Concepto

Carnaval de Tolosa

El apartado sonoro correspondía, principalmente, a las comparsas, Banda de Txistularis y Banda Municipal de Música. Cada colectivo tenía su espacio público, coincidente en ciertas situaciones, tal y como aparece en la documentación existente, de la que hacemos un breve pero intenso repaso, haciendo mención de lo más notable de los músicos aficionados y espontáneos.

Si bien año tras año, existía una cierta novedad con las comparsas que salían, sus canciones, disfraces, etc., en 1884 salieron dos comitivas complejas. Una, la denominada "Comitiva de la locura", estaba compuesta por una cabalgata y comparsa en la que se podían observar, por orden de aparición: gaiteros, comparsa de brujas, heraldos, Amazonas, alguacil y director, porta estandartes, tipos diversos, banda de tambores, comparsa de nodrizas / regalo de boda, gigantes y enanos, estudiantes de bebés, comparsa de aves, lanceros, carroza de las Gracias / antes y después de los baños, curiales, comparsa de arlequines y pierrots, carroza de la locura, música clásica y ejército de salvajes.

La otra fue la "Comitiva del carnaval", en la que iban: tamborileros, comparsa de kaikus... comparsa de ranas, comparsa de arlequines y pierrots... comparsa de monos.

Unos pocos años después, el Domingo de Carnaval de 1887, la charanga "Laurak bat" recorrió las calles llevando un estandarte que decía "Caridad no se pide, pero se recibe", haciendo cuestación. En ese mismo año una comparsa recorrió las calles, interpretando canciones acompañándose de una guitarra, una bandurria y flauta. Esta comparsa llevaba una carroza tirada por un caballo adornado con ramos de laurel.

En 1896, la comparsa "Euskara" decidió preparar una Makil Dantza y un Aurresku. Como no tenían dinero suficiente decidieron hacer una postulación, para lo cual solicitaron al ayuntamiento la posibilidad de hacer una postulación, a lo que el mismo accedió.

Otro elemento que ha perdurado, desde al menos 1896, son las tamborradas. El ruido ensordecedor de la noche del Sábado Regular da paso al tono festivo e integrador del Domingo de Carnaval; de toda la gente que se acerca del exterior, tal y como en otro momento aconteció con otros colectivos marginados o de diferente etnia.

La llegada al pueblo de gitanos, caldereros y otros elementos con oficios diversos provocó que en años posteriores, la indumentaria sirviera de disfraz y el oficio fuera imitado por los jóvenes de la villa. Así, en 1925, los Caldereros de la sociedad "Gure txokoa" hacen una cuestación a favor de la Santa Casa de Misericordia.

En 1932, como números festivos destacados saldrían la comparsa de Artzaiak e Iñudeak de "Gure txokoa" y el circo del "Gran Coliseo Gure Kayola". En estos Carnavales también aparecieron los txistularis municipales, las charangas "Umore ona" y "Polvo y paja", así como la Banda Municipal de Billabona.

Si existe un punto de conexión entre las comparsas ése es el de la interpretación de canciones y melodías. De hecho, entre las muchas canciones recordadas y escritas, la asociada de manera evidente al Carnaval es la conocida como Galtzaundi, cuyo pegadizo estribillo ha servido para darla a conocer a otros lugares de Euskal Herria:

Ta Galtzaundi, ta Galtzaundi,
apellidua det Goñi.

El autor de la letra fue Ramos Azkarate, el cual se inspiró en Santos Goñi, un zapatero remendón con grandes pantalones. Los músicos, al llegar al domicilio de éste, interpretaban la melodía y Galtzaundi les obsequiaba con una copa de anís, mientras bailaban él y su mujer en el centro del corro formado.

Además de las canciones de las charangas, existían muchas otras melodías que por las calles se oían, o se bailaban, en diferentes momentos del día, sin cesar en la Diana, en la Alborada...: Habanera, Baratzako pikuak, Pastelero, Zortziko, Martxa, Polka, Idiyarena, Farol dantzak, o Txanton piperri entre otras.

Música, canción, disfraz, escenificación, sokamuturra, pasacalles y un sinfín de elementos conforman un Carnaval en el que se conjugan aspectos del pasado y del presente y que, gracias a los habitantes de Tolosa, ha llegado hasta nuestros días en una clara sintonía con el presente.