Concept

Minueto - Alkate Soinua

Si hay algo que sorprende al analizar la música tradicional vasca, y especialmente el repertorio de los txistularis, es el encontrar en él tan a menudo las características del estilo galante de mediados del siglo XVIII: frases muy regulares con antecedente y consecuente, abundancia de adornos, terminaciones femeninas, abundantes escalas y cromatismos... estas características se cumplen particularmente en algunos géneros, como el contrapás o el zortziko en 2/4, pero también, y de forma muy particular, en el minueto. La que quizá fuera la danza más importante del siglo XVIII, por supuesto con adaptaciones, se ha mantenido en Vasconia incluso con su nombre. Aunque esta última característica no se cumpla en este ejemplo, es difícil entender de otro modo esta música de la Edate-dantza, o "danza de la bebida" que se interpretaba solemnemente en Santesteban:

El minueto es, en efecto, un baile de los siglos XVII y XVIII. Al tener un éxito internacional, se han utilizado también otras denominaciones para designarlo, como minué, menuet (en francés), minuetto (italiano) y menuett (alemán). Su música, con el tiempo, se estereotipó, y, alejándose de la danza, adquirió una importancia especial llegando incluso a formar parte de la sonata clásica. En Vasconia, sin embargo, ha tenido otra utilización, especialmente por los txistularis, en actividades de protocolo. Interpretado de esta manera, y a veces bajo el nombre de alkate soinua, "melodía de alcalde" se utiliza hoy en día en la cultura vasca.

Su origen no se conoce muy bien, pero su práctica fue especialmente importante en la corte de Luis XIV, y se describe muy bien en el libro de Pierre Rameau Le maître à danser. Al parecer, su nombre deriva de la palabra francesa menu, "pequeño", ya que los pasos que se ejecutaban en él eran, en efecto, pequeños y rápidos. Siendo un baile aristocrático, el control del cuerpo era muy importante, y al parecer no se debía de demostrar un gran esfuerzo a la hora de bailarlo. En ese sentido, también tenía dificultades rítmicas, y no sólo por las letras que a través del movimiento se ejecutaban en el suelo (al principio una zeta, y luego, en honor a Luis XIV, una ese). Además, los contrarritmos también tenían que ser muy abundantes, ya que cuatro pasos fundamentales debían de entrar en seis pulsaciones, escritas estas últimas en dos compases de 3/4.

Aunque para dibujar una zeta en el suelo eran precisos doce compases, las frases de la mayor parte de los minuetos eran de ocho o dieciséis, sugiriendo otras asincronías entre música y danza, lo que ocurría en la mayor parte de las danzas aristocráticas desde finales de la Edad Media. Al parecer, esa tensión no se resolvía hasta completar cien o doscientos compases (Little s.f.). Un ejemplo inmejorable de estas características que mencionamos es una escena de la famosa ópera de Mozart Don Giovanni, en la que, a la vez, Don Ottavio y Donna Anna bailan un aristocrático minuetto en compás de 3/4, Don Giovanni y Zerlina una contradanza en 6/8 de clase media, y Leporello y Massetto una danza popular alemana en compás de 3/8 (Allanbrook 1983).

Sin embargo, y al igual que ocurrió con otras muchas danzas de la época, la música del minueto se independizó de le danza y se estereotipó, consiguiendo un lugar en las suites barrocas de música instrumental. Especialmente en el siglo XVIII su éxito fue mayor que el de todos los demás bailes: en el periodo preclásico fue tomado en ocasiones como modelo de composición, y el tercer tiempo del severo esquema de la sonata clásica adoptó su forma estereotipada: ritmo ternario y velocidad no muy rápida, con dos partes fundamentales: después de repetir la primera, también se repetía la segunda, llamada trio (al parecer, en un principio, no lo tocaban más que tres instrumentos), y para finalizar se volvía a tocar la primera parte pero ahora sin repeticiones.

Este esquema, que se estudia hoy día en todos los centros de educación musical, aparece por tanto muy a menudo en numerosas sonatas, sinfonías y obras de música de cámara de la época. En el siglo XIX, sin embargo, se perdió, siendo sustituido en principio por el scherzo, y probablemente por razones que tenían que ver con la libertad que tanto se pedía en este momento, tanto con la musical (el no seguir normas concretas y cerradas) como con la política, por la mencionada asociación aristocrática del minueto. Con todo, a principios del siglo XX algunos compositores de la tendencia neoclásica compusieron obras basadas en el minueto.