Monarchie et Noblesse

Sancho I Garcés

El rey Ordoño II combatió a los musulmanes junto con su primo carnal García, hijo del rey Sancho, en el valle de Guesalaz, al pie de los macizos montañosos de Andia. García había sido nombrado rey de Nájera desde su reconquista, pero esta ciudad había vuelto a caer en manos musulmanas. Los dos monarcas prepararon una acción conjunta y rápida sobre tierras riojanas. García volvió a cruzar el Ebro y recuperó la Rioja menos Nájera y Viguera, de forma que, entre los años 918 y 923, la zona riojana entre los valles de los ríos Najerilla e Iregua se encontraban en manos navarras. Posteriormente García volvió sobre estas dos plazas, acompañado esta vez del ejército leones; García sitió Viguera y Ordoño la ciudad de Nájera. Las dos plazas fuertes terminaron por rendirse; Nájera cayó a finales de octubre del 923 y Viguera poco después. Tras la victoria, Ordoño restauró el monasterio de Santa Colomba el 21 de octubre de 923 y el rey Sancho el monasterio de Albelda, en enero del 924.

En abril del año 924, Abd al-Rahmán III salió de Córdoba acompañado de un numeroso ejército con el fin de vengar las derrotas sufridas en los meses anteriores, en palabras de Arib ibn Saad, para vengar la muerte de los prisioneros de Viguera, Beni Lob y Beni Di-n-non. El emir irrumpió por la frontera vascona con un ejército más fuerte que en anteriores ocasiones. Las circunstancias se vuelven favorables al emir, pues fallece el rey Ordoño y su sucesor, Fruela II, no inició ni entabló conflictos militares durante su reinado.

La alianza entre Sancho Garcés y el rey astur-leonés se había estrechado alrededor del año 923 con la boda de su hija, la infanta doña Sancha, con Ordoño. Al poco tiempo moría el leonés y con su fallecimiento se debilitaba la fructífera alianza vasco-leonesa. Sancha contrajo matrimonio después con Álvaro Harraméliz y, tras enviudar una segunda vez, contrajo matrimonio con Fernán González. En estas tres uniones, doña Sancha aportó como dote la tierra de Álava. Con la muerte de Fruela II, sucesor de Ordoño II, se inició una época de luchas por la posesión del poder. En estas luchas que inhabilitaban al reino de León como aliado frente al futuro califa, el rey Sancho apoyó a su yerno Alfonso IV, casado con la infanta Oneca, frente a su hermano Sancho.

Según Arib ibn Saad, la campaña de Pamplona de Abd al-Rahmán III aconteció de la siguiente forma; el emir entró en tierra de Tudela. En este lugar se reunieron con él la poderosa familia de aquella comarca, los Togibies (Tuchibíes), y otros caudillos de frontera encabezando a sus respectivas tribus. Abd al-Rahmán entró después en Cárcar, creyendo que el rey Sancho se encontraría en este lugar. No obstante, el rey pamplonés había recibido noticia de su llegada y había abandonado la fortaleza. Desde allí el emir pasó al castillo-fortaleza de Peralta, que también estaba desierto. La guarnición de este castillo había dejado en su huida pertrechos de guerra y víveres. Los habitantes de los pueblos de las inmediaciones huyeron a otro pueblo llamado Zalaza y este pueblo, al igual que los castillos y fortalezas de la zona, fue incendiado. Tras permaner allí dos días, el emir se dirigió al castillo de Falces. Incendió sus arrabales y taló las mieses. Desde Falces condujo a sus hombres a Tafalla, lugar que contaba con uno de los castillos más fuertes de la zona y en él los musulmanes se hicieron con importantes bastimentos y provisiones. Desde allí se dirigió a Carcastillo y el emir quiso adentrarse aún más para atacar villas y lugares que los cristianos consideraban seguras. Salió de Marcuera con dirección a los valles interiores, mientras el rey Sancho esperaba una ocasión favorable para atacar.

Al entrar los musulmanes por la garganta estrecha hacia el valle del Ega, los cristianos bajaron de los montes y se entabló una escaramuza entre los dos ejércitos. Los musulmanes se volvieron contra el enemigo hasta obligarlos a refugiarse en un monte alto. Los musulmanes treparon monte arriba dando alcance a los cristianos y continuaron hasta llegar a tierra llana, donde se hicieron con mucho ganado y bastimentos. En este episodio falleció Yacob ben Abi Halad ben Al-toberi y algunos soldados de la guardia del sultán, mientras que los pamplones tuvieron muchas pérdidas. El emir marchó hacia Lumbier y desde allí hasta Leguin, saqueando y tomando lugares y arrasando los castillos a su paso. Entró a Pamplona, ciudad que se encontraba desierta. Allí Abd al-Rahmán mandó que se derribasen casas, edificios y la iglesia de la ciudad. Partió después en dirección a Sagra Cais o la Peña de Cays (Peña de Echauri), lugar en el que Sancho había edificado otra iglesia. Los musulmanes se dispusieron a arrasarla cuando apareció Sancho con intención de defenderla. Sus hombres fueron de nuevo atacados por los musulmanes y los derrotaron. Destruyeron la iglesia e incendiaron el pueblo.

Abd al-Rahmán llevó después a su ejército a la Mahalla o estación militar de Aseria, y en el camino volvieron a ser atacados por los pamploneses en el puerto o desfiladero llamado Hercala (Heraclea Hercúlea), puerto de paso estrecho y dificultoso. Los cristianos fueron de nuevo ahuyentados. El emir se trasladó a su campo en la alquería de Mañeru, y desde allí a la Mahalla de Badi-x-xarra, próxima a San Esteban (¿San Esteban de Gormaz o de Deyo?), lugar en el que Sancho se había asentado. Llegaron los hombres del emir a Di-x-xarra, y en este punto los cristianos volvían a esperarles en las cumbres de los montes. Sancho había reunido todas sus fuerzas y además había solicitado auxilio a sus vecinos de Alava y Al-Calaá. En este encuentro volvieron a vencer los musulmanes. Ahuyentaron a los cristianos y acamparon en el asentamiento del monarca pamplonés. Abd al-Rahmán quiso partir con dirección a Calahorra, si bien, Sancho regresó al mismo lugar. Entonces el emir envió contra él un cuerpo de caballería que hizo huir al monarca. Los musulmanes se cobraron otra vez la vida de muchos de sus enemigos.

Después de estos enfrentamientos el emir condujo sus huestes a Calahorra. Encontró la ciudad desierta y la mandó destruir. Desde allí se encaminaron a uno de los castillos musulmanes de esa zona fronteriza, al castillo de Valtierra, y el emir ordenó dejar en este lugar los ganados y víveres que habían ido acopiando. Partió hacia Tudela, ciudad en la que se detuvo algún tiempo, y finalmente regresó a Córdoba, después de cuatro meses de ausencia.