Concept

Deporte

Al principio, el deporte como una manifestación más de status social y últimamente, como reivindicación popular en aras de una vida mejor, se ha ido abriendo paso de forma tan rápida como espectacular, hasta convertirse en un fenómeno social, económico y educativo de importancia.

Señalaremos a continuación algunos sucesos histórico-culturales que ejercieron singular impacto en la evolución del deporte.

A la ociosidad de la aristocracia británica de los siglos XVII a XVIII se debe, en parte, el origen del deporte moderno, unido al descubrimiento de valores pedagógicos en la práctica deportiva; de gran trascendencia en muchas de las organizaciones deportivas de fines del siglo XIX.

La restauración del Olimpismo por el barón Pierre de Coubertin puso en marcha una organización de gran significado en el deporte del siglo XX: los Juegos Olímpicos. Son, sobre todo, los de París de 1924 los que difunden masivamente en Europa la práctica deportiva, surgida en principio de la iniciativa y el asociacionismo privado y reservadas a las elites sociales pero posteriormente extendidas al grueso de la población.

De la elemental espectacularidad que lleva consigo el deporte surgió su proclividad al profesionalismo (frente al amateurismo). El que por un jugador de fútbol se paguen trece mil millones de traspaso son hechos que rompen las barreras de la lógica.

El diálogo deportivo internacional como fuente de prestigio convirtió las victorias deportivas de una nación en síntomas de su progreso como país. Surgen más de 60 federaciones internacionales.

Con la industrialización aparece el sedentarismo en nuestra sociedad, siendo el trabajo físico cada vez menos obligatorio, haciendo del deporte una de las grandes posibilidades de recuperación del equilibrio personal.

Por último mencionaremos a los medios de comunicación. Las noticias deportivas abarrotan con profusa literatura las páginas de los periódicos. Por su parte, apoyados por las publicidades se pagan cifras astronómicas en la adquisición de los derechos televisivos de los grandes eventos deportivos. La espectacularidad audiovisual por un lado, la vicisitud azarosa del resultado y la fácil inteligibilidad por otro, hacen del deporte el gran espectáculo para el ocio pasivo de nuestro tiempo.