Antecedentes. Existe unanimidad entre los autores en considerar a la Sociedad Anónima Laboral de Transportes Urbanos de Valencia, S.A.L.T.U.V., que se inscribió en el Registro Mercantil de aquella provincia el día 30 de diciembre de 1963, como la primera de las entidades de esta naturaleza. En sus estatutos, que obedecían a los criterios político-administrativos imperantes en aquella época, se establecía que, para ser socio de S.A.L.T.U.V, era requisito necesario ser trabajador de la sociedad, con una antigüedad mínima de un año y el límite máximo de acciones que se podía poseer era de dos, perdiéndose la condición de accionista si se perdía la de trabajador, y estando limitada la transmisión de las acciones a terceras personas, a excepción de la Fundación Laboral de Transportes Urbanos de Valencia, F.U.L.T.U.V.
A esta entidad, con personalidad jurídica propia, se le señalaban las finalidades asistenciales que fueran de interés para los trabajadores de la empresa y sus familiares como, formación profesional y empresarial, así como, acceso a la propiedad industrial y vivienda. Sin embargo, Alfa de Eibar, nacida también como respuesta a una crisis en 1925, tuvo, inicialmente, muchos aspectos característicos de las que, posteriormente, se llamaron Sociedades Laborales.
Tuvo que transcurrir un quinquenio, hasta el 4 de enero de 1968, para que se ponga en marcha, en Palma de Mallorca, la SALMA (S.A.L. de Mallorca), con la misma finalidad concreta de asumir la explotación de la concesión de los transportes urbanos. Después aparecerán, entre otras, la SALTUA (S.A.L. de Transportes Urbanos de Almería) y la SALAUPA (S.A.L. de Autobuses Urbanos de las Palmas de Gran Canaria). .
Desde su inicio, estas sociedades constituyeron un instrumento para que los trabajadores en empresas en crisis, trataran de conservar sus puestos de trabajo, eludiendo la constitución de cooperativas reguladas por la Ley de 2 de Enero de 1942 con, al menos teórico, rígido control del Ministerio de Trabajo y la Organización Sindical. También favorecieron su puesta en marcha los préstamos, en condiciones muy beneficiosas, que les concedía el Fondo Nacional de Protección de Trabajo.
La acusada crisis económica de los años setenta del siglo pasado, con un elevado número de pequeñas y medianas empresas que veían seriamente amenazada su supervivencia, supuso la creación, por sus trabajadores, de un gran número de Sociedades Anónimas Laborales, con la finalidad de intentar mantener sus puestos de trabajo.
El número de Sales constituidas al final de este período, en el trienio 1978/1980, en la Comunidad Autónoma Vasca y Navarra, representaba más de una cuarta parte de las del Estado (58 sobre 218). La situación en mayo de 1983 era la siguiente:
Tanto por el número de sociedades en funcionamiento, como por el de socios, la Comunidad Autónoma del País Vasco y Navarra ocupaban una posición destacada, lo que se explica por la fuerte incidencia de la crisis, sobre todo en las empresas transformadoras del metal y la madera de estos territorios.
En las dos siguientes décadas, las Sociedades Anónimas Laborales (S.A.L.E.S.) continuaron ganando entidad, básicamente, por la persistencia de empresas en crisis (a pesar de mejorar sustancialmente el contexto general)), la favorable imagen del funcionamiento de las anteriores, la ordenación legal y la puesta en marcha de la Agrupación de S.A.L. de Euskadi (A.S.L.E.).
La creación de S.A.L.E.S. en Navarra fue importante, pues según el "Estudio de Investigación sobre las Empresas Laborales en Navarra 1975/1988", realizado por encargo de A.N.E.L. (Asociación Navarra de Empresas Laborales), las creadas en este período fueron las siguientes:
Aunque no se dispone de informaciones contrastadas sobre su número y el de los asociados, a finales de la década de los años noventa, pueden estimarse en más de trescientas entidades, con un empleo del orden de 12.000, con notable concentración en Gipuzkoa y Bizkaia, mientras Navarra mantenía su participación en el conjunto.
En la misma fecha, el número de Sociedades Anónimas Laborales agrupadas en A.S.L.E., llegaba a 145 con 7.370 socios (y un total de trabajadores de 7.618), que facturaban cerca de 50.000 millones de pesetas, de las que exportaban una cuarta parte.
A esta entidad, con personalidad jurídica propia, se le señalaban las finalidades asistenciales que fueran de interés para los trabajadores de la empresa y sus familiares como, formación profesional y empresarial, así como, acceso a la propiedad industrial y vivienda. Sin embargo, Alfa de Eibar, nacida también como respuesta a una crisis en 1925, tuvo, inicialmente, muchos aspectos característicos de las que, posteriormente, se llamaron Sociedades Laborales.
Tuvo que transcurrir un quinquenio, hasta el 4 de enero de 1968, para que se ponga en marcha, en Palma de Mallorca, la SALMA (S.A.L. de Mallorca), con la misma finalidad concreta de asumir la explotación de la concesión de los transportes urbanos. Después aparecerán, entre otras, la SALTUA (S.A.L. de Transportes Urbanos de Almería) y la SALAUPA (S.A.L. de Autobuses Urbanos de las Palmas de Gran Canaria). .
Desde su inicio, estas sociedades constituyeron un instrumento para que los trabajadores en empresas en crisis, trataran de conservar sus puestos de trabajo, eludiendo la constitución de cooperativas reguladas por la Ley de 2 de Enero de 1942 con, al menos teórico, rígido control del Ministerio de Trabajo y la Organización Sindical. También favorecieron su puesta en marcha los préstamos, en condiciones muy beneficiosas, que les concedía el Fondo Nacional de Protección de Trabajo.
La acusada crisis económica de los años setenta del siglo pasado, con un elevado número de pequeñas y medianas empresas que veían seriamente amenazada su supervivencia, supuso la creación, por sus trabajadores, de un gran número de Sociedades Anónimas Laborales, con la finalidad de intentar mantener sus puestos de trabajo.
El número de Sales constituidas al final de este período, en el trienio 1978/1980, en la Comunidad Autónoma Vasca y Navarra, representaba más de una cuarta parte de las del Estado (58 sobre 218). La situación en mayo de 1983 era la siguiente:
| CUADRO I Participación de la C.A.P.V. y Navarra en el conjunto de las crisis | ||||
| TERRITORIO | Número de Sales | % Sobre total | Número de socios | % Sobre total |
| C.A.P.V. | 168 | 16,78 | 9.125 | 23,66 |
| - Alava | 11 | 620 | ||
| - Gipuzkoa | 102 | 5.683 | ||
| - Bizkaia | 55 | 2.822 | ||
| Navarra | 74 | 7,39 | 2.380 | 6,17 |
| TOTAL | 242 | 24,17 | 11.505 | 29,83 |
| España | 1.001 | 100,00 | 38.561 | 100,00 |
Tanto por el número de sociedades en funcionamiento, como por el de socios, la Comunidad Autónoma del País Vasco y Navarra ocupaban una posición destacada, lo que se explica por la fuerte incidencia de la crisis, sobre todo en las empresas transformadoras del metal y la madera de estos territorios.
En las dos siguientes décadas, las Sociedades Anónimas Laborales (S.A.L.E.S.) continuaron ganando entidad, básicamente, por la persistencia de empresas en crisis (a pesar de mejorar sustancialmente el contexto general)), la favorable imagen del funcionamiento de las anteriores, la ordenación legal y la puesta en marcha de la Agrupación de S.A.L. de Euskadi (A.S.L.E.).
La creación de S.A.L.E.S. en Navarra fue importante, pues según el "Estudio de Investigación sobre las Empresas Laborales en Navarra 1975/1988", realizado por encargo de A.N.E.L. (Asociación Navarra de Empresas Laborales), las creadas en este período fueron las siguientes:
| CUADRO II Nº de Sociedades Anónimas Laborales puestas en funcionamiento y Socios Trabajadores en Navarra. Período 1975/1988 | ||
| Período | Empresas | Socios |
| 1975 | 1 | 3 |
| 1976/80 | 32 | 1.575 |
| 1981/85 | 125 | 1.953 |
| 1986/88 | 129 | 1.139 |
| TOTALES | 287 | 4.670 |
Aunque no se dispone de informaciones contrastadas sobre su número y el de los asociados, a finales de la década de los años noventa, pueden estimarse en más de trescientas entidades, con un empleo del orden de 12.000, con notable concentración en Gipuzkoa y Bizkaia, mientras Navarra mantenía su participación en el conjunto.
En la misma fecha, el número de Sociedades Anónimas Laborales agrupadas en A.S.L.E., llegaba a 145 con 7.370 socios (y un total de trabajadores de 7.618), que facturaban cerca de 50.000 millones de pesetas, de las que exportaban una cuarta parte.