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MUJER (HISTORIA: MODERNA Y CONTEMPORÁNEA)

Acceso a la enseñanza media y superior. Para explicar el proceso seguido en Euskal Herria, respecto al acceso de la mujer a la enseñanza media y superior, se hacen necesarias unas precisiones sobre el modelo de alfabetización y escolarización vasco, así como las ofertas educativas para las mujeres.

Con respecto a la primera cuestión, hay que constatar que, a diferencia de otras zonas del Estado, en el País Vasco se registran unos altos niveles de alfabetización femenina, siendo ésta una de las características del modelo de alfabetización vasco. Así, en el período entre 1860-1930 las provincias vascas figurarán entre los primeros diez puestos de la ordenación por provincias con porcentajes más altos de mujeres que sabían leer y escribir (en 1860: Araba 21,45 %, Bizkaia 16,13 %, Navarra 15,7 % y Gipuzkoa 12,89 %. La media española era del 7 %. En 1930 estos porcentajes continuarán superando la media, que era del 40 %, con porcentajes similares a los varones que superaban el 60 %). Estos altos porcentajes de alfabetización coinciden con la alta tasa de escolaridad en la enseñanza primaria que se registra en el proceso de escolarización en el País Vasco, tanto para niños como para niñas. De esta forma el binomio alfabetización-escolarización, respecto a la enseñanza primaria, alcanza en el País Vasco unas cotas más elevadas si las comparamos con el resto del Estado. No obstante, también hay que considerar que estos procesos tienen ritmos diferentes según se trate de las provincias costeras (mucho más acelerado debido a la industrialización) o a las interiores (más lento y progresivo).

Con respecto a la segunda cuestión, hay que señalar que el acceso a la enseñanza media, o lo que en el siglo XIX se denominaba «segunda enseñanza», estaba reservada mayoritariamente a los varones, de extracción social urbana y cuyo objetivo final era acceder a la Universidad. El centro escolar donde se impartían estos estudios eran los «institutos» o colegios privados, generalmente en manos de órdenes religiosas. Para las mujeres esta oferta se iría fraguando, a lo largo del siglo XIX, alrededor de las Escuelas normales, que cumplían dos funciones: por una parte centros profesionales para el ejercicio del magisterio, y por otra, centros culturales para que las hijas de la burguesía ciudadana pudiesen ampliar sus estudios primarios. Los casos extraordinarios de mujeres que accediesen a la Universidad por esta vía durante el pasado siglo no marcan ninguna práctica social establecida. Así pues, al igual que en el resto del Estado, la oferta educativa en niveles superiores al primario, se canalizó hacia el magisterio, que en el País Vasco obtuvo un gran éxito de matrícula femenina (ver artículo MAGISTERIO), contribuyéndose así a la creciente feminización de la profesión docente. Este aumento es detectable sobre todo durante la dictadura de Primo de Rivera. La separación de sexos en las Escuelas normales a partir del curso 1945-46, marcará, asimismo, un cambio curricular en los estudios de Magisterio. También es cierto que podemos constatar la asistencia de muchas mujeres a los colegios religiosos regentados por órdenes religiosas femeninas, que debido a la expulsión de las mismas de Francia se instalaron sobre todo en Gipuzkoa y Bizkaia a partir de principios de este siglo. No obstante, el tipo de enseñanza que se impartía en los mismos estaba escasamente reglada, cuando no se dedicaban más que a la enseñanza de labores, buenas costumbres y francés.

En cuanto a la asistencia de mujeres a los «Institutos» (los cuales a lo largo de su historia pasarán por varias denominaciones) podemos señalar los siguientes datos relativos al País Vasco, que explican la creciente incorporación de la mujer a la enseñanza media, aunque la mayoría de ellas no tuviesen su continuidad en la Universidad. Así, en el curso 1914-1915, el número de alumnas que asistían a los institutos en las cuatro provincias de Euskadi sur era de 43, sobre un total de 1.980, con lo cual no se alcanzaba ni el 3 % del alumnado total. En el curso 1924-1925 ese porcentaje será del 12 %, tanto en los centros oficiales como colegiados. Para los cursos que se indican los porcentajes eran los siguientes: 1930-31 (20 %); 1935-36 (32 %); 1944-45 (33 %); 1950-51 (35 %); 1955-56 (38 %); 1966-67 (32 %); 1976-77 (50 %); 1986-87 (55 %). (Datos extraídos de los Anuarios estadísticos, publicados por el Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes, para los años 1915 y 1925, y por Presidencia del Gobierno para los restantes, excepto para el curso 1986-87, que fueron publicados por Euskal Estadistika Erakunde). Como podemos observar en esta última década la matriculación femenina logra estar equiparada a la masculina, e incluso superarla.

Con respecto al acceso de la mujer a la universidad, son escasos los datos que poseemos, pues las características de la enseñanza superior en el País Vasco, debido a su complejidad institucional (Universidad de Deusto, [en la que la mujer no es admitida hasta 1959], Universidad del País Vasco-Euskal Herriko Unibertsitatea, Universidad Pública de Pamplona y Universidad de Navarra), así como a lo reciente de su creación, no nos permite estudiar la evolución del alumnado femenino ni las preferencias con respecto a las carreras, aunque sí puede observarse que el acceso de las mujeres a la Universidad registra índices crecientes.

Discriminación en la enseñanza y en la docencia. Un informe dirigido por Miranda de Arga a la diputación en 1807 da cuenta de la situación de la enseñanza en la localidad navarra y de las discriminaciones existentes en la misma. Existían dos escuelas de primeras letras. una de niños y otra de niñas. El maestro cobraba 40 ducados anuales y la maestra la mitad. La educación no era gratuita, pues los niños pagaban 12 reales al año por aprender a leer, 19 por escribir y 26 por contar y las operaciones aritméticas. La cuota de las niñas era la mitad que los muchachos. La calidad de la educación dejaba mucho que desear, no en vano el maestro atendía a 100 chicos en la misma aula y la maestra a 70 chicas. No existía continuidad en la asistencia, sobre todo en los meses de la recolección. Las obligaciones de los maestros eran: «Que ambos han de emplearse puntuales á las horas acostumbradas, en el verano desde las siete de la mañana hasta las diez y por la tarde desde las dos hasta las cinco, y en invierno desde las ocho hasta las onze y por la tarde desde la una hasta las quatro, para enseñarles a los niños a leer, escrivir. contar, la doctrina christiana, ayudar a Misa y asistir todos los días al Rosario y en los de fiesta a los divinos oficios, y a las niñas a mas de leer, escrivir y la Doctrina Christiana, las labores mugeriles y asistir a las vísperas de fiesta, a las vísperas y Rosario".

Paulino DÁVILA