Cuando se encuentra en su tercer curso en la Facultad de Medicina de Madrid, Jorge Oteiza decide abandonar la carrera y dedicarse de lleno al arte. Es 1931, un tiempo de gran efervescencia política (advenimiento de la República) y cultural en toda España, particularmente en Madrid. En 1933 Oteiza recibe su primer reconocimiento como artista, el primer premio de escultura en la Bienal de Artistas Noveles Guipuzcoanos.
Oteiza, junto a sus amigos Narkis Balenciaga y Nikolás Lekuona realiza su primera exposición colectiva en San Sebastián (1934).
Al año siguiente realiza un viaje a América, exponiendo conjuntamente con Balenciaga. La guerra civil en España (1936-37) le sorprende en dicho continente, integrándose en el Frente Popular de Chile, y creando el Teatro Político Experimental. Con la pérdida de las elecciones del Frente Popular chileno, viaja a Buenos Aires (1941), donde imparte clases en la Escuela Nacional de Cerámica.

Oteiza continúa en América, con lo que desaparece la posibilidad de llevar a cabo un planteamiento nuevo de vanguardia, cuestión que se había suscitado en San Sebastián en la década anterior. En Bogotá (1942), es contratado por el gobierno colombiano para organizar un programa de enseñanza oficial de la cerámica. Imparte conferencias en Colombia, Ecuador y Perú, hablando sobre Goya, Picasso, la megalítica americana, entre otras cuestiones.