Un complejo entramado de agravios -exclusión de las Juntas, desprecio del vascohablante, etc.- aflora abiertamente en esta matxinada que reviste importantes aspectos sociales. En este motín veremos aparecer un conflicto interno que se superpone a la tensión centro-periferia: la brecha abierta entre la clase media y baja por una parte, y la alta, por otra, brecha que se ahondará en las luchas de octubre de 1632. En efecto, la clase media (los comerciantes) y popular habían soportado sobre sus espaldas el peso de los nuevos impuestos, sobre todo los creados cuando el gobierno del Señorío -cada vez más aristocratizado- acordó entregar como donativo tres galeones a la Corona. Dichos impuestos recayeron principalmente sobre las clases populares lo cual no sólo las perjudicó sino que creó un importante resentimiento contra las oligarquías locales, a las que se acusó de colaboración con el Gobierno a cambio de beneficios personales (posición, contratos, hábitos de Santiago, etc.).