Créateurs

Oteiza Embil, Jorge

En agosto de 1947 regresa a Euskadi, e inicia desde el primer momento distintos contactos para organizar un frente cultural, reagrupando a los intelectuales que, tras la guerra civil, habían estado soportando el exilio interior. Como fruto de aquella inquietud surgieron distintos actos culturales, debates, conferencias y exposiciones. En una de esas conferencias, en la que Oteiza invita a Gabriel Celaya, quien imparte su ya conocido ensayo El arte como lenguaje, tuvieron la oportunidad de conocerse Celaya y Blas de Otero, en Bilbao.

En 1950 recibe el encargo de realizar la estatuaria para la Basílica de Arantzazu, en Oñati (Guipúzcoa), en cuyo proyecto intervendrían a su vez los arquitectos Luis Laorga y Sáenz de Oiza y los artistas Eduardo txillida, Lucio Muñoz, Eulate y otros.

Oteiza
La basílica, que se proyectó en 1953, no se construiría hasta 1969, ya que la condición de arquitectura religiosa y los planteamientos de los distintos artistas no parecían agradar a la jerarquía de la Iglesia católica, que incluso llegó a anunciar la excomunión para los arquitectos. El encargo hecho al pintor Agustín Ibarrola no sería admitido y el realizado a Néstor Basterretxea no llegaría a presentarse hasta veinte años después. En este clima, y mientras las piedras de las esculturas de los Apóstoles creadas por Oteiza duermen en las cunetas de la carretera de subida a Arantzazu, comienza a acumularse en el ambiente una sensación de fracaso, que Oteiza denunciará poéticamente en su libro Androcanto y sigo, publicado en 1954.

El primer reconocimiento internacional a la obra de Jorge Oteiza, tiene lugar en 1951, en la ciudad italiana de Milán, en cuya IX Trienal de Arte recibe el diploma de honor.

En ese mismo año, y en la Universidad de Verano, en Santander, Oteiza presentará un Informe sobre la escultura contemporánea, en donde el escultor planteaba distintas cuestiones, como éstas: Del cilindro al hiperboloide. Fases últimas del volumen. Aparición del hueco. Posibilidad de un juicio sobre un vacío vertical en el escultor español (Alberto -Sánchez- y el propio Oteiza, en sus comienzos) frente al vacío acostado anglosajón (Moore). El testimonio de Oteiza es importante para comprender las vicisitudes de su planteamiento artístico en estos años. Nos dice:

Oteiza

"En los años siguientes orienté mi experimentación planteándome un vacío como obtención, por desocupación espacial, frente al concepto de vacío de Malevich como espacio dado. Aunque en mis primeros planteamientos trataba de la obtención de vacíos como energía espacial obtenible por fusión de hiperboloides como elementos livianos, en oposición a los huecos que obtenía Moore por fisión de bloques pesados, digamos que nuclearmente era la liberación de energía por los dos sistemas... Pero aunque arrancaba en mi Propósito experimental para Brasil -añade Oteiza- de estos razonamientos, y de un sentimiento más elemental que visible, de que el concepto de hueco en Moore pertenecía a una geometría orgánica, mientras que el mío era puramente racional y de una geometría inorgánica, mi profunda verdad era que me encontraba en mi escultura (esto ya en 1956-57), descontando expresión, silenciando lenguaje, como necesitando por inmovilización de espacios vacíos, receptivos, sacralizados, de protección".

En 1952, de nuevo en la Universidad Internacional de Verano, en Santander, Oteiza imparte una conferencia sobre Escultura dinámica, siendo seleccionado un año después, en Londres, para realizar el monumento al prisionero político desconocido, proyecto que no llegaría a realizarse. En 1954, obtiene un premio nacional de Arquitectura, con un equipo, en el que estaban los arquitectos Romaní y Sáenz de Oiza. Realiza en ese mismo año la escultura del ábside de la iglesia de los PP. Dominicos de Valladolid.