Monarchie et Noblesse

Sancho I Garcés

El rey acusaba ya los achaques de la vejez. Los años de gobierno y de luchas militares también habían minado su salud. Había conseguido la expulsión de los musulmanes de toda la Rioja, y a pesar de las expediciones del enemigo, sus fronteras seguían adentrándose en tierra musulmana. El monarca se retiró para descansar y pasar los últimos días de su vida a Pamplona. Enfermó con fiebres y desesperado comenzó una peregrinación en busca de una curación por los más afamados santuarios. Finalmente logró la salud en Usun. Agradecido por ello, el 28 de octubre de 924 donó junto con la reina Toda Aznárez al obispo de Oya (Deyo y Pamplona), el monasterio de San Pedro y el pueblo de Usun, sus tierras de Ul junto al río Onzella y las viñas que poseía en Arboniés.

El año 926 Sancho Garcés caía herido de muerte. Sus restos fueron depositados bajo una lápida de mármol en la iglesia del castillo de San Esteban de Deyo, lugar escogido por el mismo monarca. A este lugar acudieron todos los nobles del reino por muchos años para celebrar los funerales y actos de conmemoración del aniversario de su muerte, al menos durante los años en los que reinó su sucesor, su hijo García Sánchez I. En estos actos destaca la comitiva que procede de la Rioja. En el año 950 acudían a él don Tudemiro, obispo de Nájera; Dulquito, abad de Albelda; Diego, abad de Sojo; Ulmiro, abad de Santa Coloma; Estéfano, abad de San Millán de Berzeo; y Belasco, abad de Cirueña.