Concept

Estado

A mediados del siglo XVII, con la firma de la paz de Westfalia que puso fin a la guerra de los treinta años, se fijaron con relativa estabilidad y proyección en el tiempo, los límites de los Estados europeos modernos. Partiendo de las elaboraciones teóricas de autores como Bodino y Hobbes, el nuevo concepto de soberanía se adaptó a las necesidades de los nuevos Estados. La soberanía es esa potestad que la sociedad otorga por siempre y de forma irreversible al monarca, con el único límite de la ley natural o divina, convenientemente interpretada por una iglesia con la que los monarcas tenían buen cuidado de aliarse. Ese es el Estado moderno.

Partiendo de la sistematización westfaliana, y siguiendo el modelo de Estado absolutista francés, del que provenía, la dinastía borbónica hizo un primer intento de hacer desaparecer la naturaleza segmentaria del Estado español en cuanto llegó al trono, a principios del siglo XVIII. Los territorios bajo influencia aragonesa perdieron sus fueros, no así los territorios del sur de Euskal Herria. Pero la modernidad, como nos recuerda Zizek respecto a todo proceso revolucionario20, tuvo una segunda etapa que cerró el ciclo de la construcción estatal. Junto con la Ilustración y la revolución burguesa, lo que había sido "construcción estatal" (state building) se convirtió rápidamente en "construcción nacional" (nation building).

La revolución burguesa, sustituyendo la legitimación divina de los Estados/reinos absolutos, sentó a un dios civil en aquel trono vacío: la nación.

La construcción estatal impulsada por la primera fase del sistema capitalista, necesitaba una cierta homogeneidad comunitaria para dar el siguiente salto cualitativo en la acumulación. Así, el nacionalismo, la ideología desarrollada al servicio de la construcción nacional, impulsó la unificación simbólica (y, obviamente, también política y económica) de las comunidades estatales, tratando de hacer desaparecer las especificidades comunitarias procedentes del Estado segmentario: más allá de los debates dinásticos, eso es precisamente lo que estaba en juego en las guerras carlistas del siglo XX. En su aspecto formal, la construcción estatal española concluyó el año 1841, cuando Navarra perdió su condición de reino, a pesar de que la provincia recién creada mantuvo algunas de sus especificidades jurídicas.

Sin embargo, el proceso de construcción nacional que seguidamente debió dotar de contenido comunitario el proyecto estatal español ha sido especialmente débil. No ha logrado que la identificación nacional española sea hegemónica en todo el territorio del Estado. Espoleados por la pérdida progresiva de los residuos jurídico-políticos -fueros- de una estatalidad perdida en el tiempo, casi mítica, se formaron nuevos agentes nacionalistas periféricos. El nuevo eje de conflicto (cleavage) nacional, como no podía ser de otro modo, determinó la creación de agentes que se reivindicaban como nacionalistas tanto en el centro como en la periferia, por lo que el proceso de construcción nacional se hizo necesariamente competitivo, especialmente en los territorios con mayor personalidad cultural, en ambos extremos de la cordillera pirenaica: Cataluña y Euskal Herria. El Estado español deseaba y necesitaba una nación que no acababa de lograr, las naciones vasca y catalana, luego gallega, necesitaban un Estado, que no han logrado por el momento.

20Según Zizek, en todos las revoluciones suelen producirse dos etapas cuya sucesión en el tiempo determina el perfeccionamiento del episodio revolucionario: la Asamblea nacional de 1789 y la Convención de 1792, el momento menchevique y el bolchevique... Zizek, S (2004): Repetir Lenin. Akal. Madrid.