Monarchie et Noblesse

Sancho I Garcés

Participaron en esta batalla las tropas de Ordoño II y las del rey pamplonés junto con los hombres de cuatro condes castellanos. Los castellanos se ocuparon de la defensa de las plazas importantes de la orilla derecha del Duero, y en particular las plazas de San Esteban de Gormaz, Osma y Clunia. Las primeras avanzadas pamplonesas se encontraban en tierras de Soria, cerca del río Duero. Este río hacía de frontera entre cristianos y musulmanes; los reinos cristianos se extendían a la derecha de este río y la orilla izquierda estaba bajo control del Emirato de Córdoba.

Según el cronista musulmán Arib ibn Saad, Abd-al-Rahmán III comenzó tomando los castillos de San Esteban de Gormaz, Osma y Clunia, y el 25 de julio movió a su ejército a Tudela, ciudad que era acechada por el rey Sancho. Una vez en Tudela, acudió a él el gobernador de la ciudad Mohammad ben Lupo, y el emir le ordenó que atacase Cárcar, lugar que había sido ganado por el monarca de Pamplona algún tiempo antes. Los hombres que defendían el castillo de Cárcar huyeron a su llegada y los musulmanes se apoderaron de él. Abd al-Rahmán se dirigió a otro castillo en Calahorra, el cual también había sido poblado y fortificado por Sancho. Este lugar era la residencia habitual del rey, si bien, encontró el castillo vacío, pues Sancho había salido con los suyos un día antes. El emir cruzó el Ebro y se enfrentó a los vascones. El ejército musulmán les infringió una grave derrota pero una parte de ellos sobrevivió y consiguió refugiarse en un castillo de las cercanías llamado Muyas (Muez: Valdejunquera). En esta fortaleza fueron sitiados por los musulmanes hasta su rendición. Los prisioneros fueron conducidos al campamento del emir y degollados en presencia de Abd al-Rahmán.

Tras cuatro días en este lugar, el emir se puso en camino hacia otro castillo que el rey Sancho había fortificado como defensa contra la gente de Viguera. Estaba desierto y ordenó su destrucción. Asimismo ordenó a los habitantes de esa zona que llevasen a Viguera mil almudes de trigo, y no se movió de allí hasta ver cumplidas sus órdenes y hasta haber avituallada la guarnición del castillo a expensas de los cristianos. Repitió la misma operación con otros castillos que halló a su paso. Mandó derribar aquellas torres o fuertes de las cercanías que podían ser utilizadas por los cristianos, sus huestes hicieron acopio de granos y trigo para su abastecimiento, y prendieron fuego a las mieses y plantíos. En este episodio, el obispo de Salamanca, Dulcidio, y el obispo de Tuy, Hermogio, fueron conducidos a Córdoba como prisioneros.