (gentil, mairu en Euskal Herria, gigante en España, géant en Francia, fomoraigh en Irlanda, huhnen, riesen en Alemania, jöttun en Eskandinavia), son los encargados de ofrecer el modelo a seguir al agricultor neolítico europeo, que recordemos, no tiene dios alguno.

Los gigantes muestran un doble modelo: a nivel de sus capacidades y a nivel de sus conductas. Ser modélico en conducta no sirve de gran cosa si no se es antes modélico en las capacidades más deseadas o ambicionadas. Por ello los gentiles son en primer lugar extraordinariamente fuertes. Al contrario que el hombre paleolítico, el agricultor neolítico necesita sobre todo fuerza en su quehacer diario. La vida agrícola requiere de gran fortaleza y por eso la fuerza es el desiderátum de la época y la cualidad que adorna a los gentiles, aún hoy y por encima de cualquier otra divergencia, en todos los lugares donde se han registrado las leyendas que nos hablan de ellos.

Los gentiles no temen al trabajo, porque su hercúlea fuerza lo convierte en un juego para ellos. Los mortales sueñan con sus modelos en todo tiempo y lugar, y para el deslomado agricultor neolítico no hay visión más placentera que la del trabajo sin penalidad de los gentiles. En Irlanda podemos encontrar uno que deforesta los bosques con una mano arrancando los árboles como puerros, en Francia otro que levanta una colina sin querer cuando se le agujerea el saco que lleva a la espalda cargado de tierra, y en Euskal Herria los vemos construyendo las iglesias sin andamios lanzando los sillares desde abajo. Y es que los gentiles usan su gran fuerza para trabajar. No para luchar, no para someter. Los seres modélicos se dedican a trabajar. Realizan trabajos enormes sin ningún tipo de esfuerzo. Trabajos que cambian el paisaje y lo modelan según su voluntad. La apología del trabajo es el primer modelo que ofrecen los gentiles.

La segunda conducta modélica es la solidaridad. En la Euskal Herria cristianizada aún es posible escuchar que los gentiles eran mejores cristianos que los propios cristianos, significando que hacía gala de comportamientos más éticos. Las leyendas vascas nos muestran a los gentiles visitando a sus vecinos moribundos y ayudando solidariamente en las tareas comunes (auzolan). En la Westfalia germana, los vemos compartir la única herramienta disponible, tomándola cuando hace falta y devolviéndola a su lugar cuando se ha terminado de usar. Este es el tipo de leyenda original de los gentiles, menos numeroso hoy día que las versiones deformadas producto de las nuevas aculturaciones.

La mitología de los gentiles nos muestra sin lugar a dudas que existió en nuestro país, al igual que en casi todo el continente europeo, una cultura pre-cristiana y pre-indoeuropea, basada en la apología del trabajo y de la solidaridad, una cultura que probablemente se halla en las raíces del protestantismo.